domingo, 16 de junio de 2013



EL VIGÍA DE LA VEGA DE BETETA

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Goza de la mejor situación de toda la zona, desde donde es posible dominar, en un solo vistazo, la llegada por cualquiera de las cuatro entradas que tiene la vega y al mismo tiempo, mantener bajo la misma vigilancia la villa de Beteta.

El Castillo de Rochafrida o Rochafria. Perteneciente en un principio a los Albornoz, después a los Carrillo y posteriormente al Nigromántico, Don Enrique de Aragón, maestre de Santiago. 

Se encuentra situado en la cima de un monte, cima compuesta por peñascal puro, presentando a su margen derecha el Pozo del Pino, que lo separa del monte de la Silla.

En su parte trasera, al nordeste, un profundo vado natural, llamado la Umbría del Castillo, al que se llega desde un corte de roca que hace muy difícil la subida al mismo.

En su parte izquierda presenta la única llegada al mismo nivel, Las Cañadas, por lo que allá por el siglo XII sus constructores lo dotaron de un foso a lo largo de toda su fachada este, se supone que con su correspondiente inundación para evitar la entrada libre al castillo.

En su parte delantera, suroeste y que presenta al igual que casi todo el resto de sus límites, unos tajos en la roca de unos cuarenta/cincuenta metros de altura, que lo presenta como de muy difícil acceso, se encuentra el pueblo de Beteta.

Según mis recuerdos, que dudo de que sean muy fieles a lo que yo conocí, lo primero que encontrabas era el palacio de los marqueses de Ariza, pero en mi recuerdo es  un solar derruido, con alguna pared, y una puerta con un arco de entrada, eso era todo. Actualmente es un polideportivo.

A la parte derecha del palacio está la iglesia, parroquia del pueblo dedicada a la Asunción de la Virgen,  de estilo gótico tardío y renacentista. Su portada es plateresca y es llamada la catedral de la sierra, por su presencia exterior e interior y ser el edificio religioso más importante de la zona serrana conquense.

A la parte izquierda del palacio,  recuerdo lo que llamábamos la "casa quemada", que lo único que presentaba era un terreno con alguna paredes, tanto exteriores como interiores, muy deterioradas y nada más. Había una cueva o túnel que decían que comunicaba con la iglesia y con el palacio, pero que creo que nadie sabía realmente lo que aquello tenía de cierto.

Y a partir de ahí, a izquierda y derecha, y al frente se extendía el pueblo. Bajaba del castillo una muralla, que por la parte derecha y al final de las viviendas presentaba la puerta de la Villa, actualmente desaparecida, y que en mis recuerdos figura como un arco de puerta y algún resto de muralla.

Esa era la puerta por donde salías para bajar a la zona de la vega donde están las huertas, regadas en esta parte por el rio Guadiela, afluente del Tajo, y que recibe en la boca de la Hoz las aguas del rio Mansegar y del Valsalobre, que discurren por la parte nor-noroeste de la vega este último,  y por la parte sur-suroeste el primero.

Continuando con la estructura del castillo y el pueblo, que estábamos comentando, por la parte izquierda del castillo descendía otro tramo de muralla hasta cerrar por el este en la puerta de la Cava. De esta puerta tengo un recuerdo más vivo e incluso con más detalle. Había, y lo hay actualmente, un arco y muralla a ambos lados del mismo, y en la zona derecha a la salida del arco existía una edificación siguiendo el mismo modelo de construcción de la muralla, que aparentaba un tipo de habitación o cuadra, que quizá fuera para servicio del personal de guardia. Por esa parte del pueblo seguía existiendo restos de muralla a lo largo de varias casas que delimitaban el final de la población.

Beteta se encuentra asentado en un pedestal rocoso a mitad de camino en la bajada del castillo de Rochafría hasta la vega. En el suroeste del pueblo se encuentra lo que hace años llamaban "la ceja", que es un rompiente de roca en cortado de unos treinta metros de altura y que daba a los primeros campos de la vega.

A partir de aquí se extiende la vega, que ocupa desde los montes que rodean por el este a El Tobar, siguiendo por el sur a lo largo del monte que supone la parte anterior al Palancar hasta el estrecho que inicia la hoz y que recoge al tiempo al rio Guadiela y la carretera en dirección a Cuenca.

Por el oeste y noroeste la rodean los montes de Valdecuende, la subida al Zatiquero y Las Cabezas. Más hacia el norte los montes de Valsalobre y Valtablado,  Los Castillejos y  cerrando al norte el monte de la Silla.

