domingo, 26 de octubre de 2008

EL ASPIRANTE A PERSONA

(Cuento popular – serrano 2ª parte)

 

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Pasados unos meses de la situación de extremo peligro en que se encontró  Pablito, y encontrándose suficientemente repuesto, la familia decidió volver de nuevo al pueblo, con el fin de que pudiera reincorporarse poco a poco a su vida, su escuela, sus amigos y el resto de la familia.

 

No le resultó fácil el reencuentro, pero con la ayuda de los amigos y la admisión a la "escuela de los mayores", como allí le llamaban a la Enseñanza Primaria, se recuperaron los ánimos, y se inició la nueva vida  como cualquier otro niño del pueblo.

 

Así pasó su primer año de escuela, aprendiendo y aprovechando, quizá más de lo esperado. En parte para compensar el tiempo perdido en su enfermedad, y también por encontrarse en situación física algo más deficiente que el resto de sus amigos, se dedicó con mayor esfuerzo a sus estudios.

 

Un día se marcharon sus padres a Madrid. Al cabo de un tiempo, volvió su madre, toda vestida de negro, y en su casa había mucha gente llorando. Pablito no sabía a qué obedecía esta circunstancia, pero sí entendió que algo había ocurrido que cambiaría para siempre sus vidas.

 

Al cabo de dos años, un día llamaron a su madre a la escuela para hablar sobre Pablito. En la reunión estaban el maestro, el cura y el alcalde del pueblo. Era una pena que Pablito perdiera la ocasión de poder estudiar, dado su excelente expediente escolar. El problema era la financiación de esos gastos. La familia no tenía medios para ello. 

 

Terminado el curso, cuando Pablito tenía 10 años, el maestro le dijo que iban a hacer un viaje a la capital de la provincia, los dos, y que haría un examen en un centro oficial. Sería un examen de ingreso y si aprobaba, el curso siguiente verían la forma de que se marchara a estudiar a la capital.

 

Pablito, temeroso ante lo inesperado y asustado por lo incierto del futuro, marchó con su maestro, se examinó y aprobó el examen. Volvió al pueblo muy contento, más por haber vuelto que por haber aprobado.

 

A primeros de septiembre, sin esperar a las fiestas del pueblo, le dieron su maleta, su billete del autobús, sus documentos a presentar y un papel con la dirección a la que debía dirigirse cuando llegara a la capital.

 

Le habían buscado un colegio en régimen de internado, donde podía hacerse hasta sexto de bachiller, y que estaba regido por una orden religiosa en Madrid.    

 

La adaptación al nuevo colegio fue bastante dura. Con diez años y siempre bien atendido en su casa, le resultaba muy difícil desenvolverse solo en el colegio. La comida…, la cama…, la puntualidad…, y sobre todo la disciplina.

 

Poco a poco fue haciéndose con amigos. Goyo, El Boca, Manolo… Fue aprendiendo a jugar al fútbol…, al ping pong. Aprendió a hacerse la cama, se le quitó el miedo a la ducha con agua fría…

 

Se convenció de que había que estudiar. Era serio aquello de estudiar. Los profesores eran duros, muy duros. No solo te ponían mala nota… además te castigaban.

 

El primer día recibió, como bienvenida, una torta de "platillo" por detrás de la cabeza, que le dejó un zumbido en los oídos para toda  la noche. Él se la juró al profesor. Y a los tres meses se la devolvió. Lo vio corriendo por unos jardines, solo, sin testigos, y le pegó una pedrada en una ceja. Asustado al ver que la sangre le corría entre los dedos, pensó que le había saltado un ojo, y se escondió sin avisar del accidente. Pensó que nadie sabría nunca lo que allí había pasado. Al cabo de tres años se enteraría de que sí se sabía lo que pasó y quién lo hizo.

 

Se le dio bien el bachiller. Consiguió una beca, pero tenía la condición de que la nota media debía ser superior a 7. Era muy serio aspirante a sobresaliente en letras… no tanto en ciencias.

 

Lo que peor llevaba era que en ese internado el curso era de diez meses y medio. Y no había salida los festivos. Hasta sexto, ahí sí había libres los sábados tarde y los domingos después de la misa.

 

Estando en sexto comenzó a preocuparse por la forma en que podía solucionar sus estudios en la universidad, cuando saliera del colegio. Debía buscar algún medio de subvencionarse los estudios.

Trabajo. Empezó a preocuparse por buscar un trabajo, que le dejara tiempo suficiente para estudiar. Y empezaron todos los amigos a pensar qué carrera elegir…

Al final se decidió por Derecho.   

 

Por medio de unos antiguos alumnos del colegio, pudo orientarse sobre el trabajo para cuando saliera del colegio, para subvencionar los estudios. De esta forma, el año que estuvo preparando el preu, no tenía la misma presión de estudio ni asistencia y podía procurarse sin problemas la subvención.

