domingo, 26 de junio de 2011

LOS INDIGNADOS

Mayte Tudea Busto.

20-junio-2011

 

 

 

Aparecieron de repente. Primero en el kilómetro cero de nuestro país, en esa castiza y festera Puerta del Sol desde la que los treinta y uno de Diciembre de cada año escuchamos las complicadas campanadas de su famoso reloj, que nos introducen en otro Año Nuevo preñado de expectativas y posibilidades, aunque éstas difícilmente se cumplan.

 

Pues bien, de repente ese lugar emblemático se llenó de personas, principalmente jóvenes, que portaban pancartas, gritaban reivindicaciones, protestaban cívicamente contra un sistema que les oprime, que les cierra las puertas del futuro y que parece estar dispuesto a terminar de fagocitar una generación a la que ya llaman "perdida", igual que hubo otra a la que denominaron "maldita".

 

La escena aparecía revestida de un tinte romántico y evocador (el famoso Mayo francés), y aquella parte de nosotros que un día fue joven no podía  evitar solidarizarse con la situación, por utópica que nos pudiera parecer.

 

El movimiento produjo un inmediato contagio y en muchas capitales españolas, y en sus plazas más emblemáticas, se instalaron otros "chiringuitos" similares con eslóganes parecidos.

 

Pasaban los días; nos sorprendía su resistencia y su persistencia, pero ya los

colchones, los "chambaos" y las cacerolas empezaban a afear la idílica imagen de los primeros días. Pasaban ante las cámaras que todo lo captan personas desaseadas y mal encaradas, marginados, y la pureza inicial de la protesta parecía contaminarse.

 

La reprobación hacia una clase política y a una determinada manera de hacer política, y la avaricia ciega de ciertos estamentos financieros que han ayudado a provocar esta crisis, es fácilmente compartible por muchos de los ciudadanos. Sin embargo, tampoco son inocentes aquellos que con una insensatez desmesurada se han "embarcado" en adquirir bienes que estaban muy por encima de sus posibilidades y que ahora se lamentan de no poder hacer frente a las obligaciones contraídas. Lo más cómodo siempre es delegar culpas. Ningún Banco obligaba a sus clientes a solicitar una hipoteca, aunque bien es cierto que les animaba y facilitaba la tarea de conseguirla. "Dos no riñen si uno no quiere". A mí –y supongo que no sólo a mí- me llegaban diariamente cartas ofreciéndome dinero a crédito a conseguir en veinticuatro horas, y no se me ocurrió caer en la trampa de aceptar que otros me crearan una "necesidad" innecesaria.

 

El toque de atención que ha supuesto esta explosión indignada de un gran número de jóvenes, a los que se han sumado otros que no lo son tanto, sin lugar a dudas era imprescindible. Ahora bien, si esta protesta no se canaliza por los carriles adecuados,  puede terminar como "el rosario de la aurora".  Y así se ha visto en las manifestaciones de Barcelona y de alguna otra ciudad más, infiltrándose en ellos elementos violentos y con intereses espurios.

 

Los indignados precisan líderes que les representen, un programa que recoja sus reivindicaciones y una agrupación que los aglutine. En resumidas cuentas, si desean conseguir cuanto se proponen, no tendrán más remedio que entrar en el juego político que tanto parecen aborrecer.

 

 

lunes, 20 de junio de 2011

¿HIJA DEL PECADO?

Tomás Morales Cañedo

 

Hace unos días leí, con este título, la columna en el ADN, de mi admirada escritora Ángela Becerra.

 

Parece ser (no lo he comprobado) que la Jerarquía Eclesiástica ha condenado la fecundación in Vitro, de mujeres solteras, y considera "hijos del pecado" a los niños nacidos a través de los nuevos métodos de ayuda a la maternidad.

 

Cuenta Ángela Becerra que Inés, la niña de su amiga Marta, venida a este mundo por inseminación artificial, sirviéndose de las modernas técnicas de reproducción asistida, es, por unos cuando días, "hija del pecado", porque, con que hubiera nacido una semana antes…

 

También dice que muchos, si pudieran, harían con ella (con Ángela) un churrasco poniéndola en una parrilla (y me he acordado de San Lorenzo, pero en femenino), por blasfema.

