sábado, 31 de julio de 2010

ATEÍSMO, BURGUESÍA Y PROLETARIADO.

Tomás Morales Cañedo

Enero 2.010                                      

 

                                                                 

         Desde el "que baje Dios y lo vea", pronunciado por un ateo confeso en el Congreso de los Diputados, o el "soy ateo por la gracia de Dios", es un lugar común atribuir el ateísmo fundamentalmente al materialismo, al marxismo, a la revolución proletaria,… por aquello de no querer aplazar la pobre, posible pero real, felicidad aquí abajo, en la tierra, por la esperanza de una completa felicidad, eterna además, pero en la otra vida, en el cielo.

 

         La gran masa de hombres explotados, desamparados, dejados de la mano de Dios, y no queriendo saber nada de Éste, por ser el cómplice principal de la clase explotadora, la burguesía.

 

         Opino al revés. Me gusta ver el otro lado de las cosas.

 

         Creo, más bien, que el ateísmo fue uno de los principales objetivos y logros de la Revolución Burguesa, en su lucha contra la clase feudal, que tenía en la religión la ideología perfecta para dominar a siervos y artesanos.

 

         Como el primero y principal pecado capital es "la soberbia", consistente en querer enmendarle la plana a Dios, al querer "sobre-salir", por lo tanto echándole en cara su equivocación con él, al haberlo colocado en una clase social, de la que no debería, bajo pecado de soberbia, querer salir, y que ocupaba un escalón concreto en esa escalera social, jerarquizada, feudal, cuya ubicación debía ser absolutamente respetada.

 

         Contra la clase feudal y la jerarquía eclesiástica que le servía de plataforma y la sustentaba, no fue, precisamente, la clase proletaria y trabajadora la que luchó, sino la incipiente clase burguesa, convencida de que si le serraban las patas a la iglesia todo el andamio feudal se vendría abajo y allí estarían ellos, preparados, para tomar las riendas del poder.

 

         De ahí también el objetivo burgués de que los estados fueran ateos, no antiteos, que los estados no profesaran religión alguna, porque las religiones eran las legitimadoras del poder establecido, que la religión se convirtiera en asunto privado y no en asunto de estado.

         ¿Dónde estaban, entonces, los trabajadores? Luchando por sobrevivir, por no morir, por seguir, simplemente, viviendo, ajenos a todo problema de legitimación de poder.

 

         Pero la Iglesia sí que defendía que "el poder viene de Dios, directamente al Papa e, indirectamente, a través del Papa al Rey y a toda la escala social aneja".

 

         Incluso en nuestras monedas no muy lejanas en el tiempo venían con la leyenda "Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios". Y la Iglesia lo sancionaba, dándole el visto bueno.

 

         Dios como dispensador del poder y la Iglesia como la legitimadora.

         Muerto, pues, el perro, se acabaría la rabia.

 

         Si el Renacimiento dejó atrás el "geocentrismo" por el "heliocentrismo" y el "geocentrismo" por el "antropocentrismo", la Ilustración posterior sembró, regó y cultivó el "aquendeísmo" relegando el "allendeísmo" religioso al cuarto trastero, al baúl de los recuerdos.

 

         El pasado fue lo que fue, pero el presente es nuestro y el futuro está en nuestras manos, depende de nosotros. La providencia ha dejado de ser divina y se ha mutado en humana, por el uso de la razón. Nuestro futuro, el de cada uno, depende de nuestro fecundo presente.

 

         La diosa razón es humana.

 

         Voltaire y Diderot fueron, cos su pensamiento, grandes aliados de la burguesía; Nietzsche y Feuerbach grandes militantes ateístas; Marx y Engels los grandes despertadores de las conciencias proletarias de si el presente, ahora, le pertenecía a los burgueses, el futuro estaba en sus manos, a la vuelta de la esquina, tras la revolución y el paréntesis obligatorio de la Dictadura del proletariado y la llegada de la sociedad comunista como punto y final tras la previa etapa socialista.

 

         Demasiado "ocupados" en su triste y diaria existencia como hombres para, además, tener que estar "preocupados" por la existencia o no existencia de Dios.

