sábado, 10 de julio de 2010

CONCIENCIA ANIMAL Y CONCIENCIA HUMANA

Tomás Morales Cañedo

Enero de 2010                                           

 

 

         El creacionismo está en sus horas más bajas, al tiempo que más alto se encuentra el conocimiento científico.

         Ni siquiera con ese nuevo intento, disfrazado de científico, que los ultramontanos americanos se han montado para poder colarse, de rondón, bajo el señuelo de "científico" en las enseñanzas de los escolares, llamado, rimbombantemente, "Diseño Inteligente" (D.I.).

 

         Naturalmente, si es "Diseño" no es algo natural, autohecho, sino "arti-ficial", hecho por artista. Si es Diseño necesita un Diseñador, además, Inteligente, o sea, Dios. Creacionismo.

 

         Pero la Evolución es un hecho. No se discute si hubo o no hubo evolución. Hubo evolución. La evolución es un hecho, no una hipótesis.

         Otra cosa son los mecanismos evolutivos, aquí sí, aquí están, en los mecanismos, el campo de las hipótesis.

 

         El creacionismo siempre fue y sigue siendo sólo una creencia. No una hipótesis explicativa. Cuando el hombre no conocía, creía. La creencia, a falta de conocimiento científico, como respuesta a una pregunta para la que no se tenía respuesta racional.

 

         Los animales no fueron creados, el hombre tampoco.

 

         En un momento indeterminado en la línea de desarrollo evolutivo el hombre comienza a diferenciarse de los animales.

 

         El animal posee una forma específica de conciencia. Y sobre ese tipo de conciencia está montada la conciencia humana, yendo más allá de ella y diferenciándose.

 

         Mientras el animal sólo se da cuenta, es consciente, de los estímulos presentes, su conciencia es "inmediata".

         Anclada en el aquí y en el ahora. Sólo consciente tanto de sus medios de consumo, para vivir, como de sus depredadores, para no ser matado.

 

         En segundo lugar el animal tiene una conciencia "limitada". Para el animal todo aquello que no tenga que ver con sus medios de consumo, para tomarlo, o sus depredadores, para huir de ellos, no existe, no es consciente.

 

         Y en tercer lugar la conciencia animal es "inconstante", no dura, no permanece. Como el animal no esté bajo el apremio de la necesidad de alimentarse o de la amenaza de un depredador, no tiene conciencia de ellos. No es una conciencia previsora, anticipada, siempre alerta.

 

         ¡Que diferente la conciencia del hombre!

 

         En primer es una conciencia "mediata". No tiene por qué estar presente el estímulo. El lenguaje, como intermediario y sustituto de las cosas.

 

         En segundo lugar es una conciencia más "amplia", no sólo se atiene a los nutritivo, comestible, y a lo peligroso, sino también atañe a cosas o personas ajenas a esas dos características, al sol, a la lluvia, a la montaña, a los ríos, y a aquel que va paseando, a la mujer que está en la playa, al socorrista de la piscina del bloque de enfrente.

 

         En tercer lugar su conciencia es "constante", actúa fuera del apremio de la necesidad de comer o de la amenaza de los depredadores.

         Un chiste, una poesía, un crucigrama, una novela, una carta de amor o de pésame…. que serían inimaginables en una conciencia animal, "inmediata", "limitada" y "no constante" pero que son seña y distintivo humano y de su conciencia "mediata", "amplia" y "constante".

 

         Lo superfluo y no necesario, lo lúdico y lo no relacionado con la vida biológica, el erotismo del saber, el saborear el saber por el solo placer de saborearlo, sin ataduras a la vida, el desarrollo de lo espiritual y no material,… eso y más es sólo humano, es lo más típicamente humano.

No hay comentarios: