miércoles, 24 de julio de 2019

EL SONIDO DEL SILENCIO

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Conocí una canción en el año 1965 del dúo americano Simon y Garfunkel, con un sonido suave, sin gritos, apenas sin ruido, acompañados de su guitarra. Era una canción que me fascinó y la seguí y sabía que aunque había nacido como consecuencia del asesinato del presidente Kennedy tenía otros muchos sentidos para todos nosotros. Así lo sentía yo, y lo sigo sintiendo, porque todavía me sigue cautivando. Los Sonidos del Silencio.

Sería un agradable ambiente para leer este artículo la posibilidad de escuchar como fondo esta canción de S & G porque llenaría mientras tanto tus oídos de ese absorbente y delicado  sonido que parece ofertarte exactamente los sonidos del silencio...

¿Os habéis fijado cuando vais en un medio público de transporte - autobús, metro, tren - en la cantidad de gente que va manejando sus móviles, escribiendo, contestando, haciendo no sé qué cosas con esos endemoniados aparatos cuyo primer fin fue hablar y escuchar, y ahora hacen de todo menos eso? 

"... y de pronto vi una luz en la calle que me cegó, en medio del silencio..."

 

Y no se habla. He observado cuatro personas en una mesa de un restaurante donde se supone que van a reunirse para comer, beber y dialogar, y están los cuatro son sus aparatos escribiendo, manejando, haciendo cosas, las que sean, y comunicándose con quien sea - sería terrible que fuera con alguien de esa misma mesa - y dejando pasar el tiempo hasta que a alguien se le ocurre llamar la atención de la concurrencia y hace ver que allí hay unas bebidas y unas tapas para tomar y ¡qué menos! romper el silencio que se ha instalado y crecido entre ellos.

"... y podrá llegar un día en que de vosotros se adueñará..."

 

Es triste pensarlo así, tan a lo frio, pero veo muy clara esa posibilidad de que se rompa la comunicación oral entre las personas, que realmente se adueñe de nosotros el ritmo del silencio.

¿No habéis observado frecuentemente a un grupo de jóvenes, un grupo grande, varios jóvenes varones y hembras, que están juntos, que persiguen algún fin, porque si no nos estarían allí reunidos, y que no hablan entre ellos?   

He dicho que puede romperse la "comunicación oral" entre las personas, no es correcto apuntar la posibilidad, exactamente esa comunicación está rota. Esas conversaciones grupales, que todos las hemos mantenido y disfrutado con ellas ahora escasean, casi no se llevan.

En los años sesenta y tantos y setenta, los amigos y las amigas nos reuníamos para hablar, para tratar asuntos nuestros, comentar los estudios, las expectativas, vernos, ligar, en fin hablar entre nosotros. Era inconcebible que llegaras a esas reuniones para estar callado, o leyendo o haciendo cualquier otra cosa, porque lo único que conseguías actuando así era que el resto de amigos te ignorara. Pues ahora no, ahora llegas y te pones a darle al móvil. Sin más palabras. 

Nunca he entendido ese tipo de reuniones grupales, donde además de no hacer nada, prácticamente ni se habla. Por eso era tan llamativa la sentada en Sol de los del 15 de mayo, no era lo normal que todos ellos estuvieran reunidos y hablando entre ellos ¡oralmente!

Esto se hubiera corregido si con los primeros que establecieron "esos tics tecleadores en el móvil" se les hubiera aplicado una apoptosis y así evitaríamos el crecimiento exponencial de ese vicio que domina a todo el personal - niño, joven y mayor - en cuanto tienen un móvil delante.

 

"... pero no prestaron atención, siguieron en silencio..."

 

Son un matrimonio normal, como tantos otros. Con dos hijos, uno de unos meses y otros de tres años. Salen a pasear, el pequeño en el carrito y el más mayor andado de la mano del padre. Van hablando de asuntos de la familia, del trabajo, de amigos, etc. De vez en cuando el padre habla con el niño, le comenta cosas y le hace fijar su atención en algunos puntos que le interesa que mire.

Se entretienen en ver algo en unos escaparates, miran algo en una tienda, encuentran a conocidos y paran un rato a charlar con ellos, y siguen dando su paseo disfrutando de su compañía y de la de sus hijos, y aprovechando para hablar el poco tiempo del que disponen cada día para ellos solos. 

Bueno, esto es lo que normalmente ocurría hace unos años, cuando todavía vivíamos en las cavernas del desarrollo y ¡¡¡no había móviles!!! y si los había solo servían para hablar y oír.

Una vez desarrollados y modernizados y armados de nuestros actuales aparatos que tienen, llevan y soportan todo aquello que pueda ser utilizado para ver, llamar, escuchar, escribir, fotografiar, grabar, twitear, facebooar, wasapear, yutubear, y muchos etcéteras más, todo aquello anterior es un rollo y un fuera de onda.

Ahora van el padre y la madre cada cual con su aparato en la mano, sin hablarse y sin mirarse. La madre empuja el carro con una mano y sin  siquiera mirar por donde va, tropezando con todo lo que se le pone por delante. Y el padre... el padre ha perdido al niño ya tres o cuatro veces, y además se enfada con él por no seguirle y vivir a su aire - más o menos como tú vas con él -. De vez en cuando se despistan unos de otros y nadie sabe dónde está el resto...

"...el silencio crecerá y llegará un día en que de vosotros se adueñará..."     

 



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