lunes, 30 de agosto de 2010

¿RACISTA, YO? ¿YO, XENÓFOBO?

Tomás Morales Cañedo

                                                        

1.-  La Posible versión de un ciudadano de a pie.

 

         Anoche fui al cine, con el tiempo bastante justo, y como, de las 6 ventanillas (seis) sólo estaban abiertas 2 (dos), la cola era… Y yo mirando el reloj al tiempo que me preguntaba y me respondía que no me daba tiempo.

Por si esto fuera poco, por la derecha se me quieren colar unos cuantos, y otros tantos por la izquierda. Protesto, levanto la voz, les digo que se pongan a la cola y que la cola está allí detrás. Como no me hacen caso y yo sigo protestando y levantando la voz se acerca el guardia de seguridad, me mira a mí, mira a los "colantes" y me espeta: "Ud. es un xenófobo, Ud. es un racista".

Le explico que no, que es que se quieren colar y que se pongan a la cola. Todos habéis comprendido, sin yo mencionarlo, quiénes eran esos "colantes o coladores o no sé cómo decirlo".

 

         ¿Por eso se me puede llamar xenófobo y racista?

 

         Pero es que voy al Centro de Salud del barrio, a pedir una cita para el oftalmólogo, porque mi suegra, que está en una silla de ruedas, y Administración me dice que pida cita para que el médico de cabecera pueda recibirme y pueda darme una cita para el oftalmólogo, y que el médico de cabecera tiene ya cubierto el cupo hasta el lunes, a última hora (y hoy es martes).

Me asomo a las consultas y más del 50 % de los que esperan ni son blancos ni, por la vestimenta, rasgos faciales y lengua en la que entre ellos se comunican, son de aquí y no llevan mucho tiempo viviendo en el barrio.

Me cabreo conmigo mismo, sin manifestar mi cabreo y me viene a la mente el guardia de seguridad del cine: "Ud. es un xenófobo, Ud. es un racista".

 

         Cabreado me acerco a casa y mi hija ha dejado una nota, con un montón de papeles (instancia rellena y firmada, nómina, residencia,…) para que solicite plaza para el niño, en la guardería del barrio.

Me acerco a la guardería y me encuentro con una cola enorme. Cuando, finalmente, me toca el turno y presento los papeles, le echa una ojeada el administrativo y, de sopetón, de entrada, me dice que no pretenderé yo que mi niño entre con la cantidad de solicitudes de padres parados que ya han solicitado plaza.

Le digo al administrativo que si es un delito o un demérito el estar trabajando legalmente, como funcionaria, mi hija, por haber aprobado una oposición y me dice que eso, hoy día, es un lujo.

Cuando intento hacerle ver que muchos de esos padres están cobrando el paro y pintando pisos y muchas de esas madres están cobrando el piso y "asistiendo" por horas en varias casas, me mira intensamente el administrativo…. y se me aparece, en la mente, el guardia de seguridad, recordándome: "Ud. es un xenófobo, Ud. es un racista".

 

         ¿Soy, de verdad, racista y xenófobo por cabrearme al no poder disponer de unos servicios que antes sí tenía?

 

         Leo en la prensa de hoy un estudio del Ministerio de Trabajo según el cual el 46% de los españoles, según una encuesta, afirman que es excesiva la presencia de inmigrantes en nuestro país. Y un 31% manifiesta ser elevada dicha presencia.

Que el 37% de los encuestados son reaccionarios hacia la inmigración y un 42% cree que la regulación sobre inmigración es demasiado tolerante.

La empatía y la solidaridad sólo representan el 7,50%,

La  transigencia o intransigencia con los emigrantes son las consecuencias, sobre todo, de las necesidades laborales. En tiempos de bonanza, mayor transigencia, pero en tiempos de paro creciente…. Pero también la capacidad de integrarse, de los emigrantes, repercute en la mentalidad del país de acogida. Todo ello viene incrementado con la reagrupación familiar, al incrementarse el número de usuarios. Y, más aún, cuando se suscita la cuestión del derecho al voto.

