domingo, 16 de noviembre de 2008

DON JOSÉ, PEPE Y PEPITO

Tomás Morales Cañedo

                                      

                                                                                            

         No se conocieron pero habían nacido el mismo día, el día de San Bartolomé, en plena canícula.

        

         Uno nació en la Clínica Ruber. Su madre estuvo ingresada una semana antes de dar a la luz.

         Otro nació en el Materno. Su madre había ido a una revisión al ginecólogo y éste la mandó, de prisa, al Hospital.

         El tercero nació a la salida del portal. Había estado fregando el piso y se encontró mal. Sólo le dio tiempo a decirle a la vecina que llamara un taxi.

        

         Al primero le pusieron de nombre José, pero, desde el primer momento lo llamaron John o Joe. Joe joung, para distinguirlo del padre.

         Al segundo también lo bautizaron con el nombre de José, pero desde el primer momento fue Jóse o, más bien, Pepe.

         Al tercero, ¡cómo no!, su nombre fue José, pero, en realidad, desde el momento de nacer fue Pepito y, al final, Pepillo.

 

         Joe vivía en la mansión que la familia tenía en la Moraleja.

         Pepe, hipotecándose hasta los ojos, logró meterse en un adosado en Valdemoro.

         Pepito consiguió, por sorteo, un piso de protección oficial, en el extrarradio, de 1,5 trujillos.

 

         El primero, al cumplir el primer año, lo metieron en un school bilingüe, privado, de pago, en el Paseo de Rosales y, ya, desde pequeño, tenía deberes.

         El segundo, a los tres años, entró en Infantil, en la escuela del barrio de Vallecas, aprendió, sobre todo, a jugar.

         El tercero, a los seis, entró en primaria, en los barracones de su barriada, en las afueras de Madrid. Aprender-aprender no aprendió nada, pero sabía todas las picardías y trucos habidos y por haber.

 

         En plena edad infantil hacían lo que hacen todos los niños.

         John era superactivo.

         Pepe era un revoltoso, un pesado.

         Pepillo era un hijo puta, ¡la madre que lo parió!

 

         En la cama, de noche, ocurría lo normal.

         John miccionaba en las sábanas.

         Pepe se hacía pipí en la cama.

         Pepillo se meaba poniendo perdido el colchón.

 

         Cuando comían mucho, de noche, o algo le sentaba mal

         A John le daba una enteritis.

         Pepe se cogía una diarrea de aúpa.

         Pepillo se cagaba patas abajo.

 

         En el comienzo de su pubertad parecía que los tres hubieran tomado aceite de colza, pero

         John mostraba un cuerpo esbelto,

         Pepe era, más bien, flaco.

         Pepillo era un esqueleto andante.

 

         Comenzaron a hacer deporte pero mientras

         John practicaba footing y jogging

         Pepe corría y

         Pepillo se descoyuntaba, como huyendo de algo o de alguien.

 

         Al terminar el deporte en los tres ocurría lo mismo,

         John transpiraba

         Pepe sudaba

         A Pepillo le cantaban los alerones.

 

         Ya desde jóvenes se aficionaron a la comida, pero mientras

         John degustaba manjares

         Pepe comía y

         Pepillo  se ponía morado.

 

         Así que mientras

         John adquirió fama de gourmet, nunca de epulón.

         Pepe fue un glotón, un comilón.

         Pepillo era un tragón, voraz, un saco sin fondo.

 

         Pero como las comidas no eran a palo seco sino que iban acompañadas de vino

         John prefería un Rioja de la cosecha del 2002 o un Ribera del Duero.

         Pepe no tenía preferencias, con tal que fuera tinto y

         Pepillo era un devoto de "El tío de la bota"

 

         Y como el acto de beber, repetido,  se convirtió en hábito permanente

         John se convirtió en dipsómano

         Pepe en alcohólico y

         Pepillo en un borrachín "perdío".

 

         Naturalmente, las consecuencias del beber no se hicieron esperar, así que

         John sufría de halitosis mientras

         Pepe tenía mal aliento y

         Pepillo desprendía un tufo de gorila de zoo.

 

         A veces, de tanto comer

         John trasbocaba

         Pepe vomitaba

         Pepillo echaba la peseta, echaba la pota.

 

         Y como le pasa a cualquiera, por allí por donde la espalda pierde su casto nombre a

         John le acometían frecuentemente flatulencias, a

         Pepe ventosidades

         Pepillo era, francamente, un pedorro.

 

         Naturalmente, con tanto comer y beber

         John fue perdiendo la línea

         Pepe, sencillamente, engordó, mientras

         Pepillo se puso como un tonel.

 

         Los tres llegaron a pesar, en la báscula, lo mismo, 95 Kilos, pero mientras

         John cogió peso y se volvió de complexión obesa

         Pepe se puso muy gordo

         Pepillo se puso como una vaca.

 

         ¿De mujeres? Parecía que tenían prisa así que la gente comenzó a pensar que

         John era homosexual, mientras

         Pepe era gay y

         Pepillo un maricón "perdío".

 

         Pero no era así la cosa porque, un buen día,

         John se enamoró de una señorita,

         Pepe entró en relaciones con una muchacha y

         Pepillo se ligó a una tía.