 

         Los proletarios son los "brotes verdes", los hijos, legítimos o naturales, que sostienen el tinglado capitalista, burgués, aunque muchos de ellos le salieran díscolos.

 

         Los auténticamente interesados en el ateísmo y la no intervención de la iglesia en asuntos de estado, fue la burguesía triunfadora en la revolución. Aunque, posteriormente, serán conscientes y caerán en la cuenta de que si se hicieron con el poder y lo conquistaron, oponiéndose a la Iglesia, ahora, una vez en él, para mantenerse en él, les interesa estar a bien con la iglesia para que ésta modele, domine, conforme, la conciencia de los trabajadores, haciéndoles ver, por ejemplo, que la desobediencia al jefe no sólo es delito, sino, también, y sobre todo, pecado, con las consecuencias que ello conlleva, no sólo en esta vida, temporal, sino sobre todo en la otra, en la vida eterna.

 

         Los burgueses son y siguen siendo ateos, pero, por puro interés, como bastón de apoyo, se vale, se sirve de la Iglesia.

         La creación de comedores para pobres, de barrios obreros cercanos a la fábrica, de dispensarios, de hospitales donde acudir para no morir de hambre o de frío, sobre todo los ya explotados, yo no creo que fuera por motivos caritativos, religiosos, solidarios, sino para aparentar un blanqueo de conciencia y, sobre todo, como un guiño interesado a la Iglesia, para que siguiera siendo su aliado real, aunque no oficial.

 

         Demasiada tarea tenían las masas proletarias con no morir exhaustos como para preocuparse de Dios.

        

         Con lo que, seguro, que no tragaron fue con la Iglesia como Institución, viéndola como cómplice y abogada defensora de la injusticia reinante.

 

         No creo que el proletariado fuera ateo, lo que sí era era anticlerical. Veían a la Iglesia como una institución hipócrita, predicando a diario las bienaventuranzas a los pobres y ella, a pesar de haber hecho voto, voluntario de pobreza, nadar en la abundancia.

         ¿Por qué si era tan bienaventurado ser pobres ellos no querían serlo?

 

         El desprecio a la Institución eclesiástica tuvo que ser frontal. Ella, la hipócrita del "haced lo que yo os diga pero no hagáis lo que yo hago".

 

         Y, sin embargo, ¿por qué ellos, los proletarios tenían, que ser pobres a la fuerza, sin haberlo elegido?

         ¿Por qué un Dios que permite todo esto, que, incluso, lo bendice?

 

         Ante Dios, no echarle cuentas, pasar, ateísmo pasivo.

         Anti-Iglesia sí, ateos activos, militantes o antiteos, al menos directamente, no,

 

         Sólo que si la Iglesia es la representante de Dios en la tierra, y yo me opongo a la Iglesia, ¿Me opongo a Dios? ¿O es que es imposible que una Institución tan hipócrita pueda ser la representante de Dios?

domingo, 25 de julio de 2010

UN VERANO MÁS.

Mayte Tudea.

9-Julio-2010

 

 

Ha llegado el verano. Una estación que todo lo ralentiza: el "tempo" que adquieren las cosas se hace más denso, más lento. El calor imprime a los movimientos una cierta desgana, una morosidad que se evidencia en las horas posteriores a la comida en que la somnolencia se apodera de  nosotros, y nos obliga a dormitar, incluso a veces, en contra de nuestro propio deseo.

 

Este descanso nos nutre de energía y cuando el sol va perdiendo fuerza entre resplandores rojizos, anaranjados y violetas, sentimos una especie de renovación, un deseo de actividad adormecido durante el período de la siesta.

 

Es una hora ideal para caminar. Yo tengo la sensación de que amaneciera de nuevo, y con ropa ligera y calzado cómodo recorro el Paseo Marítimo de Poniente (también llamado Paseo del colesterol). En ocasiones, descalza, camino bordeando la orilla del mar, viendo cómo las olas se desmayan en la arena, la acarician, la rozan con suavidad como si temieran molestarla.