 

         La crisis económica que se ha instalado y/o enquistado en nuestro país eleva el rechazo hacia la inmigración y demanda leyes más duras.

 

         ¿Está volviéndose España xenófoba y racista al ver, en cualquier lugar, tantas personas inmigrantes y experimentar un sentimiento de invasión y masificación de extranjeros?

         ¿Es xenofobia y racismo el desear (y decirlo) la adaptación política, social, de costumbres,…de los extranjeros al país de acogida (porque la adaptación laboral la han aceptado desde el principio)?

         ¿Es xenofobia y racismo proclamar que las mezquitas y sus imanes nada tienen que ver con las iglesias y los sacerdotes cristianos, y que los contenidos que se anuncian en ellas en nada se parecen?

         ¿Es xenofobia y racismo afirmar que en el islamismo religión, política, moral, familia…. van en el mismo kit, sin separación entre ellos?

 

         Cuando nos encontramos con 4,5 millones de parados, ¿tan difícil es comprender que los recursos son cada vez más limitados al ser mayor el número de los que intentan acceder a ellos?

Y cuando hablo de recursos me refiero al mercado laboral, a los servicios, a las prestaciones sociales…

Nadie quiere acapararlos todos, pero lo que no se acepta, de buen grado, es el sentirse desplazado de los mismos.

 

2.- Planteemos el problema filosóficamente.

 

         Una cosa es la "Norma Ética" que obliga a acoger en nuestro país a todo emigrante, con o sin papeles, porque estamos hablando de personas y nadie es ilegal.

Otra cosa es la "Norma Política" que obliga a limitar el número de emigrantes que pudieran beneficiarse de los recursos de un Estado. A partir de un cierto límite sería el desplome económico de la propia sociedad política.

 

         La Norma Ética es la deseable. La Norma Política es la racional.

 

         El estado de bienestar es incompatible con la solidaridad sin fronteras prescrita por la Norma Ética o por los Derechos Humanos.

 

         El ordenamiento jurídico es el encargado de resolver la contradicción entre ambas normas, cuando lo deseable no es lo viable racionalmente.

 

         ¿Tanta pereza moral y/o tanta debilidad intelectual reina en esta nuestra sociedad para no ver que aquí cabemos muchos, que quizá quepamos más, pero que no cabemos todos? Y yo ya estaba aquí, yo soy de aquí y no quiero irme.

No está ni en mi mente ni en mi intención deseo ni propósito alguno de excluir a nadie de nada, pero no quiero sentirme desplazado en mi propia casa.

         ¿Por eso soy un egoísta? La justicia es exigible, porque estamos en un estado de derecho, pero la caridad es sólo una virtud cristina, voluntaria, no obligatoria.

 

         A un político malagueño sensato, que se atrevió a manifestar en voz alta lo que muchos o todos pensaban para sus adentros, pero a micrófono traicionero cerrado, le costó su vida pública.

 

         Lo políticamente correcto sigue siendo el "discurso vaticano", las frases huecas, sonoras, biensonantes y grandilocuentes, el hablar y no decir nada, el lenguaje desnudo de realidad, ampuloso y etéreo, llenarse la boca de vaciedad.

 

         ¿Cómo puede decir, solemnemente, un político, responsable de una nación, en una reunión de los líderes europeos: "la tierra no nos pertenece, pertenece al viento"? Si yo fuera poeta lo denunciaría por intromisión.

Esa frase, en un contexto internacional de crisis económica, ¿merece aplauso, risa o pataleo?