 

Terminó sexto y su reválida, sin problemas, y se marchó del colegio. Cada uno de los amigos, se despidió y dejó dicho en qué facultad estudiaría y la forma de verse, todos tan amigos. Menos uno, Goyo. Ni dijo lo que pensaba hacer, ni siquiera se despidió de Pablito, tan amigos como habían sido durante todo el bachillerato…

 

A primeros de agosto empezó a trabajar en los almacenes de una cadena de alimentación. Como a todos los nuevos, le exigían más que a los demás.

 

Se hizo amigo de un señor, Matías,  bastante más mayor que él, muy serio, muy formal, y que siempre que tenía algún problema estaba a su lado. Le contó sus intenciones, lo que iba a estudiar, y por lo que estaba trabajando allí.

 

Se encontró con que a finales de mes hubo una huelga, en aquel tiempo prohibida. No podía hablarse de huelga. Matías le aconsejó que se diera de baja por enfermedad y no apareciera por allí en unos días. Si tenía algo que ver o quería saber algo, que se presentara en la iglesia de los Sacramentinos y preguntara por el padre Álvarez.

 

Matías empezó también a hablarle de la situación política española, de la dictadura, de un tal Marcelino Camacho, del "partido", en fin, de un montón de cosas de las que él no tenía idea, y que además no debía comentar con nadie, solamente con Matías, y con el padre Álvarez, nadie más.

 

Conoció la situación de algunos compañeros de trabajo. Unos en prisión, otros en revisión continua, antiguos estudiantes, incluso profesores, que no podían seguir ejerciendo su profesión por cuestiones políticas.

 

Tras los días de huelga, viendo que Matías no se incorporaba al trabajo, y nadie sabía nada de él, decidió presentarse al padre Álvarez a preguntarle por su compañero.

 

En la iglesia, tras muchas palabras, muchas preguntas, y esperas… se presentó al padre Álvarez, un cura mayor, muy amable y muy desconfiado. Dijo no conocer a nadie con ese nombre, hasta que Pablito le habló de todo lo que Matías le había contado, si iba a verlo.

 

Le comentó que estaba detenido, en la cárcel de Carabanchel. Le dijo que si estaba dispuesto a trabajar con ellos, que acudiera a los ejercicios espirituales, que comenzarían la semana siguiente allí, en la iglesia.

 

Acudió a los ejercicios (ese era el título, el contenido era muy distinto), se examinó y aprobó el preu. Comenzó el curso, y el padre Álvarez y otros compañeros (camaradas, decían ellos), le proporcionaron otro trabajo, más acorde con sus estudios, y que además le dejaba tiempo libre para sus clases y asesoramiento para sus trabajos. Entró a trabajar en un despacho de abogados, situado en la Glorieta de Atocha.

 

Cuando se dio cuenta, estaba metido totalmente en el "partido", siendo enlace en su facultad, y manteniendo el contacto con todos los afiliados de dentro de la universidad.

 

Una tarde salió del despacho a buscar unos documentos para unos "laborales" pendientes y cuando volvió… se encontró todo lleno de policías, ambulancias, guardia civil…, y lo detuvieron y se lo llevaron a declarar.

 

Aquí empezó realmente su calvario.

 

   

 

sábado, 25 de octubre de 2008

CONFIANZA.

Tomás Morales Cañedo/Prof. Filosofía

 

         Con-fianza, con-fe. Acercarte a algo o a alguien con-fiadamente, con-fe, es "fiarte de", creer en él.

 

         Ya San Agustín, hace mil quinientos años, distinguía entre "credere ad" y "credere in".

         "Creer a alguien", es menos fuerte que "creer en alguien".

         Ante dos versiones de un hecho que me den dos desconocidos yo puedo "creer a uno" o "creer al otro".

         Pero si una versión me la da mi hija y otra un desconocido, yo "creo" lo que me dice mi hija, porque "creo en" ella, y no "en" el desconocido.

         ¿Que puedo equivocarme? Por supuesto.

         ¿Que la versión del desconocido puede ajustarse más a la realidad? Por supuesto.

         Tener fe, tener confianza, fiarte, es una cuestión subjetiva, que no te garantiza la objetividad.

         Es verdad que CREO en mi hija, otra cosa es que sea verdad LO QUE creo.

         Creo que el refrán dice que "la confianza mató al gato".

 

         Cuando escribo estas líneas están ocurriendo, en la economía occidental, cosas muy graves, objetivamente, pero muy curiosas psicológicamente.

         "La economía, los mercados financieros, necesitan la confianza de los impositores". Pero como éstos no se fían están sacando sus ahorros. La banca se tambalea, anda mareada. Las autoridades políticas piden "confianza".

         O sea, que una situación grave objetiva depende de un acto de fe subjetivo.

         O sea, que la buena marcha de la economía es una cuestión de confianza.

         O sea, que la economía descansa en la psicología.

         ¿Quién lo diría? ¿No?

 

         Uno de los instintos más arraigados que tenemos los seres vivos es el instinto de seguridad.

         Cuando el ser vivo es inmaduro esa seguridad se la proporcionan los progenitores.

         Cuando el ser vivo se independiza de ellos tiene que "asegurarse" por su cuenta, buscar "seguridades".

         Estas seguridades las proporcionan las personas, pero también la proporcionan las cosas.

