NO SIEMPRE ES A GUSTO DE TODOS
Ángel Pulla Dijort/Málaga
S |
iempre que hablo o escucho hablar del trabajo me viene a la memoria un dicho que a mi primo Luciano se le quedó grabado para después poder repetírmelo cada vez que coincidíamos.
Coincidieron mis vacaciones en el pueblo con unos trabajos de albañilería en la casa de mi madre, por lo que se me asignó el papel de peón. Y mi oficial era mi citado primo.
Solía retrasarme algo a la hora del reenganche por la tarde, tras la comida, y mi primo siempre – era de un automatismo asombroso – me decía al incorporarme: "el trabajo es sagrado". Y yo, también automáticamente, le contestaba: "no lo toques".
Aunque entonces no lo demostraba, parece ser que le hizo tanta gracia el dicho, que durante todos los años posteriores, cuando me veía en vacaciones, era la primera frase que me decía: "el trabajo es sagrado, no lo toques".
Sobre el Trabajo hay miles de dichos. Unos más afortunados que otros, y algunos realmente interesantes. Quiero recordaros algunos de ellos:
Ø "Lo que con mucho trabajo se adquiere, más se ama" (Aristóteles)
Ø "No puedo dejar de trabajar. Tendré toda una eternidad para descansar" (Teresa de Calcuta)
Ø "Un síntoma de que te acercas a una crisis nerviosa es creer que tu trabajo es tremendamente importante" (Bertrand Russell)
Ø "Cuando el trabajo es un placer la vida es bella. Pero cuando nos es impuesto es una esclavitud" (Máximo Gorki)
Ø "Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida" (Confucio)
… y miles y miles de ellos…
Si nos atenemos a los dos últimos, el de Gorki y el de Confucio, iremos a parar al motivo que me hace titular así mi artículo: No siempre es a gusto de todos. Más bien de muy pocos.
Si comienzas a recordar conversaciones de compañeros o amigos, empleados en diversas ocupaciones y empresas, especialmente las referidas a sus respectivos trabajos, encontrarás una constante en todos ellos: la escasa afección al mismo en la mayoría de los casos.
Es significativo el caso de personas a las que jamás contemplarías como amargadas con su trabajo, que a partir de algunos datos o procederes, comienzas a considerar como vacilantes en el mismo. Como asqueadas con ese trabajo al que anteriormente percibíamos como de su agrado.
Te alarma encontrarte con alguien que, por su edad y su situación, llegue a plantearte una situación inusual, llamativa.
A las nueve de la mañana de un día laborable cualquiera, llama a mi despacho una persona, que resulta ser un joven trabajador que se encarga de la limpieza de vehículos, mediante una máquina de lavado de esas que encontramos en cualquier estación de servicio.
En lugar de acudir a su jefe inmediato, llega a plantearme sin más preámbulos que tiene que marcharse a su casa por encontrarse mal, estresado y no poder iniciar su trabajo.
La explicación que da es que ese trabajo le produce tal estrés, que le resulta imposible desarrollarlo y necesita descansar para reponerse.
Por supuesto que se le concedió el descanso… a perpetuidad.
Su trabajo, antes de asignarlo, fue realizado por varias personas, tomado los tiempos de todos ellos, desestimados los mejores, y marcados la media de los cinco peores tiempos para marcar el estimado para cada operación. Pulsar botón, sacar vehículo, repasar las partes no bien sacadas y pasar el aspirador.
Ese es el problema.
Su sustituto se mantuvo en el puesto varios años. Y sigue.
El trabajo no siempre es a gusto de todos.
Es admisible que los hay muy repetitivos, sin apenas opción a una pequeña salida del guión. En esos casos es aconsejable rotar al personal, dar otras oportunidades de diversificar el trabajo.
Recuerdo en Valencia a un compañero que me decía que por favor, le cambiara de puesto, que ya estaba harto de esa misma rutina diaria. Creo que tenía razón, pero también la tenía yo al contestarle que alguien debía hacerlo. Y no tengo a quién "castigar".
Algunas veces, cuando te encuentras con esos "marrones" desmedidos, permutarías gustoso tu "agradable" trabajo por ese otro soporífero y desesperante.
No siempre puede desarrollarse a gusto de todos.