sábado, 13 de septiembre de 2008

                   COMENTARIOS SOBRE LA  "ABUELITIS"

MAYTE TUDEA. 5-septiembre-2008

 

 

Descubrir el tierno rostro de abuelo de nuestro querido Tomás, de nuestro sesudo pensador y filósofo, me ha motivado para profundizar un poco más en ese grato estado de  "abuelitis" en el que se ha instalado este verano.

 

Yo nunca me atrevería a competir con mi amigo filósofo en casi nada, pero en el terreno en el que nos hemos situado, he de decir que mi veteranía es superior a la suya: ejerzo de abuela desde hace doce años y el número de nietos es multiplicable por cuatro. Comprendo que el ejercicio de esta "superioridad" no es atribuible a méritos propios: mis hijos y nueras son los que han tenido participación directa en el asunto.

 

Efectivamente, comparto con él la teoría de que los abuelos estamos para encantar y no para educar, aunque hay momentos en que es imprescindible imponer algún tipo de disciplina si no queremos terminar recurriendo a los bomberos, por ejemplo. 

 

El lazo que se establece entre abuelos y nietos es muy singular. Recuperas en el niño a aquel que fue tu hijo, pero liberada de la pesada carga de la responsabilidad de su educación y de su formación. Compartes con ellos los aspectos más lúdicos de su vida: los juegos, las canciones, los cuentos y las historias que una inventa para sorprenderles y "engancharles", y en las que terminas siendo tú misma la sorprendida por sus reacciones y por sus comentarios.

 

Y quisiera destacar un aspecto: el del sexo. En esta época de la tan traída y llevada igualdad, (que aplaudo), de las cuotas femeninas impuestas

(que aborrezco), yo, que he compartido toda mi vida con varones (hermanos, hijos, nietos), he tenido la fortuna ¡por fin!, de ampliar el espectro con el nacimiento de mis dos nietas mellizas, Elena y Laura, que han cumplido hace poco cinco años.

 

         ¿Dónde está la igualdad? A estas niñas mías hay que echarlas de comer aparte. La habilidad con la que consiguen lo que quieren, el encanto y la seducción que ejercen para llevarte a su huerto, la picardía con la que se convierten en víctimas, han acorralado a su pobre hermano -mayor que ellas siete años,  noble y bueno-, y ejercen sobre él una tiranía mezcla de dulzura y de bravura que le tiene descolocado. Y su primo Álvaro, también mayor que las mellizas, negociador nato, e inteligentemente peligroso,  me confesaba hace unos días: "Abuela, mis primas me sobrepasan". Así, textualmente. ¿Quién dijo sexo débil?

 

         Bueno Yayo, aquí acabo. Que sigas disfrutando de Santi como hasta ahora. Pero prepárate: no tardando demasiado te discutirá los Diálogos de Platón y a lo peor no sabes como rebatirle. Y es que la "abuelitis" ablanda.

Y mucho.

 

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