         Una de esas cosas es el dinero. "Todo tiene su precio" –decimos-. Si podemos pagar, podemos conseguir cosas que nos aseguren la existencia.

         El afán de tener y de tener más parece que está inscrito en los genes.

         El hombre vive más  "para el mañana" que para el instante.

 

         Cuenta el dramaturgo español Alejandro Casona, en una de sus obras (creo que en "La casa de los siete balcones") la siguiente anécdota:

         "Un hombre va caminando por el desierto acompañado de su caballo. Se le acaba el agua. A lo lejos divisa un oasis. Se dirige hacia él al tiempo que el posadero sale a su encuentro. Se entabla, tras los saludos correspondientes, una conversación. De dónde vengo, a dónde voy, qué quiero conseguir,…

         -Se nos ha terminado el agua. ¿Puedo beber?, por favor.

         - Por supuesto. Beba Ud. todo lo que quiera.

         -¿Podría también darle de beber agua a mi caballo?

         -Por supuesto, señor.

 

         Sigue la conversación al tiempo que descansa el viajero.

 

-         ¿Puedo beber más?

-         Por supuesto. Pero ¿Aún tiene Ud.sed?

-         No, señor, yo es que bebo ahora para mañana.

-         Pues déle Ud. también agua a su caballo y que beba para mañana.

-         El caballo no puede, señor. Es lo que nos diferencia a los hombres de los animales. Ellos, sin sed, no beben. Nosotros, sin sed, podemos beber. Ellos no son libres para beber o no en ausencia de sed. Nosotros sí. Eso es la libertad. "La capacidad de Responder sin Estímulo o de no Responder ante el Estímulo". Yo sí podría ponerme en huelga de sed o de hambre. Mi caballo no. Él está atado al estímulo. Nosotros somos libres ante ellos.

 

         (Tras esta anécdota, volvamos a lo que nos trae)

 

         La manera de mejor asegurarse es tener más posibilidades de hacerlo. El dinero, en nuestro mundo occidental, es la moneda de cambio en el mercado.

         "Todos queremos más, y más, y más" que decía la canción.

         Ese deseo de tener más, esa avaricia, muchas veces te nubla la inteligencia. Ante la posibilidad, hipotecas una realidad. Te lanzas. Te arriesgas. Das un salto en el vacío. Y, a veces se gana, a veces se pierde.

         Pero si la avaricia como "deseo desordenado de tener más…." te nubla la inteligencia, lo que está ocurriendo, ahora mismo, la desconfianza, el temor, te anulan la capacidad de discernir. Estás en el laberinto y no ves la salida. Y la desesperación habita entre nosotros y, ésta sí que es una mala consejera.

         La Economía, que, como decíamos antes, es ya casi un capítulo de la Psicología, se está separando o divorciando de la Lógica. Están ocurriendo cosas ilógicas.

         Al final va a resultar que tenía razón Marx. "El capitalismo es contradictorio, lleva en sus venas el cáncer de su propia destrucción. Cuanto más suba, más fuerte va a ser su caída. La metástasis, más pronto o más tarde, acabará con él. Y cuando todo él se vaya al traste, es la hora del socialismo, como paso previo al comunismo…..".

 

         SI el capitalismo sigue siendo capitalismo, capitalismo puro, capitalismo-capitalismo, como el café-café, el final, más pronto que tarde, será su desaparición. PERO…. el capitalismo, no digo que se humanizara (son términos contradictorios) pero sí se fue suavizando.

 

         Si Marx levantara la cabeza se moriría dos veces.

         Una, por la subida de tensión causada por la enorme alegría que le provocaría el ver cómo el sistema capitalista, cuya esencia es la plusvalía, se estaba yendo al garete.

         La segunda muerte vendría provocada al contemplar cómo los gobiernos socialistas occidentales acuden a apuntalar el edificio capitalista, en ruina, en crisis, inyectándole millones de euros a los bancos.

(Cuando ya lo habían pregonado los otros Marx: "si quieres hacerte rico no robes un banco, créalo")

 

         Hubo una época en que el individuo era un lobo para otro individuo. Era una lucha individual, cuerpo a cuerpo. Una lucha a muerte, en la que sólo sobrevivía el más apto, el más astuto, el más preparado.

         Después, la lucha cambió de contendientes. Eran los patronos contra los obreros, la clase proletaria contra la clase capitalista, el trabajo contra el capital, encarnado en el dinero.

         Posteriormente, hoy, la lucha ("la guerra es el motor de la historia" – han dicho los filósofos desde los primeros tiempos) se ha trasladado a las naciones. Naciones explotadas y esquilmadas durante tanto tiempo, naciones sin recursos, pobres, muertas de hambre, con una exagerada población mano sobre mano y  estómagos vacíos, contra naciones superdesarrolladas, con estómagos saciados y faltas de mano de obra, naciones con el poder en el bolsillo, en forma de dinero, San Dinero.

 

         Aquí nos encontramos. Ante el dilema.

         Estoy en una gasolinera. El depósito vacío de mi coche necesita combustible.