Esta vega de Beteta, regada por tres ríos y bien resguardada por estos montes que he mencionado (algunos de mis paisanos verán que faltan otros o su nombre no es el correcto), y con buena tierra, era hace años una buena parte del sustento de los habitantes de la villa. Comentaban unos valencianos sobre la vega "si Valencia tuviera esta tierra..." y les comenté yo "si Beteta tuviera su clima..."

Y para vigilar este terreno, vega y pueblo, solo había un emplazamiento ideal: y allí se construyó el Castillo de Rochafria.

El Vigía Ideal.

Tiene vigilada y a su alcance la entrada por el estrecho del Pozo del Pino, igual que tiene a la vista la entrada por la zona de Valsalobre. Frente al castillo se encuentra la Boca de la Hoz y la bajada del Zatiquero. Y a su izquierda vigila la bajada del Val y el paso de Las Cañadas. Es el punto inmejorable para vigilar sus tierras y sus gentes.

Hasta el punto que en las guerras carlistas, para servir de posición topográfica importante, el general Cabrera destinó al general Palacio con quinientos hombres para su fortificación y defensa, rechazando a tres batallones de la reina que intentaron dominarlo.

Es una lástima que el vigía poco a poco va perdiendo lozanía. Yo lo recuerdo de cuando era niño como un castillo con algunas piedras rotas. Ahora ya solo se ven las piedras rotas y caídas.

 

Y, por cierto y aunque no venga a cuento, ¡hay que ver lo malo era yo tirando las gonceteras...!

 

miércoles, 5 de junio de 2013



                                   CONGRATULATION

Mayte Tudea Busto

 

 

 

Por fin, ha muerto. "A cada cerdo le llega su San Martín", reza el refrán.

A éste le ha llegado muy tarde, demasiado, a los ochenta y siete años.

Al menos lo ha hecho en prisión, purgando sus crímenes terribles. Otros tuvieron más suerte que él y murieron en sus camas.

 

Creo –casi parece innecesario aclararlo-, que adivinarán ustedes que me estoy refiriendo a Videla, a Jorge Rafael Videla, general del ejército argentino, que en unión de Agosti y de Masera, formó aquel siniestro triunvirato que sometió al país hermano a la mayor barbarie de su historia reciente. Desaparecidos, ejecutados, niños robados a sus madres y a sus abuelas y como remate final la guerra de las Malvinas, todo un currículo nefasto que cubrió de oprobio a la nación.

 

Argentina, un país pacífico que ejerció su neutralidad en las dos guerras mundiales –aunque acogiera a muchos de los exiliados forzosos que tuvieron un papel poco edificante en la última confrontación-, es el país más europeo del continente americano y también uno de los más cultos y refinados.

 

Nunca he llegado a comprender cómo una nación tan extensa y tan bendecida en riquezas naturales, ha podido sufrir –y hoy todavía padece- esas crisis económicas tan profundas.

 

Su clase política parece ser la responsable de tamaños desaguisados y según convienen muchos analistas, el peronismo y sus secuelas han sido los principales causantes del pesado lastre que acarrean a lo largo de tantas décadas.

 

"Para muestra un botón, dicen". Pues ahí tenemos a la presidenta actual, Cristina Kissner, para hacernos una idea de la galería de "ilustres" dirigentes que han presidido este país en los últimos lustros. "El populismo al poder". Y mientras se dirigen al pueblo y tratan de distraerlo, van llenándose los bolsillos de forma vergonzosa. Por otras latitudes también ocurren cosas parecidas, pero al menos se airean y en algunos casos, incluso terminan por purgarse.

 

Bueno, como siempre ya estoy divagando. Yo sólo pretendía comentar la muerte de ese dictador implacable –su rostro enjuto y su mirada helada ponían el vello de punta-, y de cómo, al final, todos llegan –llegaremos- a ese lugar que nos iguala y a los poderosos muy especialmente. Y ha de ser terrible pensar en que uno vaya a ser recordado como un monstruo que causó dolor y muerte, y que ésta última provoque un sentimiento de alegría y no sólo en quienes padecieron directamente sus maldades. Aquí  no corresponde añadir "descanse en paz".

 

Menos mal que ahora tenemos otro rostro argentino que contraponer al general Videla y que afortunadamente se encuentra en las antípodas del tirano. El Papa Francisco.