YO ESTABA ALLI. YO FUI TESTIGO (2)
Ángel Pulla Dijort/Málaga
Alguna vez he hablado de la ocasión en que me sorprendió un intento de golpe de estado, afortunadamente fallido.
Me encontraba en una reunión de la APD – Asociación para el Progreso de la Dirección – en el hotel de El Saler (Valencia). Comenzó esta reunión sobre las cuatro de la tarde de un 23 de febrero. Asistíamos por parte de mi empresa Juan Montoya y yo.
Tras las presentaciones, y terminada la primera conferencia, entraron en la sala tres señores que se dirigieron a la mesa de la presidencia y conversaron con los profesores que la ocupaban.
Al cabo de unos pocos minutos, se nos dijo (más o menos): Señores, damos por terminado el curso. Han ocurrido unos incidentes en el congreso de los diputados de Madrid, y les recomendamos que sigan las instrucciones que recibirán por radio y marchen directamente a sus domicilios.
Ni una explicación más. Eso fue todo.
A la salida, todos preguntábamos qué había pasado en Madrid. Nadie sabía nada.
En el coche, solo había música militar, clásica y de vez en cuando, "mensaje de gobierno militar de Valencia…, firmado el teniente general Milán del Bosch".
"Esto es un golpe de estado" le dije a mi compañero. Es lo mismo que había leído y oído en los documentales del golpe de estado del general Franco.
Cuando entramos en la ciudad, alrededor de las siete de la tarde, aquello parecía un desierto. No había coches, apenas se veía gente, no había bares, tiendas, daba la impresión de abandono.
Cuando llegué a los locales de la empresa, en la Avenida del Cid, me pregunta el vigilante qué hacía si llegaban allí los soldados. "No se enfrente al ejército, je, je", le dije, ¿qué pensaba ese señor que podía hacer?
De camino a casa, aparte los pensamientos tan pesimistas que iba rumiando, me iba dando cuenta de la cantidad de militares que había en la calle, y algo insólito, delante de mi coche circulaba ¡un tanque! Ni siquiera intenté adelantarlo, y cuando lo hice, con mucho cuidado y a baja velocidad…
Intenté escuchar algo en la radio, cualquier cosa distinta del tan repetido "parte de guerra" del golpista Milán del Bosch, y de la musiquita - ¿quién coño le elegía? – que te sacaba de quicio. Y sobre todo, recibir alguna noticia de fuera de Valencia, que pudiera hacernos conocer cómo era la situación en el resto del país.
Solamente pude recoger alguna emisora "casera", muy mal sonido, muchos ruidos mezclados. Se notaba que no eran profesionales. Emisoras de CCOO, de Sindicatos, de… ¡yo qué sé! Y lo peor es que eso te intranquilizaba mucho más. "Nosotros, si a media noche no se han retirado, iniciaremos la resistencia por nuestra parte, con "cócteles molotov", bombas caseras…"
Estas y otras informaciones te ponían el vello de punta, pensando en la reacción de los sublevados…
En casa, la familia, las niñas, los amigos, los vecinos, todo era un cierto descontrol. No sabíamos qué podíamos hacer. Comenzamos a pensar, con la ayuda de "El Quillo", mi amigo del alma, cómo sacar a la familia fuera de Valencia, pues teníamos claro que allí era donde se iba a dilucidar el resultado final del golpe de estado, y sabíamos que el resto del ejército debía someter a los sublevados. Y Valencia era la zona más peligrosa en este momento.
Yo decidí sacar a Pepa y las niñas, durante la madrugada, siguiendo las caminos vecinales de la huerta de naranjos, hasta el pueblo de L`Alcudia, ellas desde allí saldrían en autobús y yo volvería al trabajo, pues quedaba claro en el aviso del general que la falta al trabajo sería considerada como rebelión y juzgada y castigada como tal.
Eso era lo que tramábamos durante esas larguísimas horas que pasaron hasta llegar la una y pico de la mañana en que -¡por fin!- pudimos ver en televisión algo distinto y oír la palabras del rey, que nos dejaron algo más tranquilos, aunque quedaba ver la reacción del golpista.
Ocurrieron varias anécdotas en ese largo tiempo, como cuando fuimos a detener a Ramón disfrazados de guardias civiles, etc., pero no quiero enredar en estos asuntos, solo me gustaría recordar algo, ocurrido varios días después de este triste suceso, y que demuestra la seriedad de los sucesos ocurridos en Valencia en estos días.
En una conversación mantenida con el hermano de un compañero de trabajo, que aquel día formaba parte del mando del ejército del aire, ala de mirage en el aeropuerto militar de Valencia, nos comentó que tenían órdenes personales del mismo rey por las que se les prohibía mover ningún tipo de aparato del aeropuerto, recibidas de cualquier militar, sin su personal consentimiento.
Así se permitió desobedecer al propio general golpista cuando esa tarde se presentó reclamando un avión que le condujera a Madrid esa misma tarde. Y con la orden real de atacar los cuarteles de Valencia si al amanecer del día siguiente, el golpista no había retirado sus tanques y sus tropas de las calles de Valencia.
Y allí estaba yo, acojonado.
En la manifestación posterior al intento de golpe, es en la única donde no me ha "repateado" ver tantas banderas españolas. Ahí sí significaban algo. No en las manifestaciones contra el aborto… ¿Qué significan ahí esas banderas? O es que quizá solamente pueden abortar las extranjeras…
Abril 2010
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