lunes, 21 de marzo de 2011




A PESAR DE LLEVAR MÁS DE 27 AÑOS
Ángel Pulla Dijort/Málaga

“¡Burréalo, Marcos, burréalo! ¡Burréalo bien burreao!”
No creas que para mí fue fácil saber qué es lo que un señor ya talludito, le gritaba a un niño de unos ocho años, en el paseo marítimo de El Palo, cuando se disponía a “regatear” a otro señor que le hacía frente con un balón en los pies.
De ahí deduje yo, que para eso soy muy sherlockholiano, con perdón, que el mencionado “burreo” consistía en el vulgar regateo. Ni más ni menos.
Para eso no hay que ir a Salamanca, pero sí a Málaga. Porque eso no se oye en cualquier otro sitio del mundo. Solo en Málaga.
Y luego dicen los malagueños, cuando les dices que no te enteras de lo que te están contando, que ni que hablaran en catalán. Pues, mira, ¿de qué idioma es el “burreo”?
Que conste que llevo más de veintisiete años en Málaga, siempre hablando con malagueños/as (que no se me enfaden los de la Junta) y quedándome con todos los dichos que he podido retener.
Pues todavía quedan más.
Cuando salimos de clase y voy oyendo a mis amigos, Joaquín, Andrés, Juan, y sus respectivas, siempre hay palabras a las que tengo que poner especial atención, y repensarlas después para quedarme con lo que han dicho. No lo he cogido a la primera.
Al principio de estar en Andalucía, cuando llegaba el tiempo de Carnaval, me gustaba escuchar en televisión los carnavales de Cádiz. Decidí grabarlos porque era la única forma de poder entenderlos, a fuerza de volver a escucharlos. Cuando los oía en directo no cogía ni una. Imposible. Aun ahora hay alguna que se me escapa, pero entonces eran todas.

No quiero reírme de los nombres que encuentro raros, porque ya en más de una ocasión me ha ocurrido con algunas “palabritas”, que yo no conocía y que creía que o no existían o estaban mal utilizadas, o que pertenecían a la jerga de la tierra de la Pepa (por la tierra de Hellín y Murcia), y al final he tenido que admitir que eran de curso legal y además muy bien utilizadas, “aletría”, “alferecía”, etc.
Además tenemos cierta facilidad para usar palabras, no necesariamente raras o típicas del terruño, sino palabras habituales, pero las utilizamos sin precisar el significado exacto.
Esto es un pecado mortal para alguien dedicado al derecho, por ejemplo. Nos quedaríamos pasmados viendo cómo el uso de una palabra en lugar de otra, que para nosotros tiene el mismo significado, hace variar en un tribunal de justicia la calificación del hecho. Ayer oí en radio a un experto explicar la causa del cambio de imputación de “asesinato” u “homicidio” y verdaderamente la declaración de un testigo, no muy bien aleccionado por su abogado, puede conseguir que ese homicidio, agravado, pase a ser asesinato.
Recuerdo cuando debía reportar mis informes, tanto financieros como gestionales (comerciales, técnicos, etc.) a Central, el cuidado que debía observar en la selección de las palabras, como en la relación de los hechos, porque cualquier error en su elección podía significar que la otra parte entendiera el informe no como yo había previsto que lo hiciera.
Cuando cambias de ciudad, mejor dicho, de zona – comunidad, siempre son los niños los primeros en aprender la jerga utilizada en ese nuevo asentamiento. Tienen más facilidad y captan inmediatamente el habla de los compañeros. Y la hacen suya.
Así me sorprende cuando, al poco tiempo de llegar a la urbanización donde vivo, con un parque infantil recien inaugurado, me dicen mis hijas, que en aquel tiempo estaban en edad de utilizarlos “papá, nos vamos a chorrearnos al parque”.
No entendía qué es lo querían hacer. No lo entendía hasta que no las ví que subidas en un tobogán, se dejaban resbalar por su pista hasta bajar de la montañita.
Eso es un “chorreo”. En Málaga, claro.

2 comentarios:

Joaquinito dijo...

Querido Angel, más que a "chorrearnos", en realidad el termino más utilizado es vamonos a la "chorraera", o sea vamos al tobogan.

Anónimo dijo...

papaaaaaa!!!!!!!!!!!vamos a chorrearnos al parque........