lunes, 28 de abril de 2008

EL SENTIDO DE LA PALABRA

 

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

 

Sería difícilmente explicable ahora el hecho de que, cuando era niño, en el internado donde estudiaba, formaba parte de la escola de cantores. Cuando ahora me oigo cantar, me pregunto si el director de este coro me tenía una especial estima, o he perdido todo mi poder "canoro" con los años. ¡Cómo se estropean los cuerpos!

 

En este grupo coral, entre las canciones que cantábamos, abundaban los villancicos en tiempo de navidad. Recuerdo uno de ellos, que aunque no era de los populares, lo cantábamos en repetidas ocasiones, y que tenía un estribillo, algo así como: "oscura es la noche/ el frío es intenso/ y en el cielo inmenso/ resuena una voz/ los ángeles cantan/ un himno de gloria/ y allá entre la escoria/ nace el salvador".

 

No sé la causa de que para mí fuera imposible aprenderme la letra del villancico, y me hacía confundir  la palabra "escoria" con "historia".

 

Estaba obsesionado con este fallo. En una ocasión, comentándolo con mi profesor de literatura – el mejor profesor de literatura que yo he conocido, a quien le debo mi afición a la lectura, a la música, y, ahí tuvo poco éxito, a la escritura -, comentándolo con D. Vicente Tradacete, mi profesor, me dijo que no, que la verdadera acepción de la palabra o de la idea era la mía, la historia era el revoltijo donde nació el salvador. La escoria es… un invento del letrista del villancico.

 

Animado por estas palabras, posteriormente, incluso ahora mismo, pienso que yo tenía razón, era entre la historia donde nació, no entre la escoria. Tiene más sentido filosófico. Hay que ver cuánto varía el sentido de una frase por una sola palabra.

 

No solo una palabra, a veces hasta una sola letra, o más, un signo ortográfico. Muchos recordareis aquella jugada de "La   Codorniz", donde figuraba un anuncio, referente al cambio del nombre del Servicio de Correos, donde había un cartel que decía: "CORREOS ESPAÑOLES". A continuación venía otro cartel donde la única variación era que habían incorporado una coma. CORREOS, ESPAÑOLES. ¡Qué cambio…!

 

También se le adjudicaba a "La Codorniz" – nuestros jóvenes paisanos se quedan admirados de ver cómo nosotros disfrutábamos de esta revista, ¡si ellos supieran lo que para nosotros significaba aquel "pájaro"…! -.

Como digo, se le adjudicaba aquel chascarrillo de la limpiadora analfabeta – como el 60% de  los españoles de aquella época -, que limpiaba en la sede de Hacienda, donde había un Sr. Ullastre, que era el Consejero de la Economía Española – después creo que fue ministro -. Esta mujer limpiaba la puerta, con la mala suerte de que arrastró todo el letrero y todas sus letras cayeron al suelo. Era tarde, ya no quedaba nadie en los despachos, y para ella era un rompecabezas volver a ubicar todo aquel galimatías. Antes de arriesgarse a dejarlo tirado y que se pudiera descubrir que era analfabeta – no sabía el riesgo que ello comportaba -, formó su letrero, a su manera, fijándose en lo que ella recordaba de lo que veía a diario en la puerta.

 

Lo peor vino al día siguiente. Hasta la Social estaba de buena mañana investigando quién o qué grupo podía haber cometido tal atrocidad. En la puerta que el día anterior se leía "SR. ULLASTRE CONSEJO DE LA ECONOMIA  NACIONAL", decía: "CON SR. ULLASTRE SE JODE LA ECONOMIA NACIONAL".

 

La mejor forma de no errar con las palabras es sustituirlas por el "esto" o "eso". Así no hay problema de utilización. Es muy fácil que quieras hablar de alguna cosa o hecho, y no seas capaz de recordar su nombre exacto. También ocurre con los nombre propios, sustituidos por el socorrido "Este…". Hay un dicho de pueblo, no por muy pueblerino menos exacto, que dice "Señora Esta, ha dicho el Este que me de la esta, que esta en el este".

 

Yo tenía un profesor de matemáticas – desgraciadamente bastante deficiente como profesor -, que cuando estábamos tratando cualquier tema, y salías con una respuesta o solución incorrecta o fuera de contesto, él siempre replicaba lo mismo: "Lo vide en la cámara de mi abuela, lo pesqué y lo truje, sin saber lo que traiba". Es seguro que si esto lo lee alguno de mis antiguos compañeros, recordará a D. Luis, el citado profesor.

 

Dentro de cualquier conversación, ya sea entre amigos, escuchada en tertulias radiofónicas, en noticieros de televisión, etc., a menudo tienes ocasión de escuchar palabras que no encajan en el texto al que corresponden. Sabes que no es exactamente esa palabra la que el orador quería utilizar, no encaja bien en la frase, cuando no le hace variar totalmente su significado.

 

A mi me impresionaba escuchar, cuando era niño, a un charlista – creo que es el mejor que yo he conocido – el Sr. García Sanchiz. Era impecable como orador. Utilizaba las palabras precisas, en su debido contesto, y con la debida entonación. Podías estar horas escuchándolo. Y lo digo como un niño de diez o doce años, que yo tenía cuando lo escuchaba. Ahora también los hay, pero desgraciadamente no son los más escuchados, otros con peor preparación tienen mucha más audiencia.

 

Indudablemente que yo no me propongo como ejemplo del buen utilizador de la palabra ¡faltaría más! Simplemente me he dedicado en este escrito a señalar el tema. Ya me gustaría parecerme en este aspecto a algunos amigos míos, que tienen esa facilidad, sin esfuerzo alguno aparente…   

 

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando era estudiante jugaba al fútbol de defensa central, con una gorra que dentro llevaba un pañuelo para que, al saltar para despejar de cabeza, no me doliera.
En uno de esos saltos, cuando estaba en el aire, mi amigo, pero adversario, me empujó, caí y me rompí una clavícula. Me escayolaron de una manera muy rara. Le escribí a mis padres y les decía:"me he roto una clavícula pero ya me encuentro bien gracias a Dios, al compañero no le pasó nada".
A los dos días recibo una carta de mi madre y me dice: "¿a mí qué me importa que, gracias a Dios, al compañero no le haya pasado nada?". Mi madre había leído: "me he roto una clavícula pero ya me encuentro bien, gracias a Dios al compañero no le pasó nada".
!La importancia de las comas¡
Tomás Morales Cañedo