SER HIPERACTIVO, ¿ES UNA ENFERMEDAD?
Mayte Tudea Busto
28 de Marzo de 2010
Esto de colaborar en distintos blogs, me está produciendo una cierta "adicción". En el de Amaduma participo con mucha frecuencia porque hay que mantenerlo alimentado, y cada semana alterna "tengo la obligación" de escribir para el de mi amigo Ángel. Obligación que llevo a cabo con sumo gusto, porque "Anhelito" me mantiene en "primera plana" durante siete días, y a mí, esta forma de "chupar cámara" he de reconocer que me agrada. Hay algún amigo "avieso" por ahí, que insinúa que también me gusta organizar, manejar, dirigir, y en último término, "mangonear".
Confundir actividad con "mangoneo" me obliga a recurrir al diccionario y buscar el significado de estas dos palabras: Activo: "Se aplica a lo que obra con mucha energía o actividad". "Persona que hace con prontitud y sin economizar trabajo aquello que ha de hacer". "La que se ocupa de muchos asuntos y trabaja mucho desarrollando sus propias iniciativas". Mangonear: "Vagar sin hacer nada útil". "Entrometer, intrigar, manejar". "Tomar el principal papel en un asunto, desplegando mucha actividad en su manejo y excluyendo a los demás".
Yo he de reconocer que soy muy activa –hay quien sostiene que hiperactiva-, pero generalmente suelen ser aquellos a quienes les molesta mi ritmo porque ellos no son capaces de seguirlo. Afortunadamente, como este país no es los Estados Unidos, no me veo abocada a que me receten Retalina –un fármaco que modifica ciertos comportamientos en el cerebro-, y que se prescribe con absoluta ligereza a los niños que presentan esta característica, la de la hiperactividad. Según nuestra profesora de Filosofía, Alicia -buena conocedora de las costumbres americanas-, incluso se aplica en los casos de niños simplemente inquietos, para así prever que puedan convertirse en hiperactivos.
Y era aquí donde yo deseaba llegar tras el largo preámbulo. ¿Hacia dónde pretende dirigirse esta sociedad "anestesiada" que se coloca el parche antes de que le salga el grano? ¿Que medica a los niños solo porque son muy "movidos", sin conocer aún los posibles efectos adversos de un fármaco que tardarán en saberse varios años? ¿La sociedad de "me tomo un efenargan nada más levantarme, un ibuprofeno después de la comida, y un valium para acostarme? ¿O como dice una de mis nueras con mucho gracejo "una pastilla de todo me da igual"?
Tomás, nuestro filósofo, asegura muy acertadamente que "el dolor todo lo torna sospechoso". Bien, admitámoslo, no hay por qué vivir con dolor si este puede suprimirse o mitigarse. Pero no confundamos el dolor con la molestia, ni pretendamos eludir las contrariedades que se nos presentan en el día a día adormeciéndolas con ansiolíticos, en lugar de plantarles cara e intentar resolverlas. O sobrellevarlas, si no es posible otra cosa.
Yo me resisto a considerar este mundo como un "valle de lágrimas". Pero no cabe duda de que por mucho que intentemos evitarlo, el sufrimiento está ahí, nos sorprende a veces a la vuelta de una esquina de modo inesperado. Y tenemos que enfrentarnos a él. No valen subterfugios, ni evasiones artificiales. En una de las circunstancias más duras de mi vida, alguien me dijo: "Los duelos hay que vivirlos, de otro modo no se superan".
Sufrir enseña, nos ayuda a madurar, nos permite crecer como personas. No podemos permanecer siempre como eternos adolescentes emocionales, nuestra obligación es la de convertirnos en adultos. "Lo que no me mata, me hace más fuerte" aseguraba Niestche, el filósofo alemán. Y un buen amigo, ante una decisión que había de tomar –por aquello de que estoy intentando aprender francés-, me aconsejó hace unos días: ¡courage! ¡beaucoup courage! Y yo, para simplificar, he traducido: ¡con dos ovarios!
1 comentario:
Bueno, tampoco nos vamos a pelear por si además de activa eres mangoneadora o no ¿verdad? Puedes ser perfectamente ambas cosas. Es una opinión muy personal, pero quizá pueda ser cierta. Preguntaremos al personal.
Y yo también opino que lo que pueda ser hecho y vivido sin dolor ¡miel sobre hojuelas!
Angel
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