         Estoy ante la televisión. Los estómagos vacíos de millones de niños inocentes necesitan comida.

         ¿Combustible o alimentos?

martes, 21 de octubre de 2008

ROMA OBSESIVA

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

He puesto como salva-pantalla en mi portátil una vista de "youtube" de la Piazza de Navona, de Roma. Preciosa. Me encanta. Es una de las visitas de Roma que más me gusta. La he visto de día, de noche... la recuerdo de noche, con Pepa a mi lado… Es una visita que no me importaría que se alargara en el tiempo, que me retuviera en lo posible…

 

 Me molestaba  cuando llegaba la hora de irme…

 

La Piazza de Navona, así como la Fontana de Trevi, han sido dos de las zonas más visitadas por mí en mis visitas a Roma…

 

No creo en la re-encarnación, no creo posible la recreación de una persona en otra distinta. Desapareces y punto. No vuelves. No creo, por tanto, en que yo vuelva a recordar aquellos lugares que en mi otra vida recorrí.

 

Me llaman, me gustan, simplemente porque son preciosos, porque se ajustan a los ideales de la belleza que yo exijo.

 

También me encantan algunas basílicas de Moscú, su Plaza Roja, el Kremlin, San Petersburgo, etc. etc…. y eso no significa que yo en mis otras vidas ¿cuántas?… haya vivido en todos ellos…  Pero Roma…, Italia en general, pero especialmente Roma es algo singular…

 

En mi primera visita a Roma, allá por el año 1984, en mayo (cuando las grandes calores, cuando los toros son bravos, los caballos corredores…), pues por mayo fue la primera vez que la vi. Fuimos  Pepa y yo a pasar ocho días, y se nos hicieron cortos. Solo una pega. La comida.

 

Yo, que soy descendiente de italianos, de la zona de Bari, no soporto tanta pasta junta y seguida…

 

Un día, sentados los dos en el bordillo de una acera en la Vía dei Fori Imperiali (así se pronuncia, al menos), me decía Pepa: "esto es precioso, pero como en España no se vive en ningún sitio".

 

Lo cierto es que Roma engancha. Roma te aferra, te maravilla, te hace pensar que eso que estas viendo, es aquello que tú has deseado ver siempre. Y si además eres, como soy yo - ¿verdad Tomás? - seguidor de personajes romanos como Cicerón y César… estás deseando encontrártelos en cualquiera de aquellos foros…

 

Creo que lo primero que recuerdo de mi primera visita coincide con un fortuito encuentro, ante del monumento a Víctor Manuel II, en la Plaza de Venecia, con dos italianos, uno de ellos taxista, que discutían entre ellos sobre la mejor cantante española de opera. Ellos nos indicaron que en el balcón del palacio de Venecia salió Napoleón a hablar a los romanos.

 

Rodeando la colina Capitolina, subes al Capitolio, donde tienes una vista de la Roma antigua y otra de la moderna, todo a tus pies. Y en la plaza central, el antiguo "asylum" del primer rey de Roma, Rómulo.

 

Es impresionante la vista del Coliseo… esa impresión no se borra jamás de la mente… Y los Foros Imperiales, sus recuerdos…

 

El Pantheon… Es de los monumentos romanos que más me ha llamado la atención. Su interior me resulta de una increíble fuerza, me minimiza, me impresiona…

 

Dejando a un lado El Vaticano, como ciudad independiente, como estado independiente, las basílicas de Roma que recuerdo con más admiración son las de Santa María al Mayor y la de San Juan de Letran. Son para ver, y volver a ver y seguir así hasta hartarse… Santa María la Mayor, para mi gusto, es la mejor de todas, la más bella, la más impresionante. Es la primera de Roma…

 

Es fácil encontrarte con varios rincones (porque en Roma cualquier rincón puede ser precioso), donde encuentres algo que nadie ha visto, o que en ningún sitio te lo han recomendado, pero a ti te encanta. O que vuelvas varias veces al mismo sitio, porque te encuentras a gusto, te recoge, te inspira… Nosotros hemos ido varias noches a sentarnos un rato  a la escalinata de la Fontana de Trevi… simplemente porque nos apetecía… nos encontrábamos a gusto…

 

Roma tiene un agarre especial. Volvimos en el año 1999. Nos encontramos con todos los preparativos del "Roma 2000", pero nos siguió gustando… tanto que ya estamos pensando que han pasado demasiados años sin acercarnos a una de las cunas de nuestra civilización… debemos volver a beber…  "¿Quo usque tandem abutere, Catilina,…?"

 

 

domingo, 19 de octubre de 2008

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA

Tomás Morales Cañedo/Prof. de Filosofía

 

         Uno podrá ser matemático o no serlo, podrá estar casado o soltero, ser laico o seglar, ser mujer o varón….pero lo que no podrá no ser es "ciudadano", porque vive/tiene que vivir en la "ciudad", en la "sociedad".

