jueves, 26 de mayo de 2011

LA ACTIVIDAD EN LA MADUREZ

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Martina[i] consiguió decidirme a escribir sobre algo en lo que vengo pensando desde hace tiempo, sin decidirme a hacerlo, por no querer provocar ningún tipo de suspicacia en mis compañeros de la Federación, que editan una revista titulada concretamente: Madurez Activa.

 

Es sintomático que siempre que escucho ese adjetivo, referente a  la actividad, aplicado al periodo de tiempo (edad) en el que yo me encuentro, se me remueve interiormente un "reconcome" capaz de conseguir mi total oposición a cualquier otra propuesta que pueda presentarse, por muy adecuada que posteriormente la encuentre.

 

En las reuniones, conferencias, charlas y demás eventos, celebrados especialmente en nuestra asociación, en la Universidad de Mayores, en la Federación andaluza, FADAUM, es inevitable que salga reiteradamente el mencionado "deseo de actividad" aplicado a nuestra etapa vital.

 

Desconozco y no me preocupa conocerlo ese tan traído enfoque de algunos de los puntos de vista de la aparente uniformidad de criterios sobre esa forma de entender o al menos comunicar la "actividad incesante en esa madurez" en la que estamos nosotros instalados.  

 

En varias de estas actuaciones a las que anteriormente me refería, charlas, conferencias, reuniones, no he querido expresar mi opinión al respecto, por comodidad, hay que reconocerlo, y por temor a ser yo el único discordante dentro del grupo, lo que pudiera dar lugar a pensar que soy el único equivocado.

 

En cualquier caso sí admito plenamente la posición de los mayores en torno a esa actividad: viveza y no abandono de las facultades formativas de todos nosotros. Pero me molesta esa continua invitación a la madurez activa, a no permitir un envejecimiento inactivo…

 

Como decía Martina, podemos "caer en el absurdo de la expresión de la madurez activa".  No son precisamente los ancianos a los que corresponde especialmente ser activos. Los viejos, ancianos, mayores, etc…   

 

Pasado mi accidente cerebral, con el aneurisma que me cortó mi actividad laboral, y mientras en los meses posteriores mi psicólogo trataba de ir recomponiendo mi maltrecha memoria, una vez acordado por su parte (por supuesto) que yo debería pasar por una valoración médica, con su total convicción de que pasaría a la condición de invalidez permanente, me dijo en repetidas ocasiones, haciendo énfasis en su consejo: no quiero verte jamás en un local de jubilados ni sentado en un banco en el parque con otros mayores.

 

Yo entendí lo que este profesional me estaba diciendo. No al abandono intelectual, mental, físico, etc. Sí a lo que tan repetidamente se repite en este tipo de conferencias, escritos y revistas, "madurez activa".

 

Podemos confundir la actividad con el movimiento, con actuaciones no muy de acuerdo con situaciones de madurez, vejez, tercera edad, etc.

 

Sí, si esta actividad no afecta a la necesaria serenidad que requieren las actividades formativas, imprescindibles para recuperar las deficiencias de tiempos anteriores. No sería admisible que esas actividades fueran exigidas en aquellas que son más relacionadas directamente con las limitaciones de las personas mayores, ancianas o viejas.

 

Quizá sea yo realmente el obsesionado con este término. Es posible. Pero creo que al menos podíamos permitirnos, puesto que habitualmente estamos, cuando tan reiteradamente se repite, en actos celebrados al amparo de la universidad (asociaciones, federaciones, etc.)  el lujo de encontrar otras formas de dar a entender nuestros deseos de estimular la formación continua, con otra  serie de expresiones, que aunque de similar significación, no inviten de esta reiterada forma al personal mayor a tanta actividad ¿de qué tipo? ¿física, mental, intelectual, social, religiosa…?

 

El día que  acuda a una reunión de la Federación y no encuentre en todos los escritos y en todas las conversaciones, especialmente conferencias, las tan repetidas palabras y las tan reiteradas sugerencias y peticiones y ofertas, todas ellas relativas a esta exigencia sobre nuestra propia urgencia de actividad y cumplimientos inmediatos - ¿por qué tanta necesidad de inminencia en estos momentos de nuestra vida? - , ese día volveré a disfrutar de esas reuniones, volveré a intentar participar en ellas intensamente y volveré a sentir que,  realmente, ahora puedo permitirme el lujo de querer hacer algo porque me apetece, por capricho, y porque además dispongo de todo es tiempo del mundo.

 

Eso sin necesidad de "activar mi precipitación urgente por el poco tiempo que queda". Por favor, un poco de seriedad y de calma… en los mayores.

 

Como decía el profesor Mariano Sánchez "las propuestas que no valen son aquellas que utilizan a las personas mayores como único sujeto de envejecimiento activo".

 

A envejecer activamente hemos de empezar desde la cuna. A partir de entonces es cuando debemos comenzar nuestra preparación, para no tener que recurrir en última instancia a los mayores para exigirles "actividad".

 

Y el que quiera o necesite "actividad", que la busque y la disfrute, siendo mayor o sin serlo. O ¿es que cuando debió tenerla, la olvidó?  

 

Noviembre de 2010

 

 



[i] Artículo publicado por Martina en la Revista de AMADUMA del mes de Octubre de 2010, sobre "Madurez Activa"

1 comentario:

Tomás Morales dijo...

¿Es actividad subir casi todos los días andando desde el Parque hasta la clase? ¿O la gimnasia de mantenimiento en In Aqua, sin tener que mejorar lo de ayer?
EL PLACER DE LA GIMNASIA FÍSICA.

¿Es que no es actividad intelectual asistir a las clases y estar aprendiendo constantemente, de personas que saben 20.000 veces más que uno en esa materia?.
EL PLACER DE LA GIMNASIA INTELECTUAL.

¿Es que no es actividad social tomar el descafeinado con el Fali, charlas con los amigos, bajar quedamente, calle Larios, hasta el autobús?.
EL PLACER DE LA GIMNASIA SOCIAL.

Somos maduros.Somos activos. ¿O no?