lunes, 6 de abril de 2009

                            A MIGUEL HERNÁNDEZ

Mayte Tudea Busto

 

 

Sé que mi amigo Ángel Pulla siente predilección por el poeta Miguel Hernández. Me ha comentado en alguna ocasión que le conmueven sus versos, y su trayectoria vital.

 

         Es frecuente que a las personas a las que nos gusta la poesía, tengamos un poeta preferido –uno entre muchos-, pero que ése

autor sea especial para nosotros; bien porque fue el primero al que leímos, o bien porque lo descubrimos en un momento de nuestras vidas en que nos llegó al corazón y nos marcó para siempre.

 

         A mí me ocurre con Antonio Machado. Cuando cumplí trece años, me regalaron una antología suya. Entonces no estaba preparada para valorar la profundidad de sus versos, pero me encandilaron su sencillez y la armonía de su música. Aprendí muchos de ellos de memoria y los podría recitar de "carrerilla"     -creo que sin equivocarme apenas-, a pesar de que han transcurrido cincuenta años.

 

         A Miguel Hernández le descubrí más tarde, y aunque había leído algo sobre él, fue Joan Manuel Serrat al musicar sus poemas en un disco, quien me despertó el interés por sus versos, y leí "Perito en lunas" y "El rayo que no cesa".

 

          Es un poeta magnífico y su triste final le envuelve en un halo trágico que agranda su figura.

 

         Esta semana, en la clase de Literatura, hemos trabajado sobre su vida y su obra. Y este soneto, es en parte el resultado de todo ello. Lo he compuesto pensando que a mi amigo Ángel le agradaría.

 

 

         AL POETA CABRERO

 

En la paz de los campos encontraste,

y en el latir de la naturaleza,

la raíz de tus versos, la nobleza:

con sus dulces licores, te embriagaste.

 

En aquellas tus sierras luminosas,

soles, lunas y estrellas contemplaste,

a ese sentir profundo te entregaste,

y a descubrir la esencia de las cosas.

 

Fuiste hortelano de tus pensamientos,

cultivaste entre libros tu simiente,

aún en tristes tormentas, duros vientos,

 

floreció la belleza impunemente.

Te persiguió la sombra de la muerte,

y te alcanzó por fin, fría e inerte.

 

 

MAYTE TUDEA.

2 comentarios:

Angel dijo...

Me encanta Miguel Hernández. Es un poeta que se siente en las entrañas. Pero por encima de todo me encanta la amistad...
Eso vale más que Hernández, Machado (que también es extraordinario), o que cualquiera.
Gracias, Mayte

Anónimo dijo...

Precioso Mayte tu soneto.Después de leerme dos libros de Miguel Hernández, esta Semana Santa, he llegado a la conclusión que España perdió a uno de sus poetas más auténticos, más humanamente entrañados; yo añadiría que murió una voz histórica literaria en todo su contexto, esa voz que meció la cuna con su "Nanas de la cebolla". Maruja Quesada