 

         Si antes de nacer como personas necesitamos estar 9 meses en el claustro materno, a resguardo de cualquier inclemencia, sea frío o calor, hambre o sed,…porque "estamos en el paraíso", el nacimiento es como la expulsión de nuestros primeros padres, con la diferencia de que si ellos se quedaron a la intemperie nosotros fuimos acogidos en el "claustro social", comenzando por el "familiar"….

 

         Al igual que no elegimos la madre, tampoco elegimos la época, el lugar, el idioma,…. ni la sociedad en la que nacer.

         Esta sociedad es la que es. Es la que nos ha tocado. Tendremos que integrarnos en ella. Pero tendremos que cambiarla en "cielo" si es un "purgatorio", o en "purgatorio", al menos, si es un "infierno". Tendremos que construirnos un nuevo "paraíso" pero, ahora, siendo sujetos activos. Esta sociedad siempre tendrá necesidad de ser perfeccionada, de ser aquilatada, porque las grietas, siempre, le son implícitas. Incluso aunque fuera un "cielo", siempre sería un "cielo manifiestamente mejorable".

 

         No podemos no ser sociales, no podemos no ser ciudadanos. Ella, la ciudadanía, es el oxígeno de nuestra persona, el carburante de nuestra vida, como el aire que respiramos lo es de nuestro cuerpo, y a nadie le interesa que esté viciado.

 

         Debemos educarnos y educar a nuestros hijos en y para la ciudadanía. En ello nos va la vida, y nunca mejor dicho.

 

         Vivimos en UNA España, somos UN estado, el Estado Español. Tenemos una Ley de Enseñanza Estatal, pero, como hemos podido comprobar, la nueva disciplina parece que ha sido de partido más que de estado, por lo que no se han identificado con ella ni la han asumido los que no votan o no son de ese partido. Y, por si ello fuera poco, la nueva materia que se ha implantado/se quiere implantar/se debe implantar es "Educación para la Ciudadanía y Derechos Humanos". Pero como éstos son "Universales" que venga alguien a explicarme por qué los contenidos de esta materia son distintos en Andalucía que en Castilla, en Galicia que en Cataluña o el País Vasco.

 

         Pero, ya no sólo las Comunidades Autónomas difieren en los contenidos a impartir, es que las propias Editoriales, muchas veces, no se parecen en nada.

 

         Si ya en mis tiempos de enseñante y educador teníamos nuestras diferencias los componentes del Seminario de Filosofía respecto al libro de texto a imponer, (yo prefiero seguir llamando Seminario a lo que hoy se denomina Departamento. Esto me suena a Corte Inglés y a la venta de zapatos o camisas, y nosotros no vendíamos nada, instruíamos y educábamos, o al menos lo intentábamos), imagínense ahora en esta nueva materia.

         Temas como la emigración, la guerra de Irak, el separatismo, el terrorismo, la sexualidad y las relaciones humanas, las listas cerradas de los partidos políticos en los procesos electorales, la familia, los nuevos tipos de familia, el matrimonio homosexual, la energía atómica, la globalización, la violencia de sexo (¡por favor, que no se la llame "de género", éste es una categoría gramatical y lingüística¡), el maltrato a niños y ancianos, la violencia en las aulas, la agresividad acústica en la calle, la agresividad en la conducción en la carretera, la seguridad en la calle (¿seguridad versus libertad?), el botellón, la jerarquía eclesiástica….( y sigan Uds. añadiendo temas cívicos, problemas de la ciudad).

 

         No me cabe duda (porque lo sé) que hay algunas editoriales y algunos autores que se encuentran en los límites, pero que hay otras y otros que con honradez y equidistancia exponen estos temas con una neutralidad digna de elogio, sin intentar adoctrinar. ¡Es tan fácil moldear a personas en formación! ¡Es tan fácil hacer catequesis con estos temas!

 

         A mí me gustaría que mi país, España, tuviese una educación francesa, una cultura italiana, una laboriosidad alemana, una concienciación nórdica, una democracia inglesa,… Pero…..esto es lo que hay y con lo que tendremos que vérnosla.

 

         ¿Qué tipo de sociedad queremos?

         ¿En qué tipo de sociedad estamos?

         ¿Coinciden?

         Taxativamente, NO.

 

         Estamos, vivimos en una sociedad competitiva. Aparece un puesto de trabajo y se lanzan a él 400. Y sólo se queda con la presa el más apto, el más listo, el mejor preparado, el que mejor pasa las pruebas. Darvinismo ya no entre las especies, sino darvinismo laboral, personal, social.

 

         Pero, ¿queremos que siga este tipo de sociedad  competitiva o preferimos una sociedad más humana, cooperativa y solidaria?

         Habrá que ir del "cómo estamos" al "cómo queremos estar". No es fácil ir compitiendo en la vida, en la sociedad (la selectividad y los "numerus clausus", la selección de personal, las oposiciones,….) y llegar a la solidaridad en sociedad.

         Si en una competición ya el 2º es un perdedor y las medallas son sólo tres, del 4º para atrás todos perdedores.

 

         Si en la sociedad cooperativa importan los valores, en la sociedad competitiva lo que cuentan son los resultados.

