sábado, 17 de julio de 2010

NO SÉ SI ESTO ERA LO MEJOR…

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Voté la Constitución. Fui partidario del nuevo estado de las autonomías, participé en su petición con manifestaciones y me sentí cómodo con la consecución de su establecimiento, como al parecer de la mayoría era lo mejor para el país.

 

En Valencia era, como supongo que en el resto del estado, una constante en todo tipo de manifestaciones, aquel célebre grito de "¡Llibertat, amnistía y estatut de autonomía!"

 

De esto han pasado ya un montón de años. Y ahora, no sé si por la edad, por la crisis, o por qué otras causas, empiezo a dudar si era realmente aquello lo que yo pedía, o no era exactamente eso lo que quería, o si estaba en un error al creer que eso era lo que necesitaba el país.

 

Me gustaría conocer al detalle los gastos que generan las autonomías, con sus presidentes, sus consejeros, sus congresistas, funcionarios, policías, gestores, secretarias, conductores, automóviles, sedes sociales, etc. etc. Me gustaría conocerlos, pero sin arreglos ni dulcificaciones extrañas.

 

Imaginen que en mi casa, de pronto se produce un acuerdo entre Pepa y mis dos hijas (bueno, esto debió ser antes de marcharse a vivir solas). Me plantean que quieren seguir viviendo en casa, pero con total autonomía, con todo el poder individual para cada una.

 

Llegado a este punto, acuerdan que debo elevar la dotación económica a cada una, de forma que sea suficiente para mantener sus nuevas situaciones contractuales: cada una contratará un abogado, un gestor, (no están de acuerdo con el habitual de la casa). Quieren también contratar con Sevillana un contador de luz para cada zona particular, desvinculado del resto de la casa. Y dotar a cada zona de un frigorífico, cocina, lavadora, etc.

 

Lógicamente quieren hacerse cargo de todos los gastos que conlleven las distintas situaciones, una vez desligado todo del funcionamiento central de la casa. Eso sí, todo ello debe salir del único ingreso que tiene la familia: el sueldo del papá.

 

Se hacen los cálculos para que puedan asignarse las distintas aportaciones a cada uno, y se llega a un acuerdo. Todos deben acomodarse a su asignación anual, sin posibilidad de déficit para nadie.

 

Mal que bien vamos tirando. El segundo año ya no hay comidas, ni copas, apenas se compra una buena botella de vino. Ni hablar de vacaciones, ropa, calzado…, hay que aprovechar al máximo las posibilidades.

 

Para pagar las cuotas comunitarias y algunos de los gastos comunes, hay verdaderas dificultades. Entramos en deudas, tanto la administración central como cada una de las autónomas.

 

Se convoca una reunión general, en ella se acuerda renunciar a la estructura de ingresos y gastos separados. Se vuelve al sistema inicial.

 

Y poco a poco, volvimos a poder reanudar la antigua costumbre de buen comer, buen beber, vacaciones, ropas, etc. etc.

 

……

 

Miremos ahora la realidad de la vida española, con su estado autonómico en pleno funcionamiento.

 

¿Es necesario el desdoblamiento administrativo y político, así como el doble funcionamiento de todo tipo de engranajes del estado central?

 

¿Es necesario duplicar los cargos, los funcionarios, las estructuras?

 

¿Cuánto dinero supone esta duplicidad?

 

¿Esta duplicidad y este doble coste aseguran una mejor calidad de vida política a los españoles, y sin él no sería posible conseguirlo?

 

Yo ahora mismo, como decía al principio, dudo de todo. No estoy seguro de que este resultado hubiera sido necesario. Sí estoy seguro del elevado coste que supone para la economía del país esta duplicidad.

 

Soy consciente de que esta nueva postura mía (ojo, no definitiva ni siquiera bien meditada) me acarreará críticas de las personas que realmente lo tengan claro y sean a favor del actual sistema autonómico.

 

Me parece estar viendo y oyendo a algún amigo mío – te veo Andrés – diciéndome aquello de "lo mejor es la edad de piedra, las cavernas".

 

El que yo ahora mismo dude, me permita pensar en voz alta sobre este asunto, no significa que prefiera un cambio urgente de situación.   

 

Supongamos que es posible reconvertir el estado actual de las autonomías a algo semejante (al menos en el aspecto financiero) a lo existente en el año 1979.

 

Nunca llegué a entender muy bien las autonomías de, por ejemplo, Murcia, Extremadura, Santander, etc. Nunca. Ese "Café para todos" ¿no era evitable?

 

Si sacamos del grupo a Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía, incluso Valencia, el resto fue una concesión innecesaria, y muy costosa, que ahora descubro como de dudosa oportunidad.

 

No sé si medimos bien los costos al proceder a la extensión a la totalidad de las regiones para su conversión en autonomías, por el tremendo importe que supone para la hacienda española toda esta duplicidad de estructuras de todo tipo. No lo sé, y dudo…

 

P.D. Después de escrito este artículo, y guardado en el correspondiente archivo para su posterior publicación en el blog, encuentro varios artículos escritos y comentarios televisivos y radiofónicos sobre este tema, de personas, digamos no dignas de mi consideración, de más bien poca estima democrática… Vamos, que después de lo escrito, estas personas y su pensamiento al respecto, me han hecho ver claro que lo mío era, simplemente, una calentura veraniega. He dicho.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy bastante de acuerdo con el fondo del tema que has planteado esta semana.

Creo que las autonomías no sólo no han conseguido desdoblar la administración, sino que en muchos casos la han "doblado". Y aquello que se pretendía corregir, el denostado centralismo, ha variado
su "epicentro". En Andalucía, sin ir más lejos, hemos pasado del de Madrid al de Sevilla.

Yo también creía en un Estado autonómico que permitiera que cada Comunidad se sintiera integrada en un gran país, en el que se le reconociera su lengua, sus costumbres, sus señas de identidad,y acercara la administración a sus ciudadanos y simplificara sus vidas.

Y no en esta Torre de Babel egoísta, egocéntrica, donde prefieren quedarse ciegos con tal de que el vecino esté tuerto. Y lo más lamentable es que esto ocurre y lo agitan desde las esferas políticas, mientras el "españolito" de a pie permanece en el "limbo" en el que espera le ayuden a solucionar sus problemas cotidianos y reales.

Lo que me sorprende es que al final de tu artículo des marcha atrás y "recules" de lo expuesto, porque coincide tu opinión con otras que entiendes no son demasiado democráticas.

"Anhelito", la verdad es la misma
la sostenga Agamenón o su porquero.

Un abrazo,

Mayte