domingo, 20 de abril de 2014



HECHOS Y VALORES.

 

 

"Yo, Tomás, soy más alto, más gordo, más guapo y más honrado que mi amigo Ángel".

 

1.- Que soy más alto, es un HECHO. Hay un método infalible que lo corrobora, el metro. Yo tenga "más de metros" que Ángel. Soy más alto. Eso no se discute. Para todos.

 

2.- Que soy más gordo, es un HECHO. Lo dice la báscula. Yo peso "más kilos" que Ángel. Soy más gordo. Eso no se discute. Para todos.

 

3.- Que soy más guapo, esto ya un VALOR. Depende si se lo preguntamos a Pepa o a Aurora, a Estela y Cristina o a Gemma y a Arantxa. (Aunque yo tengo a mi Santi, a mi Alberto y a mi Alicia, que votarían por mí).

 

4.- Que soy más honrado eso es un VALOR. Tendríamos que analizar la conducta de cada uno y confrontarla con el deber ético. ¿Quién de los dos obra mejor en relación al deber humano? Ya no dependería de la opinión de los familiares sino de algo más objetivo, las normas morales.

 

Los HECHOS, en sí mismos, no son ni BUENOS ni MALOS (valores).

 

Ser más alto y más gordo es más útil en un concurso de altura y de peso. Pero el "valor de utilidad" no es un valor moral. Porque si el concurso fuera de menor talla y de delgadez la utilidad sería la contraria. Son hechos objetivos, siempre que los instrumentos de medida sean precisos y no estén manipulados. Los Hechos son Hechos y valen para todas las culturas, siendo independientes del sexo, raza, religión, ideología,…

 

Ser más guapo es un Valor Subjetivo, no neutro, interesado, dependiente de quien valora y de la sociedad de los evaluadores, y puede afectarle al sujeto evaluado llevándolo a la soberbia, que es un vicio, o a la humillación, al no ser valorado en su justa medida.

 

En la evaluación tiene un gran peso el factor cultural.

 

La prehistórica Venus de Willendorf, o las Venus o Afroditas griegas, o las Tres Gracias de Rubens, o las misses actuales. Todas han sido consideradas "Bellas", pero sus Bellezas (que son Valores Estéticos) dependen de las culturas que las evalúan.

 

Ser Honrado también es un Valor, aunque, en este caso, un Valor Moral.

No es sólo bueno porque uno así lo estime, porque así se lo parezca a uno y se lo crea, sino por la concordancia de sus obras con las normas morales y sociales admitidas y a seguir.

 

En esta valoración están presentes tanto el factor subjetivo (la conciencia de cada uno) como el factor objetivo (la sociedad en que vive, que es la que inculca esos valores como buenos.

 

Cada vez más lo Moral va de la mano de la racionalidad de la conducta, en la línea del progreso, pero no siempre.

Muchas veces la religión y la fe ahogan y anulan a la razón.

 

Cuando mi anterior Presidente de Gobierno, Rodríguez Zapatero, nombró Ministro(a) de Defensa, al mando de los ejércitos (institución casi al 100% machista y masculinizada) a una mujer, además embarazada, lo que hizo fue un HECHO, la nombró.

 

La VALORACIÓN de ese hecho sería a posteriori. Para muchos ese hecho fue un Acierto (un Buen nombramiento), para otros muchos fue un Despropósito, incluso una Provocación al Ejército (Mal nombramiento).

 

Imaginaos que nuestra ministra hubiera abortado (sin proponérselo ni sin desearlo), sólo debido a la presión a la que iba a estar sometida, por las características especiales del  puesto ocupado.

 

Imaginaos que lo que se consigue, con tal nombramiento, es abrir las puertas de la Institución a la mujer y considerar como normal la no discriminación sexual tanto en la tropa como en la cadena de mando…

 

Pero el HECHO de que sea mujer, en sí mismo, no es ni BUENO ni MALO.

 

P.D.

"Los hechos puros son un mito, no existen. Lo que realmente existen son las interpretaciones".

 

Tú ves una persona muerta, en un charco de sangre, y a su lado el que la ha matado e, inmediatamente, Valoras ese hecho, y lo calificarás como un "homicidio" o como un "asesinato" (lo que no es igual), pero esto ya son Interpretaciones.

sábado, 5 de abril de 2014



1º DE ABRIL. DÍA DE LA VICTORIA

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Hoy hace 75 años que mi padre y mi madre perdieron la guerra.