 

Una antigua alumna me comunicaba hace unos días, su alegría, porque estaba embarazada. Estaba nerviosa y expectante, pendiente de la ecografía. Quería saber si era Alejandro o era Lucía, lo que allí dentro se encontraba.

Era Lucía.

Desde el primer momento le aconsejé que, siempre que pudiera, y desde ya, se pusiera las manos en esa barriga progresiva y le cantara nanas.

Me contestó que desde el primer momento ya había empezado a hacerlo.

Me llevé una gran alegría, que la llevaré encima hasta que la vea (a Lucía) ya fuera y llorar.

 

No sé si mi antigua alumna está casada o no. Ni me interesa. Más aún, me importa un rábano su "estado civil". Sé que quería ser madre. Sé que lo va a ser. Sé que será la niña más querida del mundo y ella la madre más feliz de la tierra.

 

Tú (permíteme que te tutee, porque a mí, también me gusta escribir, aunque lo haga mal) me hablas de Marta y de Inés. Estamos empatados.

 

Lo que más me repatea es que sean, precisamente, los que voluntariamente han hecho voto de castidad y renuncia a la generación de vida los que califiquen de buenos o malos a los que sí hemos optado por ser padres.

He escrito, muchas veces, tanto en mi blog como en mi web, sobre este asunto.

 

Cuando ya hasta en el ejército están entrando las mujeres, no por ser mujeres, sino por sus méritos. Cuando en todos los ámbitos de la vida, varones y mujeres compiten por hacerse sitio, en justa lid, sin discriminación de sexo (no soporto que se lo llame "discriminación de género", porque la categoría "género" se aplica a las palabras: LA mesa, El perro, Lo justo… mientras los seres animales somos macho o hembra, varón o mujer), el último reducto numantino al que no tiene acceso la mujer es en la Iglesia como Jerarquía).

 

Si Jesús volviera los echaría del templo por insultar a la nueva vida.

 

Si cualquiera de ellos (de los jerarcas eclesiásticos) necesitase un trasplante de corazón o de riñón, no preguntaría si el donante estaba en pecado o en gracia.

 

El pecado es no amar al hijo, no cómo ha venido o dejado de venir a este mundo

 

Yo no sólo no te condenaría. Desde mi Málaga te quemo unas varillas de incienso, para que te embriagues y sigas recreándome con tu columna.

 

Un admirador.

 

Tomás Morales Cañedo.

 

(Carta reenviada a Á. Becerra, la misma noche en que leí su columna)

jueves, 9 de junio de 2011

MÁS DE DOS CARAS…

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

L

a vida tiene varias caras.

Suele decirse que tiene dos. No es cierto. Tiene varias.

Hay veces que descubrimos una, hay otras en que presenta varias. Y no es fácil distinguir si realmente corresponden a una o a distintas vidas, aunque sean de una misma persona.

Tú mismo te encuentras con situaciones en que no estás seguro de que ese sea tu comportamiento, si esa es tu propia reacción  o no.

En unas situaciones, te comportas de tal manera. En otras, tu reacción es otra totalmente distinta y además, dejándote un poso de diferente motivación. No Te Reconoces En Esa Tu Postura.

Esa es otra cara de tu vida.

Ocurre a veces que eres incapaz de entender alguna de tus actitudes. Has mostrado una pose o un aspecto de tu personalidad, de la que estás convencido que no es propiamente tuya. No eres tú quien ha propiciado esa respuesta. No te reconoces ni la admites como propia.

O quizá sí. Pero es posible que en momentos de distinto tipo de sensibilización, percibamos nuestra propia actuación con unos tonos diferentes a como lo hubiéramos hecho (o hubiéramos intentado hacerlo) nosotros mismos. Es un simple cambio de tono vital.

Te ocurre a veces una reacción, un dicho, unas palabras, o un simple saludo, que lo has hecho de tal forma, o con tal tono, que tú mismo te extrañas de que ese haya sido tu estilo. No está dentro de tu "catálogo", pero por las causas que sean, ese día, en ese momento, esa ha sido tu actuación.