 

El olor a mar lo percibo de un modo diferente al que me llega durante el día. Se intensifica, se saliniza, y en esa oscuridad azulada que lo cubre todo de repente, plateados regueros  iluminan el agua; incontables puntos luminosos parpadean en lo alto; el paisaje se transforma de repente, y todo queda envuelto en un halo indefinible, misterioso, como si algo mágico pudiera acontecer en cualquier momento.

 

Tras estas divagaciones, voy a intentar acercarme al "leit-motiv" de mi comentario, sobre lo que desde un principio pretendía reflexionar. (Como siempre, para llegar a Madrid previamente he pasado por Santander).

 

A lo largo del amplio paseo he ido viendo a jóvenes  -y no tan jóvenes- vestidos con indumentaria deportiva, corriendo sudorosos, con una expresión de sufrimiento en sus rostros, y sospecho imaginan que a mayor padecimiento, mayor será la recompensa que habrán de obtener a tan duro esfuerzo.

 

Nunca he comprendido bien ese razonamiento, ya que creo que la principal función del deporte o de la actividad física es la de liberar endorfinas y producir satisfacción o placer en quien los practica, además de los beneficios para la salud que también proporcionan.

 

En fin, como decía la canción de Serrat: "Cada quien es cada cual, y baja las escaleras como quiere..."

 

Pero cuando regreso caminando por la playa, me encuentro en ocasiones algunas personas sentadas plácidamente en la orilla, en una sillita plegable, junto a los bártulos de pesca, y la caña bien anclada dentro de la arena.

 

La otra noche pregunté a una de ellas: "¿Pican?" El señor me miró sonriente y con expresión serena me contestó: "Habitualmente, no; pero no importa demasiado, yo principalmente vengo aquí a pensar". La respuesta me sorprendió, y tuve que morderme la lengua para no insistir: ¿"Y en qué piensa usted?" Sólo le dije despidiéndome: "Buena pesca, y buenos pensamientos".

 

"Feliz paseo, señora" me contestó con otra sonrisa.

 

Yo también sonreía mientras hundía los pies en la arena húmeda, y pensaba: "Cuando este hombre vuelva a su casa y se acueste en su cama con todos los sentidos impregnados de la serenidad de la noche, de este mar sosegado, tiene que conciliar el sueño profundamente y descansar".

 

E imaginaba a los crispados corredores de  "maratón", con los músculos tensos, apenas sin resuello, agobiados por la "proeza física" realizada, tomándose un "valium" para relajarse y poder dormir.

 

Y recuerdo lo que decía mi abuela: "Sarna con gusto no pica, pero mortifica".

 

 

sábado, 17 de julio de 2010

NO SÉ SI ESTO ERA LO MEJOR…

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Voté la Constitución. Fui partidario del nuevo estado de las autonomías, participé en su petición con manifestaciones y me sentí cómodo con la consecución de su establecimiento, como al parecer de la mayoría era lo mejor para el país.

 

En Valencia era, como supongo que en el resto del estado, una constante en todo tipo de manifestaciones, aquel célebre grito de "¡Llibertat, amnistía y estatut de autonomía!"

 

De esto han pasado ya un montón de años. Y ahora, no sé si por la edad, por la crisis, o por qué otras causas, empiezo a dudar si era realmente aquello lo que yo pedía, o no era exactamente eso lo que quería, o si estaba en un error al creer que eso era lo que necesitaba el país.

 

Me gustaría conocer al detalle los gastos que generan las autonomías, con sus presidentes, sus consejeros, sus congresistas, funcionarios, policías, gestores, secretarias, conductores, automóviles, sedes sociales, etc. etc. Me gustaría conocerlos, pero sin arreglos ni dulcificaciones extrañas.

 

Imaginen que en mi casa, de pronto se produce un acuerdo entre Pepa y mis dos hijas (bueno, esto debió ser antes de marcharse a vivir solas). Me plantean que quieren seguir viviendo en casa, pero con total autonomía, con todo el poder individual para cada una.

