domingo, 17 de febrero de 2008

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PROHIBIDO PROHIBIR

 

Ángel Pulla/Málaga

 

 

"Niño, deja ya de joder con la pelota. Niño, eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca".

 

Letra y música de Joan Manuel Serrat. Él lo dijo con música, nosotros lo hemos oído sin música, sin letra y a veces con letra y música de otro estilo. Incluso con acompañamiento de percusión.

 

Era lo normal. Todavía no había salido la célebre leyenda, nacida del espíritu de Mayo del 68 de "Prohibido Prohibir", que tanto ha dado que hablar posteriormente. Porque no todo el mundo estaba de acuerdo con ella.

 

Incluso dentro de los educadores había unos sectores que la admitían y la incorporaban sin dilación a sus sistemas, y había otros sectores, que si no la rechazaban, sí "distinguían" y ponían sus condiciones para su aceptación.

 

No es fácil aceptar la prohibición. La persona entiende perfectamente y desde muy joven, sus derechos, no tan fácilmente sus obligaciones. Vosotros habéis sido casi todos - hemos sido -  trabajadores por cuenta ajena. Sea en plan funcionariado, empleados, asalariados en una palabra,… dependiendo de la "normativa".

 

Asombra ver que la inmensa mayoría conocíamos con detalle nuestros derechos, sueldos, extras, vacaciones, descansos, "moscosos", días por un asunto o  por otro…, cuando hablabas con alguien de sus obligaciones… ¡eso era harina de otro costal! Las prohibiciones no eran computables, no se memorizaban. Y esto  tratándose de personas mayores, de hombres y mujeres. ¡Qué vamos a decir cuando  se trataba de niños…!

 

Recordad de pequeños. Porque nosotros hemos seguido prohibiendo a nuestros hijos… No toques el enchufe de la luz, no cojas el cuchillo, no metas los dedos por ese agujerito…

 

Pero es que lo nuestro era de película, las cosas que se nos prohibían. Vistas desde esta altura, eran de risa. De risa ahora, entonces era para echarse a llorar. ¡A veces te prohibían hasta pensar!

 

No era cuestión de que tus padres o tus profesores o tus tutores fueran de otra forma de ser, mejores o peores, que el resto, es que en aquella época, eso era lo normal… prohibir, prohibir, prohibir. El baile estaba también dentro del listado de lo prohibido.

 

Recordáis los sermones de los curas, o aquellas "misiones generales", con apartes para mayores. Yo no lo tengo muy claro, porque era muy pequeño y no me dejaban asistir, pero sí me quedan alguna de aquellas diatribas, dichos desde el púlpito, donde todo estaba prohibido, todo.

 

Lógicamente, eso revertía después en nosotros, que al ser la parte más floja de la cuerda, es por donde antes se rompía. "Niño, deja ya de joder con la pelota…" Si es que en cuaresma (no sé si solo era en Semana Santa), no te dejaban jugar, ni con la pelota ni sin ella.  

 

Así intentaban formarte, o DE-FORMARTE que creo que es lo en definitiva consiguieron.

 

Recuerdo compañeros míos de colegio, con unos… cómo lo llamaría…, creo que podríamos llamarlo "escrúpulos" o "alucinaciones". Debe haber una palabra más apropiada para ello. Se volvían locos dándole vueltas en su cabeza a las recomendaciones para su buen comportamiento, para "no hacer esto, no hacer lo otro", "…esto no se dice, esto no se hace, esto no se toca". Y terminas por no hacerlo, ni ganas.

 

Debíamos aprender…, saber…, debíamos ¿experimentar? ¿Qué es lo que debíamos aprender y cómo adquirir los conocimientos "empíricos"?

 

Vosotros – os -, porque lo que les dijeran a ellas yo no lo viví, sabéis que en el colegio – al menos en los internados así era – se te recomendaba no ejercitar experimentaciones en el propio cuerpo. No podías tocarte el cuerpo (para qué hablar de las partes pudendas), porque eso era pecado mortal.  

 

Esto dicho ahora a nuestros hijos o nietos resulta incomprensible. Lo es, realmente es incomprensible que para que conocieras tu propio cuerpo NO PUDIERAS EXPLORARLO. Por supuesto, de la exploración en el ajeno,  mejor no hablar…

 

Formación directa no recibías, al menos no en la forma en que estaba previsto que la recibieras. Sí recibías In-formación por boca de… Por supuesto, con los "imputs" y experiencias que quisiera aportar tu "profesor" o "informador" privado, estos no tenían nada prohibido. 

Claro que las fuentes en que bebías no eran precisamente de una gran pureza. Cuando los conocimientos parten de bases falsas, esos conocimientos suelen ser falsos, o poco científicos. Eso nos ocurría a nosotros con nuestros aprendizajes.

 

Era el miedo de las personas mayores a decirnos las cosas por su nombre y a informar en vez de prohibir. Yo solo recuerdo dos peleas en mi tiempo de escuela (en el pueblo). Una cuando alguien me dijo que los reyes magos eran los padres. Me destrozaron. La otra cuando alguien, al salir al recreo, me dijo que se había muerto mi padre. Fui incapaz de admitirlo.

 

Esta información, dicha y explicada por una persona mayor, no hubiera significado para mí un trauma.

 

Todas las informaciones que se nos suministraban, todas tenían un fin: "el para-si". Para-si eres, para-si te preguntan, para-si llega la ocasión… No había un "toma, aprende, fórmate, y si necesitas mi orientación, aquí estoy", lo que sí había era una orden a cumplir de esto no se lee, esto no se ve, esto no se habla.

 

Muchos de nosotros hemos leído libros "prohibidos", por el simple hecho de estar en el "Índice". ¿No creéis que es mucho más didáctico permitir la lectura de un libro y (eso sí) ofrecer al lector la posibilidad de unas aclaraciones, de una ayuda para su comprensión, que una prohibición de su lectura?

 

¿A cuantos de vosotros no os han preguntado vuestros hijos o nietos por algunas funciones del cuerpo humano, que estaban estudiando en la escuela? ¿Seriáis capaces alguno de recordar cuando ibais a Primaria si alguna vez alguien os explicó qué era el clítoris o para qué servía el pene?   "Niño, deja ya de joder con la pelota…" ¡PROHIBIDO PROHIBIR!

 

     

 

 

 

     

 

 

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