Y posiblemente después, dará lugar a petición de excusas, a otras explicaciones que incluso tú encuentras extrañas, no convincentes, pero no hay otro tipo de explicación, que no sea una reacción no habitual, otra "cara de tu vida", que hasta tú mismo no entiendes.

¿Qué pensar cuando esas sensaciones ocurren con alguien distinto a ti, otra persona es quien actúa con tics distintos a los habituales en ella?

Dado que pensamos que los otros siempre tienden a ofrecer distintas facetas de su vida frente a los demás, en cualquier momento encontramos esas otras "caras" en sus actuaciones, por otra parte las más naturales del mundo, aunque a nuestro parecer no lo sean. Es nuestra propia ansia de verlos la que nos fuerza a su real/falso descubrimiento.

La trayectoria personal de cada cual, aun sin pretenderlo, siempre queda marcada a lo largo del tiempo en la actuación convencional individual.

Y te sorprende cuando otra persona se asombra de encontrar en ti esta u otra cualidad, que al parecer desconocía de tu perfil personal.

¿Cuántas veces has descubierto tú en otra persona, un amigo, un conocido, incluso alguien más  allegado, un detalle o un rasgo particular que nunca habías imaginado que pudiera tener escondido?

 

"El hombre es el más misterioso y el más desconcertante de los objetos descubiertos por la ciencia." (Ángel Ganivet)

 

Es precisamente por ese misterio que le rodea por lo que en multitud de ocasiones encontramos esa multiplicidad de aspectos – o caras – en nosotros mismos. Eso mismo hace que nos sorprenda la actitud de otras personas, cuando mantienen una reacción inesperada, no porque sea mejor o peor, sino por ser descubierta en ese preciso momento.

 

"No existe nada bueno ni malo, es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así", decía W. Shakespeare.

Mucho más claro queda expresado así el motivo de nuestros titubeos en la contemplación de nuestras actitudes y las de nuestros semejantes. Es el pensamiento el que nos lo hace parecer así.

No es que tenga dos caras la vida, somos nosotros los que la enfocamos desde distintos ángulos.

 

jueves, 2 de junio de 2011

LOS NUEVOS VALORES

Tomás Morales Cañedo

 

Si la moral religiosa está de capa caída y son pocos los que la practican, a pesar de que se confiesen creyentes, es porque la base en que se fundamenta, la religión, también lo está.

 

Hemos apostado por la razón, por la ciencia y la tecnología, queremos jugárnoslo todo en esta vida, la única felicidad a la que aspiramos es a la terrenal, de esta manera la fe en la otra vida poco tiene que ofrecer y que pueda ser tomado en serio.

 

Acostumbrados a las hipotecas variadas y a los pagos aplazados, como una nueva forma de vivir, (¿quién paga al contado una casa o un coche de gran cilindrada, cuando te ofertan poder pagarlo poco a poco?) ya no se quiere hipotecar la vida, ésta, la que tenemos más a mano, de la que no saldremos vivos, pero que mientras vivimos no queremos hipotecarla, no vaya a ser que después no haya nada y lamentemos la pérdida y la inutilidad de nuestro vivir/sinvivir..

 

A los pobres como bienaventurados los hemos sustituido por "bienaventurados los que de todo tienen, porque ellos nada tendrán que envidiar".

Las bienaventuranzas de hoy son las contrabienaventuranzas, las desventuras que nos predicaban los curas, la religión, la moral religiosa (aunque habría que reinterpretarlas para que estén "a la altura de los tiempos").

Como deberíamos acostumbrarnos a calificar a los libros sagrados de "inspirados" más que de "revelados".

"Revelado" es el Corán, para los islámicos. Alá fue "distándole", palabra por palabra, a Mahoma, y éste se limitó a escribirlas. De ahí que el Corán sí es "palabra de Alá", luego hay que aplicarlo "a la letra", sin cambiar ni un punto ni una coma.

"Inspirados" son los libros de la Biblia, escritos por personas individuales, acorde con los tiempos en que vivían, con la cultura en que se desarrollaban, con las vicisitudes en que vivían.

Hoy no nos vale decir de Dios "Señor Dios de los ejércitos", pero cuando ello fue escrito sí, porque estaban, errantes, en camino, luchando contra sus enemigos para llegar a la tierra prometida, ocupada, o para defenderla, una vez ya sedentarios.

