domingo, 9 de mayo de 2010

Recién cumplidos veinte años…

Mayte Tudea Busto.                                                                               

 

 

Recién cumplidos veinte años y con todas las ilusiones del mundo por estrenar, llegué a esta ciudad a la que he terminado queriendo mucho y con la que no obstante mantengo mis discrepancias, aunque ella no sea –no puede ser- una interlocutora válida, ni tampoco la culpable de lo que me irrita . Los responsables son, y habrán sido, aquellos políticos que o bien la gobiernan o lo hicieron con anterioridad.

 

Málaga cuenta en su haber con un clima benigno y agradable –olvidémonos de Julio y Agosto cuando el calor aprieta-, con un mar habitualmente plácido y sereno con el que te encuentras de pronto en cuanto te diriges al sur, y que se extiende a lo largo de más de cien de kilómetros, desde Maro hasta Manilva; un mar que amplía la vista y dilata los pulmones. Su gente es acogedora y abierta,  proclive a la conversación y al disfrute, que vive la calle y la llena de ruido y de alegría... Tiene, además,  una gastronomía nada desdeñable, y una filosofía de vida muy especial, la del "carpe diem", vivir el presente, el hoy, el momento.

 

Todas estas cosas y algunas más son las que me han hecho sentirme a gusto en ella, aunque principalmente la circunstancia de que los seres que más quiero hayan nacido y vivan aquí: mis hijos, mis nietos, mis nueras. Ese  cordón umbilical que me liga a esta ciudad está tejido con innumerables vivencias, recuerdos felices, experiencias muy diversas (alguna especialmente amarga); en este lugar se ha desarrollado la mayor parte de mi vida, y por tanto, o bien soy parte de esta ciudad o ella lo es de mí,  y me ha dejado su impronta.

 

Málaga, es hoy muy distinta de cuando la conocí. En términos generales creo que ha mejorado considerablemente, aunque el crecimiento urbanístico descontrolado y un tanto caótico, la afee en muchos lugares y rompa con una armonía que entiendo debería de haberse preservado y defendido con "uñas y dientes".

 

En fin, lo hecho, hecho está.  La reestructuración del centro, el haberlo convertido en peatonal, a mi modo de ver la ha transformado, y permite que esta zona sea un lugar "vivible" por el que se puede caminar, pasear, demorarse si a uno le apetece, y disfrutar del clima agradable y de la mezcla de olores entre el azahar o la biznaga, y el "pescaíto" frito. La calle Larios es el ejemplo más emblemático de cuanto digo.

 

Ya sé que una ciudad no es sólo su centro, sino también su barrios, y algunos, desgraciadamente, han sido bastante olvidados. No obstante, los nuevos enclaves, los lugares por los que se ha ido extendiendo y ampliando, sí cuentan con "otro enfoque" mucho más racional y civilizado: léase Teatinos, o el nuevo Paseo Marítimo de Poniente.

 

Y ya he llegado a lo que más me duele, me indigna, me irrita, me encocora, me crispa, me subleva, me cabrea: todo aquello que se relaciona con la limpieza.

 

Desde hace cuarenta años, uno tras otro, ¡se dice pronto!, vengo escuchando aquello "del saneamiento integral" de las playas. ¡Cuarenta años!. Tanto como los que duró Franco, que ya es decir. Y al inicio de cada verano me encuentro como siempre, como el año anterior, y el anterior,  las  mismas aguas cubiertas de una espesa nata en las que incluso, a veces, flotan residuos. Y de ese mar cuyo sonido me serena, y cuya vista me dilata las pupilas, "aspiro" en ocasiones un olor a cloaca que dan ganas de salir corriendo y no parar hasta llegar a las secas estepas castellanas.

 

La única industria formal con la que contamos, la turística, y que ha producido durante todo este largo período de tiempo "pingües" beneficios, e innumerables divisas, y se olvida algo tan elemental e importante como es la calidad del agua del mar, en la que los turistas, -y  el resto de los mortales-, nos sumergimos.

 

¿No les da vergüenza a nuestros políticos? Según tengo entendido, el año 2012 es la fecha última que concede la C.E.E. para que este proyecto se haya finalizado. ¡Y aquí, con estos pelos! ¿Cómo van a llevar a cabo en apenas dos años lo que no han sido capaces de hacer en cuarenta?

 

Y para finalizar: una ligera mención a lo que termina de "ponerme contenta" en el día a día   -primavera, verano, otoño e invierno-: la suciedad de nuestras calles. Entre los excrementos caninos (los animales no tienen culpa), los papeles, los envoltorios, las colillas, esparcidos junto a magníficas papeleras de hierro –que supongo estarán casi vacías-, va uno abriéndose camino con el temor a resbalar, caer y romperse la crisma. Y de esto no tienen la culpa sólo los que nos gobiernan.

 

Y yo siempre tan positiva, tan dispuesta a encontrar el lado bueno de las cosas, les aseguro que hay momentos –como sostiene mi hijo el ecologista-,

en que me daría de baja de esta ciudad, de este país, de este planeta. Y  repetir aquello tan rotundo "que me paren el mundo, que me apeo".

3 comentarios:

Blog de Angel Pulla dijo...

¡Ay, la limpieza! Cuántos disgustos y cabreos con la limpieza. Pero eso no solo depende de la autoridad, que también, sino de lo "guarros" que somos algunos malagueños. Y que no siempre salen las cosas como uno quiere, por ejemplo, siempre aunque uno no quiera, se le escapa un salto de página, que no hay forma de hacerle volver al redil...

Vicky dijo...

Siempre he deseado que se acabe mi vida a los 20

Nico dijo...

Me gustó mucho el blog. Líneas muy agradables y textos muy acogedores.

Aprovecho y te dejo la invitación para que te pases por el mío.

Saludos !