 

         La Norma Ética es el horizonte de Galeano, al que tender, la que orienta, pero nunca es abarcable, porque el hombre puro no existe. Si cuando nacemos biológicamente, lo hacemos desnudos, cuando nacemos socialmente, ya lo hacemos vestidos, en un tiempo concreto y no en otro, en una cultura determinada y no en otra, respirando una religión y viviendo con un comportamiento moral no virginal, perteneciendo a una raza, insertos en un sexo, en una sociedad que se mueve en un modelo productivo, siempre mejorable, pero imposible o suicida darle la vuelta, de la noche a la mañana, como a un calcetín, porque un cambio de mentalidad y de cordialidad, firmemente asentado en una sociedad, podrá ser la tarea y la meta  final de un proceso de varias generaciones comprometidas con el cambio, aunque alguno, a nivel individual, pueda construirse su propia burbuja, pero el aire que fuera se respira…

 

         (Cambio y corto).

lunes, 23 de agosto de 2010

CONDENADO A JUBILARTE

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Siempre consideras que esos dichos de los daños causados por la jubilación en las personas son algo así como excusas, rollos para disimular esa falta de actividad de una persona, que durante toda su vida ha tenido todo su día ocupado y de pronto pasa a disponer de "toooodooo" el tiempo del mundo para… para no hacer nada. Esto lo consideras cuando estas en activo y ves lejos, muy lejos, esa jubilación. Ni te lo planteas, ni lo entiendes.

 

Siempre oías comentar que las personas cuando se jubilaban, comenzaban un declive tal que era lo normal que a los pocos años, morían. No por causas especiales. Simplemente se les acababan las pilas.

 

Realmente nunca me planteé mi jubilación. La veía muy lejana ¡iluso! De pronto, un día, sin preparativos previos, sin aviso y con total falta de mentalización, te encuentras con que tu estado de salud está muy deteriorado, tu mente, tras el accidente cerebral, no tiene muy fácil recuperación, y los equipos, tanto médicos como psicológicos, deciden que ha llegado tu hora, aunque tengas cincuenta y cuatro años. Condenado a jubilarte, vía tribunal médico.

 

Pasados los primeros años, comencé a darme cuenta de que realmente… había dejado mi trabajo. En repetidas ocasiones, especialmente en estos últimos años, me he planteado qué hubiera supuesto para mí, en condiciones normales, ese corte en una actividad frenética, pasando de unos días en que necesitabas horas (veinticinco, treinta horas le pedía yo al día), al cese total y vertiginoso en esa locura. No puedo hacerme a la idea.

 

Afortunadamente (en eso sí tuve suerte), al ocurrir ese cese, y bastante tiempo después, no fui capaz de calibrar la situación. Cuando pude hacerlo, ya había asumido "mi adorable rutina".

 

Levantarte a las seis de la mañana. Una hora de marcha rápida, vuelta a casa, afeitado, ducha, desayuno y al despacho.

 

Repaso (por encima) de la prensa. Selecciona algún artículo y, si te da tiempo, lo lees y ves las noticias de interés. Y, antes de que te des cuenta, ya tienes llamando a tu puerta para plantearte el primer problema del día…

 

 

 

Recuerdo como un estribillo machacón lo que cada mañana oía a Juan cada vez que se iba acercando la hora de inicio de la jornada y veía que alguien se acercaba al despacho. "¿Vas a ver al señor Pulla?  Pues vete preparado que hoy ha venido con los de cuadros" (No sé por qué lo decía, aunque sí se a lo que se refería)

 

Y a partir de ahí… la ruleta. Un sin vivir. Una vorágine. Y esto durante muchos días y muchos años.

 

¿Cómo puedes sentirte si llega un día, de pronto, y no tienes que madrugar…, ni acudir al despacho…, ni recibir "los dos problemas por minuto" como decía Juan…? Ni nada de nada. Teléfono, correo, visitas, nada.

 

Por eso decía anteriormente, que yo en esto tuve suerte. Mi situación mental me liberaba de un planteamiento como el que he descrito. No soy capaz de imaginar cómo hubiera sido mi reacción cuando viera un día cortado ese vertiginoso quehacer diario, y me encontrara con que había pasado a ser uno más de la "receta roja" en la seguridad social, y ¡sin ninguna otra obligación laboral que no pudiera hacer en media hora!

