miércoles, 2 de abril de 2008

EL LLANTO DEL VALIENTE

Ángel Pulla Dijort/Málaga

Como todas las personas, especialmente las masculinas, de mi época, hemos disfrutado leyendo las aventuras, historietas y demás farándulas de personajes como "El Jabato", "El Guerrero del Antifaz", "El Capitán Trueno", "Roberto Alcázar y Pedrín", etc. Seguro que he olvidado varios.

Estos personajes nos han gustado porque eran valientes. Siempre ganaban…, siempre luchaban…, nunca perdían. Yo no recuerdo haberlos visto nunca llorar… Imposible, un héroe nunca llora, por nada, nunca…

Y esta era la idea que iba calando poco a poco en la mentalidad de los pequeños lectores. Así, cuando estábamos creciendo, en el colegio, en el instituto, entendíamos que la mejor forma de conseguir que una chica se interesara por ti, era aparentar ser el más valiente de la clase, el más arriesgado, e incluso el más guerrero. Emulábamos a nuestros héroes del tebeo. Esa es la idea que teníamos del valor.

Con más edad, con más preocupaciones, y sin la acuciante necesidad de que las chicas te "vieran", es cuando realmente puedes demostrar tu valentía. Cuando debes decidir tu futuro, arriesgar por conseguir tus proyectos. Entonces es cuando debes decidir si has de dar un paso, dos o diez, si son necesarios, y has de enfrentar situaciones decisivas. Es cuando vas a mostrar realmente si ese valor del que hacías gala en tus inicios es valor o simplemente apariencia.

Yo conocí a un renacuajo, que medía dos palmos, y que armado de una ramita seca, pequeña y rota, que a él le parecería enorme, pero que era como una pajita de beber un refresco, salió al corral a enfrentarse a un gallo. El gallo era como el de Morón. Enorme y muy agresivo. Atacaba a las personas con las alas levantadas y cantando su canción de guerra, y al menor descuido se lanzaba directamente a la cara. Un peligro.

Pues este "valiente soldadito" sosteniendo en alto su ramita ¡obligó al gallo a retirarse! El gallo se "acojonó" ante el renacuajo y se retiró.

¿Qué tipo de valor tenía este niño por esta acción? Ninguno. Su sencilla reflexión fue que aquel energúmeno estaba molestando a su mamá y él dijo "a mi mamá la dejas en paz ahora mismo" y le obligó a cumplirlo.

No es que tuviera más o menos valor que otro cualquiera. El valor, como decía la cartilla militar que teníamos los que participábamos en la defensa del estado español – la mili como se decía entonces – "Valor: Se le supone", eso se nos suponía a todos, porque afortunadamente no tuvimos necesidad de demostrarlo.

El valor, el que se demuestra en caso de heroicidad y en caso de cotidianeidad, que es el más difícil de demostrar, no necesita alharacas, ni festejos, ni atrezo especial. Ese se da en las personas normales y si no te fijas, ni te das cuenta que estas tratando con un valiente.

Cuando ves a ese señor mayor, de setenta y tantos años, sentado jugando con un nieto, contándoles cosas, o aguantando las idas y venidas del niño. Y el nieto le dice algo o le da un beso, al abuelo se le cae una lágrima…, llora.

O ese mismo abuelo, tras un resultado feliz de cualquier problema familiar, se le ven los ojos acuosos, llorosos…

Posiblemente ese hombre ha sido uno de esos valientes, que durante su vida se ha visto obligado a dar más de una vez los pasos esos de que hablábamos, necesarios para conseguir sus proyectos. Ese hombre ha sido realmente un valiente siempre que ha sido necesario serlo.

Y, como los Jabatos, Truenos, etc, etc, no lloraban ¿este hombre no puede ser considerado valiente por hacerlo? El llanto no distingue a los valientes de los cobardes. El llanto es simplemente… la expresión de un sentimiento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Probablemente, el padre del crío del palo frente al gallo opresivo ya comenzara en esa época su labor de docencia y sus clases de dignidad frente a la adversidad. Probablemnte sus lágrimas sean consecuencia de el logro alcanzado años después. Lo intalgible pero perceptible a nuestra razón, la trascendencia de nuestra educación a nuestros hijos, más que las cuestiones materiales que podamos proporcionar y lo qué logren con ello. Quizá sea el mejor homenaje a sus lágrimas de valiente.
Mariano