miércoles, 27 de febrero de 2008

ME RECUERDA AL PIYAYO

 

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

 

Normalmente se encuentra en el semáforo del cruce de la Alameda de Colón con Muelle Heredia.

 

Es un viejecito alegre, simpático, con su sombrerito y su cara risueña, nunca tiene un mal gesto para nadie.

 

 

Se acerca muy respetuosamente a los coches, sin molestar, saludando con mucha educación, y sin pedir nada. Solamente saluda, agitando las manos, sonriendo y diciendo a las personas que van en el coche:

 

"¡Alegría en vuestras vidas, jóvenes! ¡Qué bonita es la juventud! Os veo muy bien y con muy buen aspecto a todos y pido a Dios que os bendiga y os colme de bendiciones. Tranquilamente y sin ningún compromiso, si podéis ayudarme en algo os lo agradezco y si no podéis, es igual, también os lo agradezco, porque para mí es suficiente con poder veros tan guapos a todos".

 

 

Este saludo, dicho con esa alegría y esa cara de satisfacción que él pone… Lo hace a todo el mundo, incluso a aquellos que no le hacen caso y no le atienden.

 

Yo siempre le doy lo que llevo suelto y además le agradezco sus elogios, y le digo que es un artista, que le he visto en la tele. "A que he salido bien, ¿te ha gustado?" El nunca recuerda que yo soy el mismo de ayer, de anteayer… Aunque últimamente me ha parecido que a veces sí sabe que soy yo, porque un día que conducía mi mujer me dijo: "hoy has cambiado de sitio…"

 

El día que le doy un euro…, ese día es especial, me canta un fandango y además, al final me hace aquello de: "¡Somos los gorilas, uh, uh, uh!"

 

Es muy gracioso, incluso le hace gracia a la gente, pero…, pero "a mi me da pena y me causa un respeto imponente"

 

 

Hace unos días, bajaba yo de El Ejido en dirección a la Alameda Principal, y al llegar a la calle Larios, me encontré un gentío viendo algún espectáculo de  los habituales en esa calle. Al acercarme a verlo, me encontré con mi amigo "Pepito el Cariñoso", como dice él que se llama, bailando él solito, pero como si fuera bien agarradito a una compañera, al son de músicas que sonaban allí en el corro. ¡Qué cara de satisfacción y de alegría!

 

 

Entre el público había de lo más diverso que puedas imaginar. Jóvenes, mayores, viejos, mujeres, hombres, y de otras nacionalidades y otras zonas de España. Había a mi lado un grupo, por su forma de hablar creo que eran de mitad de España hacia arriba (Castilla –León, más o menos), y entre otros comentarios dijeron que probablemente estuviera alegre por la bebida… Es posible que se me notara en mi forma de contestar, pero no pude aguantar, porque le conozco… aunque solo sé que se llama "Pepito el Cariñoso"… "Señora, le dije, este señor es así desde hace muchos años, no creo que le dure tanto la borrachera. Pásese ud por el cruce de Muelle Heredia a las diez de la mañana y lo verá igual que ahora. En Málaga hay gente que pide limosna por tangos y maldice cantando fandangos gangosos…".

 

 

Ver a este hombre poniéndole buena cara a todo el mundo, hasta a quienes no lo merecemos…, con el cariño que trata a los niños que van en el coche, haciéndole carantoñas tras el cristal…, eso es algo que te ablanda el corazón. Que a la gente le gusta, y le aplauden y le ríen las gracias, pero…, pero "a mi me da pena y me causa un respeto imponente…"

 

 

No sé por qué siempre asocio a Pepito el Cariñoso con el Piyayo. No creo que se parezcan en nada, aunque el Piyayo que conocemos por la poesía que de él escribió José Carlos de Luna, al parecer tampoco se parecía mucho al que cuentan sus biógrafos, como Eusebio Rioja,  que nos dice que ni vivía en el Altozano, ni era chicuelo, ni tenía nietecillos, ni era borrachín, ni…, pero ¡qué más da!, si en definitiva nos conmueve y nos gusta su filosofía y su forma de ser.

 

Este personaje del cruce de Muelle Heredia es un ente interesante. Me gustaría conocerlo mejor, poder hablar tranquilamente con él, saber qué piensa de cosas que él haya vivido, haya visto. Y sobre todo, por qué entiende la vida desde el punto de vista de la parte buena de la gente, por

qué se muestra tan alegre, tan hablador con las personas que le ignoran (por no decir que le desprecian), y les canta, y les desea salud, y les hace juegos y les hace el gorila, y… ¿Por qué?

 

 

Yo siento un especial afecto por este personaje amable, risueño, siempre respetuoso con las personas. No se amilana ante el frío, la lluvia, el calor, ante nada.

 

 

Y sigue cantando, con sus juegos a los niños, y a los mayores, yo creo que ya no lo distingue y quiere divertirnos a todos, sin importarle nuestra edad. Y bailotea, y aplaude, y la gente se ríe, y...  "y a mi me da pena y me causa un respeto imponente".

 

 

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