 

         Claro que, las tres mujeres tenían dos características comunes,

         La de John tenía un gracioso lunar en el labio superior y mostraba unos senos prominentes,

         La de Pepe tenía una verruga en el bigote y unos pechos exagerados,

         La de Pepillo tenía un pepino en los morros y unas tetas que…

 

         Como vivían ya en tiempos modernos la novia de

         John era una joven liberada, mientras la de

         Pepe era ninfómana y la de

         Pepillo un putón verbenero.

 

         Claro que, al final, hubo coyunda,

         John contrajo el santo matrimonio, en la catedral, oficiando el cardenal Rouco Varela, mientras

         Pepe se casó en la parroquia, oficiando un curita peruano y

         Pepillo se unió y se encadenó en el juzgado, ante un concejal de Izquierda (Des)unida.

 

         Los tres, en la cama, hacían lo que se hace en la cama, con una mujer

         John copulaba con frecuencia con su amada,

         Pepe hacía el amor con su mujer

         Pepillo jodía y follaba como un león.

 

         Claro que, sus mujeres, hacían, en la cama, lo que se hace en la cama, la de

         John llegaba al éxtasis en pluralidad de ocasiones, la de

         Pepe tenía orgasmos múltiples, la de

         Pepillo se corría continuamente.

 

         Como es normal y como consecuencia de todo lo anterior las mujeres quedaron embarazadas. La de

         John presumía de una tripita graciosa. La de

         Pepe, tenía barriga. La de

         Pepillo tenía un bombo como el de Manolo.

 

         Pasados unos años, el matrimonio se convirtió en familia.

         Don José tenía tres retoños, tres hijos.

         Pepe tenía tres muchachos, tres chavales.

         Pepito tenía tres churumbeles.

 

         Como consecuencia del incremento de la familia, aumentaron los gastos, los cuales exigían un mayor trabajo, así que

         Don José, trabajando, generaba riqueza,

         Pepe, laborando, rendía beneficios,

         Pepito, descoyuntándose, ganaba el sueldo base, ese era su jornal.

 

         Trabajaron duro, los tres, por eso la gente decía que

         Don José era ergómano, que

         Pepe trabajaba sin descanso y que

         Pepito curraba como un caballo, se deslomaba como un chino y sudaba como un negro.

 

         Pero a pesar del tanto trabajo, los gastos superaban los ingresos, así que

         Don José entró en déficit

         Pepe quebró, estaba arruinado, a

         Pepito le partieron el culo.

 

         ¿Solución?, sin duda errónea, para equilibrar sus presupuestos, así que

         Don José dio en repartir beneficios,

         Pepe, a base de influencias, trabajaba doble jornada, pero en dinero negro, y

         Pepito todo lo que hacía eran chanchullos.

 

         Al final, con las manos libres

         Don José se convirtió en cleptómano

         Pepe en un ladrón y

         Pepito en un chorizo.

 

         A la larga, en los tres, aparecieron problemas psicológicos así que

         Don José acusaba una aguda inestabilidad emocional.

         Pepe había perdido un tornillo y

         Pepito se volvió un loco de mierda, un loco de atar, se le fue la olla.

 

         Así que

         Don José permaneció, durante un tiempo, en una Casa de Salud.

         Pepe ingresó en una Clínica Psiquiátrica y a

         Pepito lo tuvieron que encerrar en un manicomio de la Seguridad Social.

 

         Cuando salieron

         Don José culminó con éxito la psicoterapia

         Pepe fue dado de alta, mientras a

         Pepito lo echaron de allí a patadas.

 

         Lo que vino después fue que

         Don José se convirtió en un clubman,

         Pepe se volvió ocioso y

         Pepito fue un vago "desocupao"

 

         Así que, pasados unos años,

         Don José ya era todo un caballero sedentario

         Pepe un jubilado apático y

         Pepito un inútil de mierda.

 

         No tardaron muchos años en morir, se despidieron de este mundo el mismo día y a la misma hora, así que

         Don José, tras arritmias frecuentes, falleció de un infarto de miocardio,

         Pepe murió de un paro cardiaco y a

         Pepito se lo cargó un reventón del corazón.

 

         Así que, en tanatorios, contiguos, la familia de

         Don José veló el cuerpo, la de

         Pepe veló el cadáver, mientras la de

         Pepito veló la fiambre.

 

         Al día siguiente, los despojos de

         Don José fueron inhumados en un panteón, los de

         Pepe recibieron cristiana sepultura, mientras a

         Pepito lo enterraron en un nicho.

 

         Después de muertos siguen siendo

         Don José un alma infortunada que espera la misericordia de Dios, la de

         Pepe un alma en pena, y la de

         Pepito está tostándose en la parrilla del infierno.

 

 

                            ¡EUFEMISMOS¡, ¡EUFEMISMOS¡, ¡EUFEMISMOS¡

 

                   (Este texto es una recreación  de "Rico, medio rico y pobre", de D. S. Pizano)

        

                                                                                Octubre 20008

 

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

No hay duda de que en este puñetero mundo, a todos los Joses,
llamense como se llamen, siempre les ubicaremos en las categorías correspondientes - José, Pepe y Pepito- tengan o no fundamento para esta clasificación.
No tenemos arreglo...