lunes, 1 de noviembre de 2010

EL HOMBRE

Tomás Morales Cañedo

Septiembre 2009

 

 

         ¿QUIÉN soy yo?

 

         A esta pregunta podría responder diciendo, o escribiendo, mi nombre y apellidos, o mostrando mi D.N.I. o mi N.I.F, o narrando mi biografía, resumida o extensa,….

         Ése SOY YO.

 

         ¿QUÉ soy yo?

 

         Respuesta fácil, precisa y rápida: "soy un ser humano".

 

         Pero alguien podría preguntar y exigir más precisión: "¿y qué es ser un ser humano?

 

         Respuesta fácil, precisa y rápida: "un miembro de la especie Homo Sapiens".

 

         Pero ese alguien podría seguir preguntando, puesto que él, tú, yo y todos los que aquí estamos somos tan diferentes pero al mismo tiempo somos igualmente miembros de la especie Homo Sapiens, "¿qué tenemos, todos nosotros, en común?".

 

         Respuesta fácil, precisa y rápida: "Tenemos en común "la naturaleza humana".

 

         Y ese alguien, más osado, puede seguir preguntando: ¿"qué es la naturaleza humana"?

 

         Entonces no tendría más remedio que hacer lo que hace, decir lo que dice, el filósofo Jesús Mosterín: "Léase y medítese este libro que acabo de publicar y que lleva por título LA NATURALEZA HUMANA, ya en la Colección Austral, en edición de bolsillo, muy barata y muy completa.

 

         KANT, el gran filósofo de la Ilustración, en sus Lecciones de Lógica, en 1800, dice que todo el amplio campo de la filosofía (no en el sentido académico, que sería toda la Historia de la Filosofía) sino en el sentido cósmico o mundano, se podría reducir a responder a estas cuatro preguntas:

 

         1.- ¿Qué puedo CONOCER?

         2.- ¿Qué DEBO hacer? (o mejor, ¿Cómo DEBO OBRAR?).

         3.- ¿Qué me cabe ESPERAR?

         4.- ¿Qué es el HOMBRE (el ser humano)?.

 

         En el fondo, en definitiva, -agrega Kant- cabría atribuir todo eso a la Antropología, pues las tres primeras preguntas remiten a la 4ª.

 

         Pero seamos sinceros, o justos, ¿Qué se podría decir de la Antropología Filosófica en el siglo XIX, dada la ausencia de datos y de conocimientos científicos sobre el hombre?

         Sin saber nada, o casi nada, sobre el cerebro, sobre los genes, sobre las neuronas, sobre ancestros prehumanos, sobre evolución, sobre paleoantropología… ¿qué podría decirse de la naturaleza humana sino mucho de mitología, de religión, de tradición, de historia…., de lo que otros han dicho sobre la naturaleza humana?

         A fin de cuentas la Antropología, en sentido cósmico o mundano, queda reducida, para Kant y para cualquiera del siglo XIX y anteriores, a Antropología en sentido académico.

         Pero hacer una Historia de la Antropología no es, realmente, Antropología.

         Decir sobre el hombre lo que otros han dicho sobre el hombre no es, realmente, conocer al hombre, sino sólo conocer sus opiniones.

         La Antropología  necesita, se basa en datos y conocimientos científicos. Y hoy los tenemos, antes no. Hoy sí podemos hacer una Antropología porque hoy sí sabemos bastante (nunca todo) y podemos responder a esa 4ª pregunta.

 

         Desde siempre se ha dicho y repetido que es esencial, para el hombre, poder responder a las tres preguntas claves, definitivas, últimas:

         1.- ¿De dónde venimos?

         2.- ¿Qué somos?

         3.- ¿A dónde vamos?

 

         Durante casi dos mil años se ha respondido de la misma manera:

         1.- Venimos de Dios.

         2.- Somos imagen y semejanza de Dios.

         3.- Debemos volver a Dios.

 

         San Agustín lo resumía en: "Fecisti nos, Domine, ad Te et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in TE" (Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse, definitivamente, en Ti".

        

         De Él venimos (Él nos ha creado, Él es nuestro origen), a Él volvemos (Él es nuestro Fin) y mientras estamos en esta vida, temporal, "valle de lágrimas",…. esa es nuestra misión, prepararnos para la otra, eterna, definitiva,….

         La vida como tránsito, no como estancia. La vida como paréntesis temporal entre dos eternidades divinas.

         "Vita mutatur, non tollitur" (misas de "corpore insepulto").

 

         Pero esto no es Antropología Filosófica, a lo más es Antropología Religiosa o Cristiana. Pero no es una Antropología Científica.

         Hoy, con los datos que tenemos, con los conocimientos científicos de que disponemos, sí estamos en condiciones de hacer una Antropología Filosófica, basada, apoyada, en bases científicas.

         Por supuesto que será, como toda ciencia lo es, provisional, temporal,…

         Cuando dentro de 100 años sepamos más y dispongamos de más datos podremos hacer una Antropología Filosófica más aquilatada, más completa, porque la de hoy ya se nos habrá quedado corta.

 

         Hoy, "grosso modo", pero ya científicamente, podríamos responder a esas tres preguntas.

 

         1.- ¿De dónde venimos?

         Respuesta: Venimos, por evolución, de unos ancestros comunes a otros muchos animales.

 

         2.- ¿Qué somos?

         Respuesta: Somos una república de, aproximadamente, 50 millones de millones de células (5 multiplicado por 10 elevado a 13 (pero que, a causa de mi analfabetismo tecnológico-informático, no sé ponerlo en nomenclatura matemática) cada una de las cuales viene ya dotada con una biblioteca, llamada genoma.

 

         3.- ¿A dónde vamos?

         Respuesta: puesto que la vida, en general, y la vida animal, en particular, es un desequilibrio termodinámico, vamos hacia el equilibrio termodinámico, o sea, hacia la muerte.

 

         (En otra reflexión ampliaré todo esto).

1 comentario:

Angel dijo...

De cualquier forma, a las tres preguntas clásicas:
- Quién somos
- De dónde venimos
- A dónde vamos

además de la contestación que a mí me daría mi madre y que tú expones también ahí ¿Hay alguien capaz de contestar a ellas con la suficiente explicación y fundamentación científica que no deje duda alguna?
Bueno, hay una pero no sé hasta qué punto no suena como demasiado "biológica": somos seres humanos, venimos de la materia y volvemos a la materia. O elegimos la mística o la biológica. Qué remedio.