 

Llegado a este punto, acuerdan que debo elevar la dotación económica a cada una, de forma que sea suficiente para mantener sus nuevas situaciones contractuales: cada una contratará un abogado, un gestor, (no están de acuerdo con el habitual de la casa). Quieren también contratar con Sevillana un contador de luz para cada zona particular, desvinculado del resto de la casa. Y dotar a cada zona de un frigorífico, cocina, lavadora, etc.

 

Lógicamente quieren hacerse cargo de todos los gastos que conlleven las distintas situaciones, una vez desligado todo del funcionamiento central de la casa. Eso sí, todo ello debe salir del único ingreso que tiene la familia: el sueldo del papá.

 

Se hacen los cálculos para que puedan asignarse las distintas aportaciones a cada uno, y se llega a un acuerdo. Todos deben acomodarse a su asignación anual, sin posibilidad de déficit para nadie.

 

Mal que bien vamos tirando. El segundo año ya no hay comidas, ni copas, apenas se compra una buena botella de vino. Ni hablar de vacaciones, ropa, calzado…, hay que aprovechar al máximo las posibilidades.

 

Para pagar las cuotas comunitarias y algunos de los gastos comunes, hay verdaderas dificultades. Entramos en deudas, tanto la administración central como cada una de las autónomas.

 

Se convoca una reunión general, en ella se acuerda renunciar a la estructura de ingresos y gastos separados. Se vuelve al sistema inicial.

 

Y poco a poco, volvimos a poder reanudar la antigua costumbre de buen comer, buen beber, vacaciones, ropas, etc. etc.

 

……

 

Miremos ahora la realidad de la vida española, con su estado autonómico en pleno funcionamiento.

 

¿Es necesario el desdoblamiento administrativo y político, así como el doble funcionamiento de todo tipo de engranajes del estado central?

 

¿Es necesario duplicar los cargos, los funcionarios, las estructuras?

 

¿Cuánto dinero supone esta duplicidad?

 

¿Esta duplicidad y este doble coste aseguran una mejor calidad de vida política a los españoles, y sin él no sería posible conseguirlo?

 

Yo ahora mismo, como decía al principio, dudo de todo. No estoy seguro de que este resultado hubiera sido necesario. Sí estoy seguro del elevado coste que supone para la economía del país esta duplicidad.

 

Soy consciente de que esta nueva postura mía (ojo, no definitiva ni siquiera bien meditada) me acarreará críticas de las personas que realmente lo tengan claro y sean a favor del actual sistema autonómico.

 

Me parece estar viendo y oyendo a algún amigo mío – te veo Andrés – diciéndome aquello de "lo mejor es la edad de piedra, las cavernas".

 

El que yo ahora mismo dude, me permita pensar en voz alta sobre este asunto, no significa que prefiera un cambio urgente de situación.   

 

Supongamos que es posible reconvertir el estado actual de las autonomías a algo semejante (al menos en el aspecto financiero) a lo existente en el año 1979.

 

Nunca llegué a entender muy bien las autonomías de, por ejemplo, Murcia, Extremadura, Santander, etc. Nunca. Ese "Café para todos" ¿no era evitable?

 

Si sacamos del grupo a Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía, incluso Valencia, el resto fue una concesión innecesaria, y muy costosa, que ahora descubro como de dudosa oportunidad.

 

No sé si medimos bien los costos al proceder a la extensión a la totalidad de las regiones para su conversión en autonomías, por el tremendo importe que supone para la hacienda española toda esta duplicidad de estructuras de todo tipo. No lo sé, y dudo…

 

P.D. Después de escrito este artículo, y guardado en el correspondiente archivo para su posterior publicación en el blog, encuentro varios artículos escritos y comentarios televisivos y radiofónicos sobre este tema, de personas, digamos no dignas de mi consideración, de más bien poca estima democrática… Vamos, que después de lo escrito, estas personas y su pensamiento al respecto, me han hecho ver claro que lo mío era, simplemente, una calentura veraniega. He dicho.

 

sábado, 10 de julio de 2010

CONCIENCIA ANIMAL Y CONCIENCIA HUMANA

Tomás Morales Cañedo

Enero de 2010                                           

 

 

         El creacionismo está en sus horas más bajas, al tiempo que más alto se encuentra el conocimiento científico.

