jueves, 9 de diciembre de 2010

VADE RETRO, MR. ALZHEIMER

Mayte Tudea Busto

Como bien escribe mi amigo Ángel, yo también temo al alemán. Tengo tanto miedo a que esta mente hasta ahora tremendamente hiperactiva que elucubra, reflexiona, se plantea preguntas, encuentra a las mismas distintas respuestas y es capaz aún de imaginar mil y una posibilidades, de elaborar un montón de proyectos, e incluso de soñar, ¡sí, sí de soñar!, termine por quedar varada en una fantasmal playa, sin rocas, sin arena, e incluso sin mar; en un limbo volátil donde mis neuronas se disuelvan y pasen a formar de nuevo parte de la nada en la que empezaron a ser, repito, ¡tengo tanto miedo! que trato de que estén en continuo movimiento, que trabajen a veces por encima de sus capacidades, siempre con la oculta esperanza de que la actividad las siga manteniendo flexibles y resistentes y estén vivas hasta el último momento de mi existencia.

Compartí clases de Literatura con una persona alegre, comunicativa, llena de sentido del humor, de rostro risueño de agradables facciones, donde la sonrisa tierna y cómplice que siempre me dirigía, hacía que me sintiera reconocida y estimada. Mi compañera se llamaba, se llama, Isabel.

Era -supongo que sigue siendo- dueña de un ingenio especial que reflejaba en todos sus escritos, y en poemas donde la inteligencia se aunaba con el humor y conseguía arrancar a los que los escuchábamos una risa abierta y complaciente, que alegraba y caldeaba aquel taller de Creación Literaria en el que trabajábamos y aprendíamos disfrutando bajo la batuta del profesor Redoli.

Ella aseguraba que la inspiración para escribir le venía en la cocina, mientras guisaba, y siempre tenía al lado un bloc en el que tomaba notas de cuanto se le ocurría y que posteriormente utilizaba para terminar de componer y rematar lo que su talento le dictaba. Cuando nos lo contaba, me venía a la mente la frase de Santa Teresa, aquella de que "Dios también está entre los pucheros".

Soportaba con un valor y una resistencia digna de todo encomio, un problema familiar muy duro y difícil de sobrellevar, pero como lo hacía aparecer sencillo y tolerable, nunca creímos que aquello podía minar su fortaleza.

Y un mal día, la terrible compañera de Mr. Alzheimer, la Sra. Depresión Profunda, se encargó de sacarnos de nuestro error. Perdimos la posibilidad de disfrutar de su presencia física, tan viva y expresiva, y hasta de su voz, ni tan siquiera a través del hilo telefónico. Se ha apartado del mundo real y no permite que nadie se acerque al "bunker" oscuro y hostil en el que se ha encerrado.

Es lamentable desear prestar ayuda, tratar de rescatar de un profundo pozo a quien no desea salir, y no permite ser auxiliada.

¡Te echamos tanto de menos, Isabel!

Si al temible alemán llamado Alzheimer trato de mantenerlo alejado a base de que la mente funcione a pleno rendimiento –aunque lo que produzca no vaya a quedar jamás inscrito en los anales filosóficos ni literarios-, a la perversa anuladora de la voluntad de vivir –léase Depresión-, la cortocircuito llevando a cabo actividades que me gustan, proyectos que me ilusionan, rodeándome de amigos a los que quiero y que me quieren, y sobre todo sintiéndome parte de una familia que me hace sentir orgullosa, y que está detrás de mí como una sombra protectora que sólo se hace visible cuando la necesito.

Todas estas cosas importantes y otras mucho más pequeñas, pero también de gran valor, como ver brillar el sol, observar cómo rompen las olas, mirar la lluvia caer sobre los campos o incluso en las aceras, escuchar la música que a uno le gusta, disfrutar la lectura de un buen libro, compartir una agradable conversación, son las que mantienen viva la vida que hay en cada uno de nosotros y que es nuestra obligación preservar y defender mientras permanezcamos en este mundo.

Y por romper un poco con tantas "sesudas" reflexiones y para que se hagan una ligera idea de cómo era Isabel, mi amiga, de la que les he hablado, aquí tienen una pequeña muestra de lo que escribía:

NICANORA

En tus ojos Nicanora,

tienes la luz de la aurora.

Tienes un cuerpo de diosa,

tienes carita de rosa,

tienes andares bonitos,

tienes los pies chiquititos,

tienes piel de terciopelo,

tienes el sol en el pelo,

tienes sonrisa de ángel

y boquita de coral...

pero tienes un "malange"

que no se puede aguantá.

¡Ohú!

Ya me salió el andalú.

2 comentarios:

Angel dijo...

No creas, Mayte, que por mucho que lo entrenes, vas a alejar a alzheimer de tí.
A la vista tienes los ejemplos. Pascual Maragall, Adolfo Suarez, etc. han ejecutado buen entrenamiento y no han podido mantenerse libres. Cuando el puñetero alemán te deja la tarjeta, estás sentenciado ¡qué le vamos a hacer!
Eso sí, a los de Bilbao nos tiene miedo, procura no acercarsenos. Oye, mejor pues.

Anónimo dijo...

Precioso este recuerdo cariñoso a ISABEL,escribo su nombre en mayusculas porque ella es grande y se lo merece.
Desde aquí mi cariño hacia ella. Querida ISABEL te queremos todas las que hemos compartido contigo tantas buenas tardes, gracias por todo lo que nos has hecho reir con tus ocurrencias ¡Cuantas historias!.
Quiera Dios que pronto podamos seguir disfrutando de tu compañia.
Hasta pronto.
Un beso grande .
Mª Eugenia