domingo, 8 de noviembre de 2009

LA VERDAD DE LOS DICHOS

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

El refranero español, ese compendio del saber popular, es una muestra de la posibilidad de elegir, con gracia y precisión, el significado de las palabras. De su oportunidad, concisión y exacta significación de las mismas.

 

En mi tierra se dice a menudo de una persona, cuando esta presenta habitualmente su lado más arisco y con pocas ganas de practicar sus actitudes diplomáticas, si las tuviere, aquello de "este tiene muy mala hostia", "mala follá" que dicen los granadínos.

 

Sí, son palabras quizá demasiado fuertes, o malsonantes, pero reflejan con gran exactitud lo que quieres señalar. Su mal carácter, su nula predisposición  al diálogo, al buen trato.

 

Hay un programa en televisión que se llama Operación Triunfo. No me digan que les hable de él porque no lo he visto nunca, y si me apuran, conozco algo a una tal Rosa, a Bisbal y al chico que era albañil. No recuerdo su nombre, aunque sí recuerdo su forma de proceder siempre, abrazando, llorando y muy entregado. No sé nada más. Sin embargo, sí me he quedado con la cara, la forma de ser y, especialmente, de expresar sus opiniones de un componente del jurado, que además se lo monta como tal, y que manifiesta, al menos a mí me lo parece, que tiene muy bien aprendido el papel de "mala hostia", que alguien le ha asignado.

 

Este señor al que me refiero se llama Risto, entiendo que debe ser un alias, o apodo o lo que sea.

 

Se lo monta bien. He visto una entrevista que le hicieron y he entendido perfectamente su estrategia, al menos como él la cuenta. En su primer programa, según él, hizo el "primo", por error o por nervios de principiante, y se juró vengarse en los siguientes. Y así lo hizo, y así nació su mito.

 

Mito consistente en un individuo, auténticamente "mala hostia", que sin ton ni son insultaba a todo aquel que tuviera la mala suerte de tener que actuar en esa noche, sin preocuparle en absoluto cualquier tipo de trauma que su crítica pudiera causar al infortunado.

 

Supongo que en varias ocasiones algunos se acordarían de todos sus antepasados. Es natural. Yo, en mis tiempos de actividad laboral, muchas veces, al llegar a casa, le decía a mi madre que se duchara a menudo, porque algunos de los empleados, seguramente se habrían acordado de ella, y no precisamente para felicitarla.

 

A este señor Risto seguro que le pasaba igual. Y que él sería consciente de lo mismo. Este es el auténtico representante del individuo "mala hostia" del que hablaba anteriormente.

 

Pero es que es seguro que todos tenemos ahora en la cabeza a una o varias personas, conocidas nuestras, que son igualmente genuinos representantes de este tipo de personas.

 

De mi época de bachiller, años ha, recuerdo algunos individuos auténticamente seleccionados para ocupar lugar principal en este campeonato.

 

Recuerdo a un tal Olmedilla, que era un mamoncete, un mala hostia total, que no disfrutaba más que haciendo la puñeta a todo el mundo. Por cierto, siendo ya mayorcitos, vino en una ocasión a pedir un favor para una operación que tenía que llevar a cabo en Valencia, y ya no aparentaba, o al menos eso parecía, aquel individuo que yo recordaba de pequeño, sino a una persona muy alejada del semejante mal-nacido.

 

Nos hemos cerrado en este dicho en concreto, aunque podíamos haberlo hecho en otros varios. Sin embargo, este es más fácilmente recordable, porque no es raro que todos recordemos a algún individuo de semejante calaña. ¿Quién no ha tenido un profesor clásico "mala hostia? Quizá alguno de vosotros, los que os habéis dedicado a la educación, hayáis sido en alguna ocasión también catalogados por vuestros alumnos como "huesos", "cenizos" o "mala hostia" y puede que haya sido con razón ¿o no?

 

 

13 de agosto 2009

     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 comentario:

Tomás Morales dijo...

A mi mellamaban "San Buenaventura" porque, decían, a final de curso aprobaba a casi todos, y con buena nota.