LOS INDIGNADOS
Mayte Tudea Busto.
20-junio-2011
Aparecieron de repente. Primero en el kilómetro cero de nuestro país, en esa castiza y festera Puerta del Sol desde la que los treinta y uno de Diciembre de cada año escuchamos las complicadas campanadas de su famoso reloj, que nos introducen en otro Año Nuevo preñado de expectativas y posibilidades, aunque éstas difícilmente se cumplan.
Pues bien, de repente ese lugar emblemático se llenó de personas, principalmente jóvenes, que portaban pancartas, gritaban reivindicaciones, protestaban cívicamente contra un sistema que les oprime, que les cierra las puertas del futuro y que parece estar dispuesto a terminar de fagocitar una generación a la que ya llaman "perdida", igual que hubo otra a la que denominaron "maldita".
La escena aparecía revestida de un tinte romántico y evocador (el famoso Mayo francés), y aquella parte de nosotros que un día fue joven no podía evitar solidarizarse con la situación, por utópica que nos pudiera parecer.
El movimiento produjo un inmediato contagio y en muchas capitales españolas, y en sus plazas más emblemáticas, se instalaron otros "chiringuitos" similares con eslóganes parecidos.
Pasaban los días; nos sorprendía su resistencia y su persistencia, pero ya los
colchones, los "chambaos" y las cacerolas empezaban a afear la idílica imagen de los primeros días. Pasaban ante las cámaras que todo lo captan personas desaseadas y mal encaradas, marginados, y la pureza inicial de la protesta parecía contaminarse.
La reprobación hacia una clase política y a una determinada manera de hacer política, y la avaricia ciega de ciertos estamentos financieros que han ayudado a provocar esta crisis, es fácilmente compartible por muchos de los ciudadanos. Sin embargo, tampoco son inocentes aquellos que con una insensatez desmesurada se han "embarcado" en adquirir bienes que estaban muy por encima de sus posibilidades y que ahora se lamentan de no poder hacer frente a las obligaciones contraídas. Lo más cómodo siempre es delegar culpas. Ningún Banco obligaba a sus clientes a solicitar una hipoteca, aunque bien es cierto que les animaba y facilitaba la tarea de conseguirla. "Dos no riñen si uno no quiere". A mí –y supongo que no sólo a mí- me llegaban diariamente cartas ofreciéndome dinero a crédito a conseguir en veinticuatro horas, y no se me ocurrió caer en la trampa de aceptar que otros me crearan una "necesidad" innecesaria.
El toque de atención que ha supuesto esta explosión indignada de un gran número de jóvenes, a los que se han sumado otros que no lo son tanto, sin lugar a dudas era imprescindible. Ahora bien, si esta protesta no se canaliza por los carriles adecuados, puede terminar como "el rosario de la aurora". Y así se ha visto en las manifestaciones de Barcelona y de alguna otra ciudad más, infiltrándose en ellos elementos violentos y con intereses espurios.
Los indignados precisan líderes que les representen, un programa que recoja sus reivindicaciones y una agrupación que los aglutine. En resumidas cuentas, si desean conseguir cuanto se proponen, no tendrán más remedio que entrar en el juego político que tanto parecen aborrecer.