         Ni siquiera con ese nuevo intento, disfrazado de científico, que los ultramontanos americanos se han montado para poder colarse, de rondón, bajo el señuelo de "científico" en las enseñanzas de los escolares, llamado, rimbombantemente, "Diseño Inteligente" (D.I.).

 

         Naturalmente, si es "Diseño" no es algo natural, autohecho, sino "arti-ficial", hecho por artista. Si es Diseño necesita un Diseñador, además, Inteligente, o sea, Dios. Creacionismo.

 

         Pero la Evolución es un hecho. No se discute si hubo o no hubo evolución. Hubo evolución. La evolución es un hecho, no una hipótesis.

         Otra cosa son los mecanismos evolutivos, aquí sí, aquí están, en los mecanismos, el campo de las hipótesis.

 

         El creacionismo siempre fue y sigue siendo sólo una creencia. No una hipótesis explicativa. Cuando el hombre no conocía, creía. La creencia, a falta de conocimiento científico, como respuesta a una pregunta para la que no se tenía respuesta racional.

 

         Los animales no fueron creados, el hombre tampoco.

 

         En un momento indeterminado en la línea de desarrollo evolutivo el hombre comienza a diferenciarse de los animales.

 

         El animal posee una forma específica de conciencia. Y sobre ese tipo de conciencia está montada la conciencia humana, yendo más allá de ella y diferenciándose.

 

         Mientras el animal sólo se da cuenta, es consciente, de los estímulos presentes, su conciencia es "inmediata".

         Anclada en el aquí y en el ahora. Sólo consciente tanto de sus medios de consumo, para vivir, como de sus depredadores, para no ser matado.

 

         En segundo lugar el animal tiene una conciencia "limitada". Para el animal todo aquello que no tenga que ver con sus medios de consumo, para tomarlo, o sus depredadores, para huir de ellos, no existe, no es consciente.

 

         Y en tercer lugar la conciencia animal es "inconstante", no dura, no permanece. Como el animal no esté bajo el apremio de la necesidad de alimentarse o de la amenaza de un depredador, no tiene conciencia de ellos. No es una conciencia previsora, anticipada, siempre alerta.

 

         ¡Que diferente la conciencia del hombre!

 

         En primer es una conciencia "mediata". No tiene por qué estar presente el estímulo. El lenguaje, como intermediario y sustituto de las cosas.

 

         En segundo lugar es una conciencia más "amplia", no sólo se atiene a los nutritivo, comestible, y a lo peligroso, sino también atañe a cosas o personas ajenas a esas dos características, al sol, a la lluvia, a la montaña, a los ríos, y a aquel que va paseando, a la mujer que está en la playa, al socorrista de la piscina del bloque de enfrente.

 

         En tercer lugar su conciencia es "constante", actúa fuera del apremio de la necesidad de comer o de la amenaza de los depredadores.

         Un chiste, una poesía, un crucigrama, una novela, una carta de amor o de pésame…. que serían inimaginables en una conciencia animal, "inmediata", "limitada" y "no constante" pero que son seña y distintivo humano y de su conciencia "mediata", "amplia" y "constante".

 

         Lo superfluo y no necesario, lo lúdico y lo no relacionado con la vida biológica, el erotismo del saber, el saborear el saber por el solo placer de saborearlo, sin ataduras a la vida, el desarrollo de lo espiritual y no material,… eso y más es sólo humano, es lo más típicamente humano.

sábado, 3 de julio de 2010

RIMAR O NO RIMAR, ESTE ES EL PROBLEMA

Mayte Tudea.

30-Junio-2010

 

 

Nuestro amigo Ángel se plantea el problema de hacer o no poesía cuando uno teme "no estar a la altura", o no alcanzar esa "delgada línea roja" que separa el poema del "bodrio".

 

Quienes me conocen no se sorprenderán si digo que una de mis debilidades es precisamente la poesía, y que para mí cualquier lugar es bueno para componer: mientras conduzco, o voy en el autobús, o contemplo una puesta de sol, o me desvelo en la noche y comienzo a elucubrar. Y que habitualmente llevo conmigo una pequeña libreta en la que anoto una frase, un pensamiento, y en ocasiones, hasta completo un cuarteto que parece hilvanarse por sí mismo y casi sin mi intervención.