Hace 75 años que mi padre, "vencido y desarmado", cambió su ropa de militar republicano a un huertano de Sagunto, y una vez disfrazado de labrador volvió a su pueblo caminando a través de campos y montes - cuanta menos gente se encontrara mejor - y temió por ver qué le esperaba al llegar al pueblo.

Desgraciadamente se encontró con lo peor, el entierro de su hijo Pablo, con dos años de edad, y su mujer destrozada por este suceso.

 

Así comenzó su vida de civil después de tres años alistado al ejército republicano por esos campos de España. Empezó en las trincheras del rio Tajo, siguiendo por el centro, por Teruel, donde decía el tío Pajarito que temían más a los de negro que llevaban detrás que a las balas de los de Franco que tenían delante. Parece ser que los comisarios rusos, vestidos de negro y a la retaguardia de su ejército, les disparaban en el mismo momento en que suponían una duda o una posible huída. Y terminó el año 1939 en los campos de Sagunto, donde ya vio imposible algo distinto a una rendición.

Y ahí, en el día de hoy de hace 75 años, dio por perdida la guerra, que por él igual le había dado hacerla con los republicanos o con los golpistas. Igual.

Y a partir de ese día debían empezar a cambiar muchas cosas. La principal y más o menos importante que el resto, fue que mi hermana Rosa, muy pequeña ella, olvidara de decir siempre su saludo habitual durante tres años: "Salud "camarrarra", viva la "culica" y los "culicanos"". Eso olvidado, eran los malditos.

Era urgente tratar de que los ganadores olvidaran que él había luchado tres años con los perdedores.       

Afortunadamente alguno sabía quién era Pablo, que clase de persona era y a pesar de haber sido un "rojo", era merecedor de confianza y le avalaron para no tener que redimir sus penas en las cárceles franquistas ni volviendo a reengancharse en el ejército los tres años obligatorios.

Pero sí, hoy hace 75 años que mis padres perdieron la guerra.

De mi padre guardo muy pocos recuerdos. Apenas recuerdo nada. Ni su físico, ni ninguna otra características suya. Mucho menos, lógicamente, podría recordar ninguna anécdota de sus años de guerra.

Pero creo que debía existir algún tipo de acuerdo tácito entre aquella gente - o quizá era solamente miedo -, que nadie hablaba una sola palabra de aquellos días. Jamás le he oído a mi madre contar nada de la guerra. Bueno, sí le he oído contar que venía alguien gritando "¡la aviación, la aviación!" para que la gente se marchara a los refugios, pero ella jamás se iba porque aprovechaban para robar en las casas donde se habían marchado. Creo que es lo único que recuerdo haberle oído comentar.

Lógicamente, al ser perdedores - "cautivos y derrotados" - vivieron como tal gran parte del resto de sus vidas. No tuvieron acceso a ningún tipo de prebendas que acarrean las cercanías a los lugares donde se reparten.

Sí he visto posteriormente que sus hijos no hemos tenido que arrastrar la consecuencia de ello, como sí he visto que ha ocurrido en otros casos -recuerdo el de mi primo Jesús en la OJE -, y aunque ignoro sus motivos, supongo que alguien tuvo de intermediar entre el poder establecido y mi familia para que eso no ocurriera.

Era muy triste para estas personas tener que afrontar después todos los sinsabores que de su pasado se desprendían.    

Con paso de tiempo, al ir cumpliendo años, fuimos siendo conscientes de lo que significaba aquel "parte de guerra", repetido infinidad de veces, en que se nos indicaba que cautivo y desarmado... ¿quién estaba cautivo y desarmado? Las pobres gentes que por estar asentadas en un determinado lugar, lucharon  en uno u otro bando. Esos fueron los cautivos.

 Desarmados quedaron todos, los unos y los otros.

Después te va quedando la impresión de que esa guerra nos ha derrotado a todos y la hemos arrastrado todos durante muchos años, tantos como han sido necesarios para olvidar - si es que ha sido posible - que a unos y a otros le obligaron a odiarse y machacarse sin saber las causas reales de ello.

¡Qué pena y qué injusticia!    

>