miércoles, 8 de mayo de 2013



GASTOS PRESCINDIBLES

Ángel Pulla Dijort/Málaga

(Artículo publicado en la Revista de Febrero de 2013 de AMADUMA)

 

Cuando se efectúan auditorías o se procede a analizar las cuentas de cualquier sociedad, siempre se encuentra la posibilidad de mejorar sus resultados, estableciendo un ajuste de sus gastos - no sé por qué siempre lo primero que se examinan son los gastos - y eliminando o aligerando los considerados como prescindibles.

Imagino que muchos de los lectores han manejado durante su vida una considerable cantidad de tarjetas de visita de personas que o por su dedicación laboral o por su cercanía o posibilidad de negocio/servicio se ha estimado que serían de utilidad en su momento.

Recuerdo manejar, cuando todavía no estaba tan extendido ni era tan habitual los sistemas de almacenamiento y consulta de datos - ordenadores, teléfonos móviles, etc. - y debías buscar los datos y números de teléfono en los soportes manuales correspondientes, unas carteras-tarjeteras con capacidad para ¿cuántas? tarjetas de visita.    

Por supuesto que todas ellas correspondían a personas que tenían un fin determinado y un trabajo que ofertar. Todas perseguían que en el momento adecuado, el cliente viera quién era y qué ofertaba, y en consecuencia recurriera a sus servicios para llevar a cabo la pretendida operación.

 

Naturalmente que esas personas, con todo el bagaje que consigo arrastran, tanto de formación como de gastos de personal y demás emolumentos, impuestos, etc., deben ser asumidos por la empresa como gastos de administración, producción o comercialización imprescindibles para la consecución de sus fines.

Esos jamás podrán ser considerados como prescindibles si deseamos mantener los ingresos que su gestión proporciona.   

Imagina que ahora tuviéramos la posibilidad de disponer una tarjeta de las más de cuatrocientas mil personas que viven de y alrededor de la política. Según estudios, siempre aproximativos, realizados sobre las personas que viven  de la política - desde los diputados hasta los ediles y adjuntos a los asesores, y vigilantes de los unos y de los otros, etc. - en este país llamado actualmente España hay unas 445. 568 personas.

Para establecer un marco comparativo, pensemos que Italia, con 60 millones de habitantes, tiene aproximadamente la mitad de cargos políticos que España, y que Alemania, con más de 82 millones de habitantes - casi el doble que España -, tiene alrededor de 150.000 personas destinadas a estas labores políticas - 300.000 personas menos que España -.

¿Cuales son las causas que fuerzan a mantener esta cantidad de cargos políticos en este país?

Si fuéramos capaces de situar nuestra cuota de participación en empleos políticos a nivel de la alemana, podríamos obtener una rebaja en gastos de personal anual del orden de los 21.000 millones largos de euros.

Es muy difícil entender que sean necesarios más de 171.000 personas para empleos en empresas públicas y cargos de confianza. Estos empleos se refieren exclusivamente a cargos políticos, no al resto de la plantilla.

Tampoco es comprensible los miles de puestos de "asesores", no funcionarios, que precisan los políticos españoles. Es sorprendente encontrar que el presidente de gobierno necesite, además del sin número de personas que forman su gabinete, 652 asesores contratados para ¿qué? O que hasta un alcalde o un concejal necesiten varios asesores para poder "equivocarse" bien asesorado.

No termina con los excesos de "plantilla" con lo que cerraría mi informe de auditoría. Deberíamos hablar del transporte.

Me veo incapaz de explicar o entender la causa de que en España sea imprescindible mantener esa ingente flota de vehículos para los cargos políticos.

 

A modo de ejemplo, me gustaría mostrar un dato significativo:

Ø EE. UU. con más 308 millones de habitantes, con 50 estados que lo forman, tiene 1 vehículo por cada 747.572 habitantes

Ø España con 47 millones de habitantes, con 17 autonomías disfruta de  1 coche por cada 42.015 habitantes.

 "Sorprenderse,  extrañarse es comenzar a entender", decía D. José Ortega y Gasset.  Yo ni aun así lo entiendo. Y sorpresa sí he experimentado. Lo peor es que detrás de la sorpresa llega la indignación.

Es indignante que veas estos números en este nuestro estado tan mal gestionado y estructurado. Cada vez encuentro más caótico, más desproporcionada la estructura de este estado, donde además del asimétrico número de cargos políticos existente, con todo lo que conlleva el mismo, debería hacernos meditar sobre la posibilidad de modificación de la cámara alta - su utilidad - e incluso de la inmensa mayoría de la actuales Comunidades Autónomas, en su actual estructura.

Si medimos bien todos estos gastos, muchos de ellos prescindibles, evitaríamos que el gobierno fuera laminando poco a poco la sanidad pública, las escuelas públicas y los devengos de los trabajadores - públicos y privados - que ya van ansiando llegar a ser "mileuristas" de los de antaño.

Dice Luis García Montero que "cada amanecer nos despiertan con una nueva comunicación judicial", refiriéndose a los desahucios tan en boga por desgracia en los últimos años.

Este es otro de los asuntos avergonzantes para nuestra sociedad, que permite a todo ese tropel de políticos con sus correspondientes asesores, que se permitan que existan cada día más de quinientos desahucios considerados injustos por los jueces españoles y europeos.

Quizá sea porque los banqueros son los asesores mejor valorados por los políticos españoles a la hora de tratar los asuntos hipotecarios.  

¡Señores! ¡¡¡Cómo apesta este país...Qué pena de país...!!!

 

 

1 comentario:

Tomás Morales dijo...

¿Recuerdas aquella canción:"España huele a pueblo...." hoy habría que poner:"España huele a mierda".Pero no puedes "apostatar y darte de baja, aunque eso sí lo permite la Iglesia
!peores cosas veredes, amigo Sancho"