lunes, 11 de abril de 2011

 ¡QUE DISTINTAS SON!

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

T

ratad de hacer un experimento con distintas personas, a ser posible  oriundas de diversas zonas del país. Es conveniente que sean también de una cierta edad, para tener posibilidad de establecer comparaciones desde su perspectiva.

Desde aquí yo os aseguro el resultado. ¡Cuántos tipos y qué distintas son unas de otras!

Tú mismo, que has vivido la Semana Santa en varias ciudades, habrás apreciado la distinta forma de celebrarla en cada una de ellas. No presupone esto que sean unas mejor que otras, ni que aquellas encierren otros valores morales o religiosos superiores a estas.

En ellas se muestra claramente el carácter que en su celebración ha imprimido la forma de ser y vivir de esa comunidad o población en la que se celebra.

Se unen en un solo acto festivo la celebración religiosa y la folclórica y laica de la celebración de las antiguas fiestas de primavera de los pueblos.  

Así es fácil encontrar el carácter serio del castellano, el folklórico del andaluz, el festivo, alegre y luminoso del levantino.

No es posible, no hay vara de medir justa para determinar cuál de ellas se ajusta más a las normas del buen sentir, a las leyes no escritas que marcan la mayor o menor religiosidad o piedad o amor a los misterios celebrados en esos días, y que coronarían a esa Semana Santa como la mejor.

Yo he visto algunas, en distintas ciudades, y, aunque no soy un experto en estos acontecimientos (y además tampoco siento debilidad por ellos) todos ellos me han gustado o al menos, han marcado tonos y han mostrado escenas, vistas y cuadros, que llaman muy poderosamente la atención de quién los contempla. En cualquier zona donde te halles.

Cuando presentan en televisión un desfile de la Semana Santa empezamos a "temer" qué ciudad será la elegida: Sevilla.

El señorío de las procesiones de la Semana Santa malagueña es muy difícil encontrarlo en otra ciudad donde se conmemoren estas celebraciones. Me refiero al  tipo de procesión andaluza.  Sin embargo, por la reiteración en mostrarnos año tras año las celebradas en las mismas ciudades, nos produce la sensación de que al parecer no existen otras que merezcan la pena prestarles atención, fuera de las habitualmente presentadas.

Partimos ya con la premisa de que cualquier otra Semana Santa, celebrada en otra ciudad distinta a la que hemos visto ininterrumpidamente desde la niñez, no puede tener la majestuosidad, la elegancia, la alegría, el sentimiento ni la presencia de sus hermandades y la riqueza de su imaginería.

Y te encuentras con sorpresas, impresionantes sorpresas, cuando contemplas otras Semanas Santas,  distintos modos y variadas aportaciones inimaginables con anterioridad. 

Jamás habría podido imaginar una Semana Santa como la que encontré la primera vez que visité Hellín, en Albacete. Hellín es llamada "la ciudad del tambor", y es precisamente en Semana Santa cuando gana ese título.

Este pueblo duplica su población en esa semana y soporta en los días que van del miércoles al atardecer hasta el domingo, hasta que desfallezca el último tamborilero, unos decibelios, una aglomeración de gentes tocando el tambor a ritmos determinados por cada una de las peñas actuantes, que al visitante desconocedor de estas costumbres le hace repetir aquello de "si lo sé no vengo" o "no vuelvo a este pueblo en semana santa".

Sin embargo, es muy apreciada por quienes la conocen y ensalzada por todas las críticas a nivel nacional. ¡Qué distintas son todas ellas!

En una ocasión vi en Cuenca la procesión de Las Turbas, o como vulgarmente se conoce como la de Los Borrachos.     

Uno se imagina el paso del Nazareno por esas calles de Jerusalén, yendo de Anás a Pilatos y otra vuelta, y ve a estos "turbos" conquenses, y crees que alguna relación hay entre una y otra situación. Grados de alcohol, insultos, risas, y desorden (dentro de un orden).

 

El lógico final a la llegada de las turbas a la Plaza Mayor, punto de disolución de la citada procesión, es el que todos esperan. Normalmente son las fuerzas del orden las que tienen que intentar ponerlo entre tanto "turbo", que para el que no conozca su funcionamiento, comienzan su preparación el día anterior, reuniéndose en una zona de las afueras de la ciudad, donde se procuran "recomponer" hasta la madrugada del viernes cuando deben acompañar a sus imágenes en la llamada Procesión de las Turbas.

La concentración de la tarde y noche del Jueves al Viernes, entendemos que no es para hacer penitencia ni ejercicios espirituales. Todos pensamos qué tipo de ejercitaciones realizarán en esas horas. De ahí su posterior animación y disposición a cumplir con su mandato. En su papel.

También en este caso, no hay nadie que pueda convencer a los seguidores de la Semana Santa de Cuenca de que esta es insustituible por cualquier otra. Indudablemente, he nombrado esta procesión por ser la más original, pero esta Semana Santa desarrolla unas salidas procesionales extraordinariamente ricas en imágenes y cofradías, así como envueltas en un profundo silencio, llenas de fervor y dentro de un impresionante marco urbano, por donde se desarrollan las mismas.

¡Cómo no van a ser tan distintas unas de otras!

Podríamos detallar miles de procesiones o de distintos aspectos que diferencian unas celebraciones de otras.

¡Qué distintas formas hay de celebrar un mismo hecho, y qué extraordinarias y sobrecogedoras todas!   

 

 

1 comentario:

Amparo dijo...

¡La de Hellín es incomparable!