miércoles, 7 de mayo de 2014



¿POR QUÉ NO VOY A VOTAR?

Ángel Pulla Dijort/Málaga

(Artículo publicado en la Revista de Febrero 2014 de AMADUMA)

La debacle de los Partidos Nacionales.

No encuentro ninguna razón que me anime a acudir a las urnas - cuando sea el momento - a votar a ningún partido político. Por mis ideas siempre he tenido más o menos claro mi voto. En esta ocasión, ni por mis ideas ni por las ajenas. No voto, o voto en blanco.

Los que llamamos partidos de "tirada nacional", el PP y el PSOE, no hay quien los toque, no tiran de los incondicionales.

Desde el año 1973 en que empecé a seguir más seriamente al Partido Socialista y a la Unión General de Trabajadores, he mantenido siempre, algunas veces con reparos y otras sin ellos, pero siempre he tenido muy claro la posición que yo pensaba mantener en unas elecciones. Hoy no.

No admito su forma de proceder en la crisis, no entiendo su forma de enfrentar su postura cara a la situación actual tanto del partido como de la sociedad. Y no entiendo ese miedo pavoroso a convocar unas elecciones primarias para poder sustituir de una vez por todas a toda esa vieja guardia pretoriana que se amartilla al sillón y no hay forma de permitir la entrada a otras ideas nuevas que puedan hacer renacer o revivir la ilusión que yo recuerdo sentir en aquellas anteriores elecciones en que - con triunfos o sin ellos - tu satisfacción era poder votar según tu criterio, sin más. Desgraciadamente, hoy eso lo han marchitado.

Tenemos la opción democrática de variar el destino del voto cuando no te satisface el habitual.

No existe la oferta tentadora del rival que te incite a votarle. ¿Cómo justifico yo, ante mí mismo, el voto al PP? Un partido que está cumpliendo exactamente lo contrario a aquello que prometió y con lo que atacó al otro partido cuando gobernaba.

De todos sus máximos responsables, la mayoría no pueden ni siquiera mentir bien cuando se refieren a los dos fiascos financieros con que nos han sorprendido: el Bárcenas y el Gürtel.

La señora Cospedal ya no tiene credibilidad alguna con sus "despidos con indemnización en diferido". Los ministros Wert, Gallardón, Montoro... no tienen ningún tirón entre el personal.

Estos datos, dados así al paso, sin profundizar más en todas las medidas que debieran tomar y no se toman, quizá por falta de motivación o quizá por preferir esperar a que el tiempo vaya haciendo el camino que no hemos tenido el valor de hacer nosotros, nos obliga a los votantes a plantearnos la abstención como única salida válida a nuestro deseo de votar. 

Solo trabajando sobre las causas podemos variar los efectos. 

Si examinas las circunstancias de cada uno de los partidos políticos, de cualquier color incluso los incoloros, no encuentras ningún tipo de incentivo que te estimule a plantearte esa necesidad normal de cada persona, que antes la sentías, de elegir a quien creas digno de regir el país. Tienes la sensación de que ni Diógenes, con su candil, sería capaz de encontrar al hombre que mereciera tu voto.

¿Dónde eliges que no debas taparte la nariz y mirar hacia otro lado? Ya es tal el desasosiego que piensas que es imposible que haya alguien, algún personaje público incluso no adscrito a partido alguno, que lo juzgues merecedor de tu confianza. Miramos desde la realeza hasta los sindicatos, pasando por todos los escalafones imaginables y se te amilanan las pocas aspiraciones que sintieras de elegir a tu representante.

Comentaba en mi artículo de la revista de mayo de 2013, la necesidad que bajo mi punto de vista hay de revisar la actual Constitución Española. Sigo pensando, y cada vez estoy más convencido, que es urgente proceder a ese ejercicio de modernización de nuestras estructuras. Si no hay posibilidad de que los actuales partidos lo emprendan, será la hora de que nosotros, los "de a pie" les obliguemos a hacerlo o a la calle todos, sin más escrúpulos.  

No soy capaz de votar un partido que en el año 2014 pretende devolvernos a los primeros ochenta, igualados en los derechos de las mujeres a países como Polonia, Israel, Chile, El Salvador, Nicaragua, República Dominicana, Bolivia o Malasia. 

Todo ello basado - aunque no reconocido - en que así lo exige el señor Rouco Varela, primado de la iglesia católica española, y que al parecer hasta el papa lo tiene destinado a su destitución. Y a los españoles que no sean católicos o que aunque lo sean distinguen las cosas de la religión de las simplemente cívicas, políticas o sociales, qué les importa lo que opine este señor.

Aquí no pretendemos votar a tapados, que luego obedecen a quien no se ha presentado a las elecciones.

 

Igual que nos interesaría sobremanera poder intervenir, o al menos conocer, a ese oculto poder judicial que determina que todo aquel juez que intente aclarar, conocer, husmear y juzgar a aquellos personajes que casualmente siempre pertenecen a cierto tipo de "stablishment", casualmente otra vez, relacionado con el partido representante de la derecha española. ¡Qué fatalidad, Sr. Garzón, Sr. Silva!

Además, han ido a chocar contra Bárcenas y contra Blesa, ambos entretejidos con cosas pendientes de aclarar con el Partido Popular.

 ¿Ustedes creen que una persona que intenta votar puede conceder su opción a alguien que represente a cualquiera de estos grupos de poder, sea cual sea, sin antes taparse la nariz y después hincharse a llorar? 

2 comentarios:

Tomás Morales dijo...

Vas a hacerles un favor a esos dos partidos.

Anónimo dijo...

Esto es lo que sentimos todos, voto inútil, mientras ellos no piensan en mejorar ni en cambiar nada......