 

Debería abolirse la obligación de jubilarse a los "tantos" años.

 

Si te encuentras en condiciones de seguir trabajando, a trabajar. Estás preparado, a pleno rendimiento, y con la experiencia necesaria ¿por qué vas a jubilarte?

 

Hazlo cuando, entre la empresa y tú, veáis que es el tiempo oportuno. No por ley. Por conveniencia.

 

Y si llega el caso de una persona que con cincuenta años se halla en circunstancias aconsejablemente propicias para apartarlo de la vida laboral ¿por qué hay que avasallarlo hasta los sesenta y cinco para jubilarlo?

 

Creo que lo más aceptable sería eliminar la edad obligatoria de jubilación. Bien que sirviera como base, como norma general, como media vital para señalar una división. Vale, pero no como objetivo de todo el mundo. A los sesenta y cinco, ¡a la puta calle!

 

Todos conocemos a personas de distintos ramos, médicos, profesores, investigadores, abogados, industriales, empresarios, comerciales, artistas, etc., que cuando están en pleno rendimiento, cuando su amplia experiencia profesional les ampara como más capaces para enseñar, para aplicar esa sabiduría suya, llega su edad ¡obligatoria! de hacer las maletas… y a casa con tu ciencia, aquí no sirves para nada… ¡qué tristeza y qué despilfarro!

 

En lo sucesivo empezaré a plantearme muy seriamente a quién voy a votar en las siguientes elecciones. A quien proponga en su programa electoral acabar con la edad de jubilación. A quien proponga acabar con los insensatos y "guarros" amos de perros que no recogen la caca de sus mascotas. A quienes propongan sancionar a perpetuidad y sin posibilidad de redención a todos los h. de p. que por medio de  "juegos financieros" estafan al pueblos (a los pueblos) y nos abocan al hundimiento global. A… ¡demasiados requisitos voy a poner para mi candidato! Creo que casi ni voy a poder votar…

 

23/05/2010

sábado, 14 de agosto de 2010

EL LARGO Y CÁLIDO VERANO

Mayte Tudea.

11-Agosto-2010

 

Es verano. ¿Te habías dado cuenta, Ángel, amigo? Y ni siquiera tenemos a Paul Newman para que nos lo suavice un poco.  Se nos fue. Se marchó llevándose aquella mirada de porcelana azul, transparente e intensa. ¿Cómo pueden cuadrar estos dos adjetivos? Pues así era, o así yo lo recuerdo.

 

No sé por qué los cálidos veranos del pasado resultaban mucho más soportables que los de ahora. Ni por qué anhelábamos su llegada y  temíamos su marcha. En fin, hoy, a las diez de la noche, en la calle Larios marcaba el termómetro treinta y cuatro grados. Estoy del verano hasta...

 

Y además, en estas latitudes, ni siquiera una buena tormenta aunque sea de granizo, que alivie el termómetro y refresque este calorín. Y como el cielo se nuble... ¡Ay Señor, como se nuble! El aire se hace sólido y toda Málaga, mi Málaga querida, se convierte en una enorme sauna finlandesa, y por entre los poros de nuestro cuerpo se diluye hasta la materia gris.

 

Me decía un amigo esta tarde: "No te quejes, que apenas si hemos tenido terral". No, si lleva razón, y además, la playa a cinco minutos de mi casa.

¿Qué es lo que quiero entonces?

 

Hablo con mi hermano y me comenta: "Aquí un tiempo estupendo. Veinte grados y un sirimiri caladero que ni te cuento". ¿Será posible? ¿Vivimos en el mismo país?

 

Hace unos días, a las cuatro y media de la tarde –no explicaré la razón porque resulta incomprensible incluso para mí-  me encontraba en plena calle y pude comprender en toda su "magnitud" el significado de la palabra "canícula". Cuando regresé a mi casa y al bendito aire acondicionado,  surgieron los versos que incluyo a continuación. Versos libres, por supuesto; cualquiera intentaba rimar con aquel calor.

