sábado, 18 de febrero de 2012


EN MIS TIEMPOS ESTO ERA "TABÚ"

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Advertencia: En este artículo se van a utilizar palabras y se va a hablar de situaciones, que pueden resultar un poco subidas de tono, e incluso a veces pueden resultar muy fuertes para algunas personas. Si es así, no duden en salir del mismo y dejar de leerlo. Y en ese caso, les ruego disculpen las molestias. Yo solamente intento elevar a la categoría de normal, como decía Adolfo Suárez, "lo que a nivel de calle es normal".

 

Josele, un amigo mío de El Perchel – no se trata del entre nosotros conocido como Perchelero, amigo del alma – me contaba un día un chiste que, más o menos, decía así:

"Había por la vega de Antequera un señorito, con su caballo, su sombrero, su látigo y sus ganas de ejercer de tal, de señorito. Tenía dos chicas trabajando en el cortijo y una de ellas, que era la más joven y la más lozana, era la que le tocaba ejercer también de "señora de compañía". Un día que él se marchaba, después de haber pasado unas horas en el cortijo en compañía de la susodicha, cuando está montando en el caballo, sale esta chica a despedirle y le dice: Ay, señorito, con el respeto que yo le tengo y me he "corrío do vesee".

 

Efectivamente, al parecer estaba muy mal visto que una señorita, en sus aventuras amorosas, tuviera la "poca delicadeza" de correrse ¡vaya por dios!, qué quieres que haga ¿llorar?

Y todos los que tenéis más de los cincuenta, sabéis que nuestras coetáneas no osaban nombrar siquiera algunas de estas palabras, que ahora te las suelta una cría de diez años.

¿O habéis oído en aquellos años muchas conversaciones del tipo de las que oís actualmente en cualquier sitio?

En el barrio de El Palo suelen ser, los paleños y las paleñas, bastante desenfadados o procaces en sus formas de hablar, bien sea de este tema o de cualquier otro. Volviendo una tarde/noche de andar por el paseo marítimo, me encuentro con dos chicas muy jóvenes, más bien niñas, sentadas en la barandilla, hablando a voces – como es normal aquí - con dos jóvenes al otro lado del paseo. Me quedé atónito cuando oigo a una de ellas preguntar a voces a uno de los jóvenes: "pero bueno ¿me vas a comer el c… o qué?". Por supuesto, dos parejas de mayores que había cerca dijeron todo lo que podáis imaginar y los jóvenes aludidos querían que se los tragara la tierra.

Por supuesto, eso en mis tiempos no se podía hablar, y tampoco escuchar en boca de una niña.

Y ya no es que pensemos que ahora la vida ha evolucionado así o asá. No. Sencillamente, la educación es algo que nos permite comportarnos como personas formadas, con respeto al resto del personal, y guardando siempre los límites que nos aseguran una normal convivencia con el resto de seres que disfrutamos de un mismo o parecido nivel cultural.

Tampoco creo que influya mucho el nivel cultural o de formación. Al menos en muchos casos. Y voy a explicarme, por si no está claro dicho de esta forma.

Los que conocéis la universidad de Málaga, zona de El Ejido, al salir del edificio donde antes era la casa del estudiante, ahora de oficinas y despachos, te encuentras con un gran hall y fuera un jardín con unos bancos a la derecha.

El curso pasado salía de gestionar unos asuntos como delegado de curso, y me encuentro antes de llegar al jardín con un grupo de chicas de entre dieciocho y treinta años – no os fieis de mi cálculo, pero eso es lo que a mí me pareció – sentadas y de pié, comiéndose el bocadillo o tomando un refresco, y por supuesto hablando a voz en grito de sus cosas. Pero lo asombroso  de esto es el tema del que vociferaban, justo al lado de la Facultad de Económicas, La Escuela de Arte, las oficinas, la calle que comunica varias escuelas, etc…

Si como decíamos antes, el nivel educativo influyera en los modos y formas de hablar, en los temas y su formulación, aquí no debería haber ningún tipo de problemas, estamos tratando de personas pertenecientes a la universidad, y se les supone una formación, que evitaría la utilización de esos decires barriobajeros de otros segmentos de la población.

¡Sorpresa y de gran calibre!

La señorita situada en la zona media del grupo y más o menos en el centro frente al resto, estaba explicando al grupo, con buena voz para ser oída, que a ella le molestaba enormemente cuando estaba con un chico que se empeñara en meterle el dedo. Que eso a ella le molestaba y le producía ganas de orinar.

Otras le apoyaron y decían que ellas intentaban dejar muy claro cuando empezaban a salir con un chico, y se iniciaba algún tipo de contacto, que  nada de "deditos", que utilizara otros métodos. Es que esa manía del dedo no la entienden, y les producía, como decía la anterior, ganas de hacer pipí.

A partir de ahí ya podéis imaginar los tipos de dichos, hechos, y demás que se derivaron.

Yo salí de allí lo suficientemente impactado para no optar ni siquiera por una primera valoración de lo escuchado, y dejándolo para después, cuando ya hubiera asimilado bien lo que un grupo de universitarias estaban vociferando en medio del campus de la universidad de El Ejido. Esto es lo que hay.

¿Qué hay libertad de expresión? Por supuesto, y yo la defiendo.

Pero ¿es esto libertad de expresión? Tomás, sácame de dudas.

Creo que hay que defender más los LÍMITES de las personas a quienes pueda incomodar esa expresión, que el LIBERTINAJE de quienes no saben acotar sus formas de exteriorizar sus pensamientos.

 


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2 comentarios:

Tomás Morales dijo...

Amigo Ángel, tú no pertenecías a ese grupo, eras un intruso, que pasaba por allí, por casualidad.
Pero el vocabulario usado entre grupos de amigos, es, tiene que ser, ese, que a ninguna de ellas les molesta y es totalmente expresivo.
Es una conversación privada en la que no sólo está permitido sino que es conveniente dicho vocabulario, por la expresividad del lenguaje y por la confianza entre sus miemnros.
Otra cosa es que eso mismo lo dijeran ante un micrófono o en un plató de televisión, donde la corrección se impone. Nadie tiene por qué oír lo que unos confidentes piensan.
¡Porque a tí no te lo estaban contando, se lo contaban entre ellas¡

Anónimo dijo...

Bueno, la diferencia pues estará en que ahora las confidencias se realizan al aire libre, cuando antes se hacían en entornos más privados. Quizás eso es un síntoma de la famosa igualdad de genero, se están igualando los lugares para hablar y despacharse a gusto entre amig@s. Pues yo (mujer), llevo toda la vida oyendo esas confidencias (y no tan confidencias pues lo soltaban de viva voz) entre hombres; en bares, playas, universidades...