SUEÑOS HECHOS REALIDAD
Ángel Pulla Dijort/Málaga
La sensación de total confusión mental de este hombre era preocupante. Era incapaz de poder separar sus realidades oníricas de las vivencias diarias, mezcladas en su mente sin posibilidad de que su voluntad pudiera decidir sobre cuál de ellas estaba tratando.
Rafael despertó unos segundos antes, y todavía tenía tan reciente los sueños que acababa de soñar… Vivía en un pueblo manchego, pequeño, antiguo… todos se conocían. Tenía una obsesión de hace años, que alguna vez había comentado con algún amigo. Estaba convencido de que él había vivido otra vida.
A los veinte años le invitaron a visitar un monasterio que había muy cerca de su pueblo. Le llevaron a conocer el Monasterio de Santiago Apóstol en Uclés. Le encantó. El guía les explicó que fue sede de la Orden de Santiago, que en sus instalaciones vivió entre otros el poeta Jorge Manrique, donde escribió aquellas célebres elegías a la muerte de su padre. Que en la parte posterior de su iglesia, delante de la puerta principal de la misma, debajo del coro, posiblemente se encuentre la tumba de su padre…
Precisamente allí, estando en ese mismo lugar, fue cuando sintió un brutal latigazo interior, una descarga en su cerebro, que le abrió unas vivencias pretéritas imposibles de traspasar a otras personas. En el último cuarto del siglo XV, siendo maestre de la Orden de Santiago D. Alonso de Cárdenas, Rafael – llamado por entonces García-, era caballero casable de la Orden de Santiago con destino en Uclés.
Eran épocas aquellas de continuas intrigas en la orden, siempre en previsión de quién podía ocupar el maestrazgo o la administración de la misma. Se comentaba que posiblemente la reina Isabel estaba intentando que el Vaticano le concediera a la corona de Castilla la administración de la Orden de forma definitiva. Esto acabaría de una vez con la lucha interna por el poder.
De cualquier forma, no era esto lo que a él le preocupaba en estas fechas. Como caballero casable – las otras dos modalidades de la orden, los caballeros estrechos y los canónigos regulares -, son las formas de vivir de estos últimos las que le preocupaban y ponían en peligro sus aspiraciones dentro de la Orden.
En los tres últimos siglos, los caballeros inquisidores andaban obsesionados por los vicios relacionados con la sodomía. Era precisamente en este aspecto en el que pensaba García cada vez que le llegaban comentarios de las costumbres licenciosas de los canónigos regulares… Sus sospechas eran cada vez más fundadas…
Se encontraban por aquellas fechas, cercanas a las celebraciones de Navidad, incursos en plena campaña de exaltación de la familia. En este trabajo se vieron inmersos desde el mismo Inquisidor General, Tomás de Torquemada, hasta los canónigos regulares pertenecientes a la línea de pensamiento del citado inquisidor. Por este motivo era más preocupante su situación ante los rumores de sodomía que salpicaban a estos canónigos regulares… no sabía cómo podía afectarle a su situación en la Orden, enfrentado al poder del Inquisidor Torquemada…
Ajeno a cualquier tipo de presión, guiado solamente por su deseo de aclarar de la forma más justa e imparcial el problema que le había sido encomendado, investigó hasta encontrar algo que todavía le causó mayor preocupación. Según todos los indicios, por declaraciones de implicados y testigos, incluso del entorno de los mismos canónigos, llegó a la conclusión de que debía presentar acusación contra uno de los brazos fuertes de la canonjía, D. Martín de la Cota, responsable de gran parte de la feligresía de la Orden dependiente de esta zona. Contra el canónigo de la Cota se presentaron varias declaraciones de sodomía, unidas a prestación de favores, y otros tipos de acusaciones que más tarde se concretarían.
Intentando evitar su entrega a los inquisidores, citó García a D. Martín de la Cota, buscando en complicidad algo que desvaneciera, o al menos suavizara estos malos informes que él debía presentar ante el mismo Inquisidor General, que como he dicho anteriormente, se encontraba casualmente en Uclés, celebrando una campaña de exaltación de la familia católica. García no podía entender la defensa que el canónigo denunciado hizo de su forma de proceder. No negó los hechos, no los justificó con ningún tipo de locura, enfermedad… La única justificación que dio es que "en todas las ocasiones habían sido provocaciones de los sodomizados", y en esta situación resultaba muy difícil vencer la tentación.
García comenzó a experimentar sensaciones de ahogo, creía que sería imposible salir bien parado de este asunto. Su conciencia no le permitía ocultar estos hechos ante la Santa Inquisición, pero temía que esta presentación supusiera la condena a la hoguera del canónigo, e incluso de alguno más de los afectados. Se sentía nervioso, estresado, oía por otra parte predicar con grandes voces al Inquisidor General, D. Tomás de Torquemada, y a otros inquisidores que no le resultaba fácil reconocer. Eran voces muy cercanas, como si estuvieran acercándose a ellos, como si fueran reclamando la entrega de sus investigaciones, las voces sonaban muy cerca, muy fuerte, fuerte, a su lado…
Despertó. Afortunadamente despertó cuando ya se encontraba acorralado… Se dio cuenta de que tenía la televisión encendida, estaban dando las noticias. Estaban comentando algo sobre una reunión en la Plaza de Colón de Madrid, para exaltar la familia, y en ella estaban al frente el cardenal Rouco Varela de Madrid y el cardenal García Gascó de Valencia, que estaban hablando de no sé qué cosas que podían romper la democracia… Como no le interesaba el tema, cambió de canal y se quedó viendo un debate entre el Sr. Ruiz Gallardón y la Sra. Esperanza Aguirre. ¡Qué descanso, oye!
Ángel Pulla Dijort/Málaga
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