         Si las comparaciones son odiosas, las sociedades competitivas son, esencialmente, comparativas. Cada uno se compara con los demás. Miras al de adelante con envidia y con pena al de detrás, y tú no ves la cola completa. Esto lleva, indefectiblemente a la frustración y al desánimo.

         No es igual dar todo lo que tienes, que ser el que más das.

         No es igual dar todo lo que puedes que ser el que más puede dar.

         No es igual, en la competición, correr todo lo que puedes que ser el que más corre.

         Habrá que decidir qué es lo preferible y deseable.

         Habrá que hacerle ver al educando (y todos los somos) que ni para un fin lícito y razonable pueden usarse medios ilícitos.

         Habrá que hacer ver que cuando se busca el bien del Todo no se está yendo contra el bien de un pequeño grupo.

         Habrá que hacer ver que se puede educar para la ciudad real, la que hay, pero que se debe educar para la ciudad ideal, la que debería haber.

         Habrá que hacer ver al educando (y todos lo somos) que el cumplimiento de la ley no se vota. La ley se cumple y punto. Pero que en el mismo instante deben surgir mayorías cualitativas para la abolición o el mejoramiento de la misma. Porque lo legal no siempre es justo y muchas veces es inmoral.

         Habrá que hacer ver al educando que "criticar" no es "injuriar", sino intentos de aclarar para mejorar.

         Habrá que hacer ver al educando (que tan poco lee) que la cultura, casi siempre, suele ser el camino más corto para llegar más lejos.

         Habrá que hacer ver a los educandos de ciertas comunidades autónomas que son autonomías políticas pero no autonomías jurídicas.

 

         "Educación para la ciudadanía", ¡pero qué bonito nombre tienes!

 

lunes, 13 de octubre de 2008

LA ESTULTICIA SIN FRONTERAS

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

 Todos los que me conocen saben de mi amor a Valencia y por ende al País Valenciano y todo cuanto de él depende, se asemeja, emana o se asocia.

 

Es lógico. En él me desteté, me rehice como persona. Me acabé de formar. Me inicié laboralmente. Me casé. Nacieron mis hijas. Aprendí a ser "Persona" (Tomás).

 

En él, posteriormente, disfruté y sufrí por la llegada de la democracia. Aprendí realmente lo que me faltaba por conocer de las vivencias desconocidas por los ciudadanos en la mayor parte de los aspectos políticos y sociales de la época. Me afilié (sin comentarlo con mi compañera) a la UGT en el año 1974. Terminé (aunque eso nunca es posible para los que siempre esperamos un "amejoramiento") mi formación técnica laboral. Llegué a ocupar plazas de dirección, que después nunca he dejado…

 

Como consecuencia de todo ello, he desarrollado un cariño especial a esta tierra, para la que, tanto yo como mi pareja (Pepa), siempre guardamos en nuestro corazón un especial recuerdo…

 

Ahora, que llevo veinticinco años fuera de Valencia, siguen emocionándome y doliéndome todas las cosas (buenas o malas) que me llegan de esa mi tierra.

 

Por eso, por ese amor que confieso a "mi" tierra, me creo con la suficiente autoridad para poder denunciar aquellas cosas que a mi entender son mejorables o, simplemente, impresentables.

 

No comparto muchas de las cosas que ha determinado el gobierno del Sr. Camps.

 

Eso es normal, como habrá otros muchos que sí lo hagan y lo aplaudan. Pero lo admito, como corresponde a un ciudadano demócrata, que tiene un gobierno, al que, vote o no, debe recibir como suyo.

 

Pero todo tiene un límite. Todo tiene un tope, cuyo rebase dispara todo tipo de alarmas internas en la persona, y la hace preguntarse: "¿esto entra dentro de mi obligación de aceptación?" ¿Es serio este asunto?

 

Yo entiendo que un gobierno intente, mientras está en el poder, desarrollar su programa de gobierno e intentar imponer su programa educativo, como crea que resulte más beneficioso para su población.

 

Y en este intento, implante nuevos programas, métodos nuevos, todos dentro de un sistema y una lógica normalmente desarrollada y admitida en otro cualquier gobierno, país o comunidad autónoma.

 

Hay planes de enseñanza que inciden más en la parte científica, otros en la humanista… Los hay buenos, no tan buenos, y otros resultan desastrosos, viendo sus resultados con el paso de los años.

 

Normalmente, todos tienen sus razones, más o menos defendibles, y más o menos lógicas, dentro del programa de gobierno de los partidos.

 

Me resulta imposible de entender que un señor presidente, tome la decisión, simplemente por oponerse al sistema establecido a nivel del estado español (naturalmente de otro partido político), de idear un planteamiento educativo de UNA ASIGNATURA, con una duplicidad de personal, que a su vez, duplica la exposición al alumnado, a sabiendas de que una de las exposiciones resulta totalmente ininteligible para la mayoría de los alumnos… ¡Acojonante!, con perdón…

 

He hablado con varios profesores del País Valenciano sobre este asunto y todos me ha dicho lo mismo. "Tengo la sensación de que soy un payaso de feria o un verdadero imbécil, dando la clase a unos alumnos, que inmediatamente después la van a volver a recibir (a oír) en otro idioma que no entienden en su mayoría".