Y la mejor manera (como en todas las religiones) de proclamar las maravillas del Dios en el que se cree, es que naciera de una virgen, y que ésta estuviera libre de pecado original, y que no "conociera varón", porque la "virginidad" era si no la más sí una de las virtudes más apreciadas.

 

Pero hoy no. La maternidad es una bendición y ser virgen no es mérito ni demérito alguno, sino la otra opción a la maternidad.

 

El dolor ha dejado de ser un mérito. ¿Mérito de qué y para qué? Sólo un masoquista lo valorará positivamente...

¿Qué puede conseguirse del dolor y con el dolor, sino más dolor?

El "parirás con dolor a tus hijos" tenía sentido cuando no se sabía como evitarlo, porque siempre acompañaba al parto, ¿pero hoy? Como el ganarás el pan con el sudor de tu frente", hoy el tractorista, el profesor, el radiólogo, el que maneja la grúa o el que conduce una cosechadora, no sudan y se ganan el pan de cada día.

Tuvo sentido en su tiempo. Pero hay que reinterpretarlo "a la altura de los tiempos que vivimos".

 

El Dios al que le gusta la sangre, los sacrificios, el dolor, ¿no será un ídolo? Porque el dolor lo torna todo sospechoso. Ha dejado de ser moneda de cambio, para calificarse de timo religioso.

Al Dios de hoy no le gusta el olor a quemado.

 

Cuando oigo hablar o leo lo de "la crisis de valores", me entra una satisfacción…. Porque si los tiempos "cambian que es una barbaridad", los valores tendrán que acompañar a los tiempos. ¿Cómo van a ser mis valores como los que valieron para mis abuelos?

 

La obediencia ciega al padre, al profesor, a "nuestros mayores,… ha dejado el sitio a las razones para obedecer.

 

El sexo ha dejado de ser pecado y se ha convertido en lo que siempre debió ser, una actividad placentera entre dos cuerpos y almas que se sienten a gusto dándose mutuamente, al tiempo que se exploran y se recorren toda la geografía de la piel.

 

Lo curioso del caso es que tras apostar por la vida laica, por la razón, la ciencia y la tecnología, desoyendo la llamada religiosa, aparecen más sectas religiosas que nunca, como si Dios se negase a salir del escenario, apareciendo siempre, aunque con otros ropajes.

Magos, echadores de cartas, lectura de manos, amarres, recuperar el amor perdido, la bola de cristal,… (infinitos los dioses (con minúsculas) sucedáneos, que se proponen para sustituir y ocupar el sitio vacante dejado por Dios).

 

Los pirsings y los tatuajes, en las partes más inusitadas del cuerpo, me recuerdan a las tribus salvajes y sus ornamentos, y, sin embargo, es lo que se lleva.

 

Los cambios sociales, económicos, culturales,… plantean nuevos problemas para cuya solución ya no valen ni el método ni las respuestas antiguas.

Habrá que explorar nuevos caminos y proponer nuevas explicaciones

 

¿Qué decir de la influencia de los métodos anticonceptivos en la vida de la pareja?

¿Qué decir de la forma de pago con una "hipoteca bancaria", y, mientras, te permite vivir y disfrutar?

¿Qué decir de la gratuidad y universalidad de la enseñaza y de la sanidad, de las prestaciones sociales, de la protección a los parados,..?

 

Son respuestas nuevas que estamos dando y que nos sitúan en el estado del bienestar, del que, una vez que se lo ha catado y se le ha sacado el gusto, ya nadie quiere apearse de él y los que no están, en él quieren ingresar.

 

No pueden aplicarse recetas antiguas ante los nuevos retos con que vienen pertrechados los problemas actuales.

El dinero en el calcetín o bajo la losa es un antivalor, no es un ahorro, sino "perderle dinero"

 

Cuando hemos apartado del camino las piedras con las que tropezábamos, envueltas en forma de pobreza, de analfabetismo, de ignorancia, de miedo, de dogmatismo, de odio tribal, de…

 

Tenemos que crear nuevos valores ante las nuevas situaciones.