 

Yo también sentía una gran inseguridad ante lo que escribía –y todavía dudo, y me cuesta discernir si es bueno o no-, y por eso suelo someterlo a la consideración de quien está capacitado para juzgarlo. Y aún experimento un enorme pudor cuando lo veo publicado, porque me parece estar a la intemperie ante la mirada de personas que a lo mejor ni conozco y entiendo que es como si me desnudara ante ellas.

 

En el artículo que aparece en la última revista de Amaduma, titulado "Mito", Tomás, nuestro filósofo, se expresa de esta manera: "Ser poeta es una cosa muy seria, y quien se denomina así, o es un inconsciente, o es un creído o un genio..."

 

Como no quisiera pertenecer a ninguna de las dos primeras categorías, y por supuesto no puedo llegar a la tercera, habré de aclarar que aunque la poesía me encanta, sólo me considero una aprendiz en este tema. Sin embargo, disfruto enormemente escribiéndola –que a fin de cuentas es de lo que se trata-, y a pesar de lo que dijo un autor que ahora mismo no puedo recordar (creo que fue Jorge Guillén), "el poeta es un gran mentiroso", en algunas ocasiones es inevitable que tus propias experiencias o sentimientos se mezclen con lo imaginado y vertido después en el papel, y por eso cuanto se escribe no es siempre exactamente la verdad, pero de ninguna de las maneras puede considerarse mentira.

 

Yo sé que la poesía que ahora se valora es la del verso libre, que la rima ha quedado anticuada, y que cuanto más "intrincados" son los términos o las metáforas que se emplean, mayor enjundia se le adjudica al poema. No estoy preparada para objetar nada en contra.  Pero  me ocurre -no puedo evitarlo- que los versos que escribo parecen rimarse solos. Y cuando intento hacerlos libres, o blancos, es una tarea que me produce un esfuerzo mucho mayor y encima nunca terminan de gustarme.

 

Mi amigo Ángel me comenta que escuchó decir hace unos días a un poeta conocido (tampoco recuerda el nombre), que para escribir verso libre primero es necesario dominar el soneto, y conseguido esto, lanzarse de cabeza a componer con libertad y sin el corsé que impone la rima.

 

Vale. Tomo nota. Como la dificultad para mí siempre ha sido un valor añadido, y los  retos me encantan,  en eso estoy: "Rimar o no rimar" ¿y por qué no ambas cosas? Lo uno no excluye lo otro.

 

Y para que se observe cuanto digo, a continuación incluyo dos ejemplos. Ustedes/vosotros (¡que genial el habla malagueña!) juzgarán/juzgaréis.


 

 

INÚTIL ESPERA

 

 


 

Despierta la mañana. El largo día

ve nacer la esperanza que entrelaza,

-aunque el silencio oprime y amenaza-

con sutiles aromas de alegría.

 

Y en esa inquieta espera en que se enlaza,

el claro amanecer y el mediodía,

la tierna tarde envuelta en ambrosía,

al duro anochecer al fin se abraza.

 

El tiempo ha concluido. No hay excusas

para seguir tejiendo ensoñaciones,

no serán entonadas las canciones

 

de estériles anhelos, de difusas

promesas, de absurdas pretensiones.

Tan sólo el corazón, pide razones.


 

 

                                     AMANECE MAÑANA.

 

                                                                                                                                  


Se desploma la tarde.

De repente, el cansancio

de sus tonos naranja

se torna violáceo.

El silencio cercena

los restos de esperanza;

es un eco el derrumbe

de aquello que se anhela.

 

Y la noche aparece:

tan oscura y concreta,

brutal, laminadora,

y no concede excusas.

 

Obstruye los resquicios,

las falsas ilusiones,

y ominosa y silente,

confirma los presagios.

 

A la luna la esconde

con un opaco velo,

y tamiza el fulgor

de los lejanos astros.

Y aunque soberbia triunfe,

y sus leyes imponga,

nunca podrá impedir

que amanezca mañana.