 

¿Quién califica después? ¿El profesor de la asignatura o el de inglés?

 

Porque si el tema que entra en la valoración es el de la  propia asignatura, ¿para qué necesito añadir un profesor más para su explicación en inglés? ¿Y qué hago para recuperar el tiempo que necesite este profesor de inglés en re-explicar lo que yo ya he hecho anteriormente?

 

Y a efecto de currículo educativo, ¿cómo o dónde va a figurar la valoración que obtenga en la otra parte de lengua extranjera de la citada asignatura? ¿O no se va valorar el trabajo en ingles realizado en estas clases?

 

Ni soy experto en educación, ni pretendo dar lecciones a nadie sobre lo que debe hacer para realizar un perfecto plan de educación, simplemente creo que el Sr. Camps se ha metido en un jardín con una difícil salida. Yo recuerdo un trabajo de literatura que presenté en cuarto de bachiller, no sé exactamente sobre que tema, en cuya calificación hizo constar el profesor esta nota: "No te metas en  Honduras, que matan al presidente"

 

Opino que eso mismo debió hacer el presidente Sr. Camps. Dejar los asuntos de partido a un lado, cumplir la ley sin ningún tipo de "amejoramiento", y no hacer de una asignatura "el quid pro quo" de un programa de educación.      

 

   

 

      

 

domingo, 12 de octubre de 2008

LA BENDICIÓN. "BEN-DITOS SEÁIS".

         Tomás Morales Cañedo.

 

         "Ben-dición", "ben-decir", "decir bien", "ben-decido", "ben-dito", "bien dicho".

 

         Cuando, entre los antiguos, un hijo tenía que alejarse del hogar, le pedía a su padre (nunca a su madre) la bendición.

El padre le DECÍA, solemnemente, los buenos deseos, las buenas venturas, los buenos hechos que deseaba que le ocurrieran, porque se creía en "el poder de la PALABRA", eso es los que OCURRIRÁ, lo que el padre ha DICHO BIEN.

        

         Entre el DECIR y el HACER había una continuidad, una consecuencia natural, un fluir por sí mismo, lo uno llevaba a, producía, lo otro. OCURRIRÍA lo que se DECÍA. Se cumplía la palabra.

 

         También lo contrario, la MAL-DICIÓN, el MAL-DECIR, lo MAL- DECIDO, lo MAL-DITO, lo MAL-DICHO. DECIR, desear malas cosas a alguien; eso es lo que OCURRIRÍA.

 

         Fíjense cómo comienza el Génesis: "y DIJO Dios: SEA la luz, y la luz fue HECHA. Y luego DIJO Dios: que se separen las aguas de las tierras… y APARECIÓ la tierra firme y el océano…." Etc….etc….etc…

 

         Y "qué decir del inicio del Evangelio de San Juan: "in principio erat VERBUM", "en el comienzo estaba/era la PALABRA"

 

         El DECIR es la causa del HACERSE,  del OCURRIR. Lo HECHO como consecuencia de lo DICHO. Amalgama de la PALABRA y de la ACCIÓN.

 

         Esta forma mágica de pensar continuó durante muchos siglos.

 

         Cuando alguien decía: "PALABRA de honor" o "te doy mi PALABRA", No es que uno sólo diera su PALABRA, mostrara su intención, es que ÉL, entero, iba en el lote, prendido en su PALABRA. La PALABRA y la PERSONA indisolublemente unidos. Era DECIR: "te doy mi PALABRA y al que la pronuncia si no cumplo lo prometido". Me comprometo, pues, a ser tuyo, a ser tu esclavo, a dejar de ser yo, a empeñar mi persona, que va prendida/presa en mi PALABRA.

 

         Solemos decir que "uno es esclavo de sus PALABRAS y dueño de sus silencios"

 

         Jurar por Dios es ponerlo de testigo de que voy a HACER lo que voy a DECIR o lo que estoy DICIENDO. Si no se cumple uno es reo de Dios, que puede/debe castigarte, por haber desanudado el nudo entre el DECIR y el HACER, por haber prometido y no haberlo cumplido, por haberlo DICHO y no HABERLO HECHO.

 

         Entre caballeros, hoy día, sigue valiendo la PALABRA y el mero hecho de "chocar las manos" es la firma del acuerdo, de lo DICHO y pactado entre ellos.

 

         Claro que si yo voy al Banco a pedir un préstamo o una hipoteca y le DIGO, le prometo, le juro,….. al Director que lo cumpliré y que se lo devolveré, y le doy mi "PALABRA de honor"…. dejará escapar una cínica sonrisa y me dirá que no se fía de mí, que no confía en mi PALABRA, y quiere/necesita/exige que se lo firme. Sin firma "nanay de la China".

 

         Y la firma no es otra cosa que la PALABRA, pero escrita. Y es que los Banqueros saben latín. ¿Recuerdan aquel dicho de "verba volant, scripta manent" ("las palabras vuelan, se las lleva el viento, lo escrito permanece")?