 

Y siguiendo con las referencias cinematográficas del principio, "a Dios pongo por testigo, que el próximo verano me empapo de "sirimiri" hasta los huesos y me compro varias rebecas, de distintos colores, para ponérmelas en cuanto refresque, al atardecer". Y esto lo digo con el puño en alto y mirando al cielo, como Scarlatta.

 

 

 

TARDE DE VERANO

 

Quieta está la tarde, paralizada,

detenida en el último sopor

de un verano que todo lo envuelve,

y cubre las aceras, reblandece

el asfalto, ciega los semáforos.

 

Y en el aire suspendido e inmóvil,

brillan los reflejos de un sol inclemente,

dominador, que  impone su fuerza,

y avanza, y no encuentra enemigos,

y convierte las calles en desiertos.

 

Tan sólo la sombra de los árboles

escuetos -frágiles islas verdes

desvaídas, acosadas, solas

frente al poder del fiero mercurio-

se resiste, y no quiere claudicar.

 

En la incierta niebla que el calor

provoca, en esa calima evanescente

que diluye los contornos, los difumina,

y dibuja inútiles arabescos,

pareciera anularse la conciencia.

 

Leve la brisa ondea los visillos,

y de pronto, un intenso olor a jazmín

lo invade todo: vibra la penumbra,

la habitación entera se estremece,

y se instala implacable la nostalgia.

 

En el recuerdo, las frescas sábanas

que atenuaban el eco de la risas,

la presión de los brazos envolventes,

la ternura adueñándose del aire,

y los suspiros pugnando por gritar.

 

 

Cual Penélope ausente e incorpórea,

otra vez el tapiz de aquellas tardes

lentas, del largo y cálido verano,

va tejiendo con los hilos sutiles

e inaprensibles de la evocación.

 

Más un ardor helado le traspasa,

y palpita en sus sienes insistente

el latir de la pérdida, tan vívida,

arrastrando un olor a flores muertas.

El dolor enterrado, resucita.

 

Gime la persiana, tiemblan los cristales,

la violenta luz se esparce y lo cubre

todo. Y ante la insufrible claridad,

la estancia se torna nítida, concreta,

y huyen despavoridos los fantasmas.

 

sábado, 7 de agosto de 2010

¡HASTA DIOS LES TEME!

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

¿Hasta cuándo, coño, vamos a tener que sufrir y aguantar a unos hijos de puta que se creen los dueños del mundo?

 

Cada vez que veo que unos mamones que ganan más de 15.000  €, MENSUALES, (DOS MILLONES Y MEDIO DE PESETAS) se declaran en huelga porque quieren discutir las subidas, las horas extras, los días laborables, etc. etc., es que se me ponen los pelos de punta, se me sube la bilirrubina, y me acuerdo de la puta madre que parió a Judas Tadeo. ¡Dios mío, y dicen que todavía tu eres el más sabio, el más justo y más poderoso?! Eso no te lo crees ni tú.

 

Dios necesita pedir permiso a los señores controladores aéreos para enviar a sus ángeles y arcángeles surcar los cielos y vigilar la tierra. Sin el permiso de estos muy dignos trabajadores, pobrecitos tan estresados ellos , luchando por ganarse su sueldo, no es posible volar en España.

 

No tenía previsto colgar nada de esto esta semana, pero es que me repatean las tripas algunos indeseables, y sobre todo detesto y aborrezco, yo que fui secretario de la UGT en Valencia,  en el sector del automóvil desde el año 1975 hasta el 1980, a todo aquel malnacido que abusa de los derechos del trabajador, TRABAJADOR ASALARIADO,  para resolver las ansias de poder y de dinero de unos cuantos hijos de puta, que solo se miran el ombligo y la cuenta corriente.

 

¡A la vache! ¡Son of the bich!