domingo, 4 de noviembre de 2012


VIOLENCIA

Mayte Tudea Busto                                  

 

 

Tras un día atareado –una clase por la mañana y otra por la tarde y entre una y otra intercalando alguna actividad más-, llego a mi casa pasadas las nueve de la noche.

 

Después de una ducha reparadora, y de colocarme el pijama –ha terminado ya la época del fresco camisón-, sentada frente al televisor me espera una cena ligera muy pegada a la huerta. Pulso el mando y ya han finalizado las noticias. Le siguen las incidencias que les ocurren a nuestros "pobrecitos" deportistas (léase futbolistas), ampliadas, repetidas y remachadas en el telediario del mediodía y de la noche, y los comentarios sobre la trascendencia de sus estados de ánimo o de sus lesiones me traen al pairo, la verdad, por no decir que me irritan. 

 

Voy recorriendo uno a uno los numerosos y en algunos casos repetidos canales, y no encuentro puerto en el que recalar. Yo en la televisión siempre busco el cine, pero hoy el tema elegido en las cadenas que lo programan y que coincide en todas las películas a las que me asomo, es la "acción". ¡Qué eufemismo! Dosis estomagantes de violencia gratuita, pura y dura. Héroes de pedernal cuyos dudosos fines terminan por triunfar a base de empuñar la metralleta más larga sin que se les altere un músculo del rostro. Me horroriza pensar que hay niños que pueden estar viendo estas películas e identificándose con el protagonista.

 

Sigo sin desmayar en mi afán por encontrar algo que me interese. Aparece en la pantalla un grupo de personas detrás de una mesa en forma de media luna sentados a izquierda y derecha del presentador. ¡Mira, una tertulia! Le concedo unos pocos minutos de mi tiempo y al comprobar, salvo honrosas excepciones, cómo cada interviniente defiende con un descaro que produce rubor ajeno la opción política a la que está adscrito y además, conoce de primerísima mano la fórmula mágica para salir de esta crisis, me pregunto: Si tan fácil resulta ¿por qué no les dejarán aplicarla? Harta de tanto economista frustrado como tenemos en este país, pulso el mando de nuevo.

 

Se me cuelan los variados y peculiares intérpretes del destino que con las cartas sobre la mesa van adivinando su futuro a los incautos que se lo solicitan -especialmente del género femenino-, mientras detallan al hombre moreno o rubio que va a aparecer en su vida y el trabajo que van a encontrar en un tiempo de plazo breve. ¡Dios bendiga a estas almas crédulas, la inocencia existe!

 

Bueno, me digo, ¡a la cama!. Retomaré la novela que estoy leyendo con tanta dificultad, `porque he de reconocer que me aburre, y a la que le estoy dando un margen de confianza por ver si, al final, me termina interesando.

 

Hago un último intento. Cambio otra vez de canal y me impacta una imagen en la pantalla. Un policía "cachas", guapo, con gafas de sol y aspecto chulesco, empuja sin  ningún miramiento a una pareja de

ancianossi  no lo son, les falta poco-, que con otro grupo de personas se están resistiendo a la autoridad tratando de evitar un desahucio. Le siguen dos o tres escenas más que me agreden visualmente. A una chica joven la sujeta otro agente por el cuello violentamente, a otra la arrastran por el suelo, sin embargo, la de las personas mayores me conmociona cada vez que la repìten, y lo hacen con insistencia. Sin ni siquiera reflexionar sobre el fondo de la cuestión, ya que desconozco las circunstancias que la rodean, la imagen me hiere profundamente. El desprecio con el que ejercen su labor "esos" policías, sin atender a ningún tipo de consideración –ni edad, ni sexo, ni el hecho de que la gente está desarmada y de que su resistencia es únicamente pasiva- me indigna de tal modo, que de encontrarme frente a ellos estoy segura les hubiera increpado duramente y es probable que me respondieran con un trato similar.

 

Supongo que habrán recibido órdenes y tendrán que cumplirlas. Pero la forma de hacerlo se excede de tal manera a lo que una espera de quienes están habilitados para protegernos, que un pensamiento me ronda la mente:

¿No habrán "bebido" estos jóvenes cachorros de las fuerzas de seguridad, en la fuente de los "héroes" de las mal llamadas películas de acción?

 

1 comentario:

Angel dijo...

Lo peor es que a este personal joven- a una mayoría - solamente le interesan estas películas, digamos raras, inaceptables para mi gusto, de seres o bien no clasificados o bien de animales o semi todos con mucho oficio o afición a la acción terrorífica...
Esas son las que arrasan en las carteleras.
Quizá de ahí se deriven otras aficiones.