 

         "Hombre, Sr., Director, verá Ud…. es que yo eso se lo DIJE en unas circunstancias concretas, pero como éstas han cambiado, yo no puedo mantener mi PALABRA al haber cambiado el contexto….

 

         Por eso el Director del Banco te exige la firma, porque ella es ajena a toda circunstancia, a cualquier circunstancia. Ella está ahí, escrita, "permanece", siempre, para todo, para todos, ajena a los contextos en que se produjo.

 

         Cualquier juez le hará más caso a tu firma que a tu PALABRA.

 

         Y es que la firma surge de la desconfianza entre los hombres.

 

         "Tú me puedes DECIR que lo sabías, pero aquí, en el examen no tienes eso escrito, y yo, profesor, sólo juzgo lo escrito".

 

         Así que, a partir de ahora, en vez de definir al hombre como "el animal que habla", habrá que definirlo como "el animal que escribe" y que queda prendado/preso, comprometido con lo escrito.

 

         Para los creyentes el momento central de la misa es la consagración, cuando el cura pronuncia las PALABRAS mágicas "hoc est, enim…."éste es mi cuerpo y ésta es mi sangre que será derramada…." es en ese momento, tras pronunciar esas PALABRAS, cuando el pan y el vino dejan de SERLO y se CONVIERTEN en el cuerpo y en la sangre de Cristo.

         El DECIRLO ha provocado el efecto de HACERLO.

 

         Incluso cuando el cura, tras confesar tus pecados, te da la absolución y te DICE: "te perdono tus pecados…..", tras cumplir la penitencia, esos pecados te SON perdonados, se borran, dejan de EXISTIR.

 

         Es más, cuando tú, lector/lectora, DIJISTE: "Sí, quiero a éste/ésta por…." ante un cura o ante un juez, lo que DIJISTE tuvo su efecto inmediato, OCURRIÓ que contrajiste matrimonio. DECIRLO y SER HECHO, OCURRIR. Ya nada es/será igual que antes de DECIRLO.

 

         Y es que la PALABRA, aunque la expresemos valiéndonos de órganos corporales, es hija del alma.

 

         Yo creo que ni los curas son conscientes de lo que dicen: "Esto es PALABRA de Dios".

 

         Nuestros políticos, todos, sean del sigo que sean, tienen querencia al concepto mítico-mágico de la PALABRA.

Todos ellos tienen en su mente las PALABRAS MAL-DITAS que, nunca, deben ser DICHAS, pronunciadas, no siendo que al DECIRLAS, OCURRAN o los votantes vean que están ocurriendo.

 

         Igual que hay gente que dice que lo que no se ve es como si no existiera, hay personas (los políticos, entre ellos) que creen que lo que no se DICE NO EXISTE.

 

         Por lo tanto no pueden/no deben pronunciar/DECIR las PALABRAS MAL-DITAS, (MAL-DICHAS), "trasvase", "crisis", "paro"…. porque nos traerán desdichas. Habrá que recurrir a eu-femismos (bien-sonantes) que mitiguen la cruda realidad, como si la realidad pudiera, realmente, ser mitigada por el hecho de no ser mentada.

 

         Habrá que DECIR, pues, "captación y conducción provisional de agua", "desaceleración!, "desempleo", que suenan menos mal, suenan mejor "eu-femismos").

 

         Lo que demuestra, una vez más, que el lenguaje sirve también para lo contrario, para ocultar la realidad, para tapar lo existente, para negar lo innegable.

 

         También el lenguaje te proporciona otro truco, como es el hablar y no parar de hablar, sin decir nada, es lo que, en filosofía, se denomina "parloteo".

 

         Que ante una huelga del transporte en toda regla y con las múltiples repercusiones en los múltiples desabastecimientos, nuestra Vicepresidenta nos diga: "el gobierno está trabajando", ¿eso va a tranquilizarme? Porque decir eso y no decir nada es lo mismo. Se supone que el paseante pasea, que el corredor corre y que el estudiante estudia…. Eso se da por supuesto. Claro que el gobierno gobierna. Lo que me tranquilizaría es saber si el gobierno está trabajando/gobernando en la dirección adecuada o no, si van a solucionarse los problemas o no.

 

         Si se me incrusta un coche en mi casa y un agente de la autoridad se limita a empujar para desencrustrarlo y me dice que "está trabajando", no sólo no me tranquiliza, es que me preocupa más aún.

 

         Si la "crisis" no existe, porque no ha sido DICHA, reconocida por el gobierno, ¿cómo se va a trabajar sobre algo que no existe?

 

         Miedo a llamar a las cosas, no gratas, por su nombre. ¿Causa principal? El temor a que una vez DICHAS, LLAMADAS, NOMBRADAS, se manifiesten aún más.

 

         Concepto SAGRADO, MÍTICO, de la PALABRA.

 

         (Y ya, de camino, distraemos, despistamos, entretenemos en disputas, engañamos, al personal)

 

         Claro que la realidad es muy tozuda y, como nadie la pare, ella seguirá "jodiéndonos la marrana"