miércoles, 14 de noviembre de 2012


ME VOY PA GRANÁ

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Seguramente todos hemos conocido a alguno de esos grupos - mejor digamos parejas -, porque suelen ir por parejas, que se dedican a hacer "chapuzas".

Suelen ser gente que le da a todo, hace albañilería, fontanería, electricidad, carpintería, etc.

Bueno, pues de la persona de la que yo os voy a hablar, es exactamente el prototipo de este personaje. Paco, sin más apellidos ni apodos, Paco.

Los que han trabajado conmigo ya saben a quién me refiero. Él vino al principio a ofrecerse como el "pelotón de empuje", sin que hiciera falta nadie más para solucionar cualquier problema que surgiera en nuestras instalaciones.

Y llegamos a un acuerdo. Pero él no pensó que yo no era malagueño, venía de Valencia, donde el que contrata exige puntualidad y rapidez.

El primer día que necesitamos sus servicios, no se presentó. Lo hizo por la tarde.

Cuando llegó, lo llamé a mi despacho y le comuniqué que ya no volviera más. Buscaríamos otro. Lo más grande es que no entendía la causa. No creía que fuera necesario ser tan puntual, ni avisar por teléfono, ni que yo me pusiera así.

Después sí lo entendió. Al menos entendió que si quería mantener ese trabajo - que él juraba por sus hijos que lo defendería con uñas y dientes - debía atenerse a nuestra normativa, por muy "rara" que  a él le pareciera.   

Realmente Paco era un tipo duro. Duro en el sentido de inclemente, estoico, tenaz. No tenía miedo a ningún trabajo, ni a ningún esfuerzo. Por lo que yo vi después, y me comentaron los conocidos, solo me temía a mí. No por lo que yo pudiera hacerle, sino por mi reacción a sus incumplimientos.

Desde el primer momento observé que con este señor no podía transigir ni un solo trance de distensión. En el momento en que te viera  en relax, aplicaba su particular interpretación de "sus normativas laborales". Sus horarios, sus descansos, sus ausencias, etc. Y eso resucitaba mi objetivo de cumplimiento estricto de sus obligaciones.

A parte de todo esto, era una buena persona. Siempre dispuesto para lo que hiciera falta - aunque hubiera que empujarle -.

Este hombre desarrolló trabajos que yo no creía que fuera capaz de hacer. Le he visto desatorar varios metros de alcantarillado, con métodos y elementos obsoletos hace años, por la décima parte del presupuesto que pretendía cobrarnos una de las empresas pioneras en estos menesteres en Málaga.

Por supuesto, toda su ilusión es que yo fuera a ver lo que había conseguido y cómo lo había conseguido. Era digno de ver lo que el amigo Paco logró hacer con aquellos medios.

No solía hablarme de asuntos particulares nunca, solamente de temas de su trabajo. Por otra parte, yo tampoco le daba opción a que lo hiciera. Pero una vez vino al despacho y aquella conversación se me quedó grabada por mucho tiempo.

Se presentó en mi despacho y me dice algo así como "Sr. Pulla, con su permiso quiero comentarle un asunto personal mío". Empezó a llorar y a mí me dejó de piedra, viendo a un señor bastante más alto, fornido y mayor que yo, llorando desconsoladamente y sin saber las causas.

"Sr. Pulla, me voy pa Graná".

Naturalmente, yo no entendía que por tener que ir a Granada que está 120 kms. de Málaga, tuviera que llorar. Hasta que me lo explicó.  

"Cuando hace unos días le pedí permiso para asuntos particulares, acudí al especialista médico, a recoger el resultado de unas pruebas, que no conoce nadie, ni siquiera mi familia. Tengo cáncer - no recuerdo dónde me dijo - con tal metastatización - tampoco recuerdo las palabras que utilizó -, que el médico me ha recomendado que hable con mi familia y deje todo aclarado, porque me voy pa Graná ya mismo".

Entonces es cuando aprendí el verdadero significado de esa expresión, las lágrimas de Paco y el tremendo "marrón" que se había tragado él solito, sin siquiera el consuelo de su propia familia, a quien todavía no había avisado.

A veces las frases más simples, encierran unos mensajes que pueden ser acongojantes, por no decir otra palabra.  

 

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