viernes, 29 de noviembre de 2013



EL MONAGUILLO

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Si mal no recuerdo, a los seis años era monaguillo en la iglesia de mi pueblo.

No creáis que en aquellos tiempos donde imperaba el nacional-catolicismo, ser monaguillo no era un pequeño triunfo para los niños que veían que sus maestros les vigilaban si asistían a misa o no, y los curas pasaban lista - no con nombre y apellidos - pero sí de un golpe de vista repasaban los presentes y los ausentes. Claro que esto era en los pueblos, donde sí era muy fácil darse cuenta de que fulano o menganito no acudían muy a menudo a misa.

Cuando yo empecé en esto, Charly era el jefe de la cuadrilla, creo que éramos cuatro. Pero además era el jefe con mando en plaza. Se hacía lo que él decía y como lo decía.

En aquel tiempo se decía la misa en latín, el monaguillo debía aprenderse de memoria aquellos "kirie eleisones", y peor aún, el "confiteor deo", eso era el no va más.

Cuando yo empecé a ejercer, por supuesto acompañando a Charly como segundo, y yo veía que al principio de la misa, con la cabeza inclinada se iniciaba el célebre "confiteor", yo solo decía con claridad esas dos palabras: "confiteor deo". No sabía más.

Pero además me resultaba imposible aprenderlo porque Charly soltaba por lo bajo una serie de palabrotas ininteligibles que te resultaba imposible cogerle ni una. Yo creo que él tampoco se lo sabía.

También mas adelante pude pronunciar alguna más. Por ejemplo, "mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa". Esa sí la cogí, porque era de las pocas que se le podía entender al Charly.

Por fin, el cura vio que no podía aprenderlo de oídas y me dio un papel donde venía escrito, y así poco a poco y siguiendo la musiquilla que marcaba el ritmo del Charly, fui atreviéndome a pronunciar más claro el resto del "confiteor" sin miedo a que se me entendiera.

Después ya vino todo bordado. Además, como yo tenía asimilado que después yo sería cura, pues casi que me iba bien ir aprendiendo todo aquello y gustándome lo que se desenvolvía alrededor de la misa - quien te ha visto y quién te ve -.

 

Después vino otro cura, no recuerdo quien era, que se empeñó en que los monaguillos en Semana Santa cantáramos canciones en latín de las correspondientes a los Oficios propios de esas fechas, no recuerdo ahora cuales eran, pero sí había una que decía "pueri hebreorum", y varias más.

Tras muchos estudios y ensayos, resultó que yo era el "piquito de oro" y me tocó actuar de solista. A los otros les dijo más o menos que tenían un oído frente al otro y nada más.

Y tras este éxito musical, me propuso que yo debía acompañarlo como lector narrador en la lectura de los evangelios de Semana Santa, evangelios de la pasión. El otro acompañante, como lector de "los malos, Judas, etc" sería mi amigo Emiliano.

Y ahí nos vemos los dos, uno en cada púlpito de la iglesia, y el cura en medio del altar, leyendo a voz en grito los evangelios de San Juan, y de San Mateo y no sé si alguno más.

Bueno, esto de acuerdo con mis perspectivas era un éxito. Más o menos la mitad de la carrera de cura, al menos las prácticas ya estaban aprobadas.

Toda esta es la parte externa de la actuación de los monaguillos, lo que se ve desde fuera.

La parte interna era otra cosa. Por supuesto que el vino de misa, dulce, era una parte del botín que nos tomábamos nosotros, aunque el sacristán nos daba unos capones y unas broncas de aúpa, pero eso y comernos algunas hostias - de las buenas, nos de las de repartir - era anexo al cargo. También tenías la ventaja de que si había invitaciones, también se nos incluía a nosotros. Y alguna propinilla que caía. Eso era todo.

Había cosas que no me gustaban nada, incluso alguna de me daba miedo. Por ejemplo, cuando había que acompañar al cura a dar el viático a algún enfermo. Recuerdo especialmente una caso donde el que fuimos a ver estaba muerto, electrocutado. Eso no se me ha olvidado todavía.     

Había un montón de anécdotas para contar, pero aquí así por la gorra no las voy a contar. Esas ya las podréis leer en mis memorias, cuando las publique.      

  

domingo, 10 de noviembre de 2013



CONTRA NATURA.

Tomás Morales Cañedo

 

 

Lo natural (incluso el mandato divino) es "parir con dolor tus hijos". ¿Alguna mujer lo hace, por ser lo natural o por haberlo mandado Dios? No diré nada de la que, voluntariamente, lo ponga en práctica, pero ¡perdónenme¡ lo veo absurdo.

¿Desde cuándo el "sufrimiento" es un mérito? ¿Mérito de qué?, ¿Por qué?, ¿Para qué?

 

Lo natural es caminar, para eso tenemos los pies, para andar y ¿quién va caminando hasta Granada cuando, hasta para ir al centro de la ciudad, ya usamos el autobús?

 

Lo natural es que los ciegos no vean y los sordos no oigan y ¿no recurrimos a instrumentos artificiales para llenar ese vacío, para suplir esa deficiencia?

 

Lo natural es que el cuerpo reaccione, con sus anticuerpos, ante una agresión (sarampión, viruela, gripe, anginas,…..) y ¿quién no se vacuna o va al médico para recetas de medicinas, artificiales, o al cirujano para que te opere de apendicitis?

 

Lo natural es que de cada "polvo", en período fecundo, puede venir un niño y ¿quién no recurre a métodos anticonceptivos varios para evitarlo, intervención quirúrgica incluida?

 

Lo natural es que cualquier deformación fisiológica impida ser progenitor y ¿quién, que quiera serlo, no recurre a la reproducción asistida y demás métodos de fecundación in Vitro...?

 

Lo natural es que, a los varones, la próstata… y a las mujeres las mamas…

 

LO NATURAL, LO NATURAL, LO NATURAL.

 

¡VIVA LO NATURAL! , ¡VIVA LA NATURALEZA!

 

Hay personas a las que se les llena la boca con lo "natural", con "la naturaleza",….. ("medicina natural", "producto natural",….)

 

¡Y un jamón!

 

El motor de la Historia ha sido, es y será, luchar contra la Naturaleza, para conocerla, para dominarla, para ponerla a nuestro servicio, para aprovecharnos de ella, para forzarla, para….

 

Esa es la gran diferencia con los animales.

 

Ellos se adaptan a la naturaleza y, si ésta les es hostil, desaparecen.

 

Nosotros, frente a la naturaleza, colocamos nuestra inteligencia, con todos los artilugios artificiales ideados y creados. Y podemos hacer que el agua suba, por ejemplo (en vez de bajar) y hacer que toda la naturaleza se comporte a nuestra medida, forzándola.

 

Hasta para evitar ciertas enfermedades genéticas, podemos "lavar" los genes, o podemos "cortar" y "pegar", o podemos "provocar que…"

 

 

Y NADA DE ESTO ES NATURAL.

viernes, 1 de noviembre de 2013


¡QUE TARDE LA DEL DOMINGO!

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Lo normal los domingos, mejor dicho, los fines de semana, es que nos reunamos a tomar el aperitivo unos amigos y nosotros - como no tenemos nietos...-.

Una vez terminado y tomado café y demás zarandajas, cada uno a su casa y a sus deberes. El mío, después de comer los domingos, es ver una película del oeste. La que sea, me da igual. Es conveniente porque siempre te da un poco de somnolencia tras los vinitos y demás, y con estas películas no hay problema es que te duermas un rato. Al despertar puedes seguir tranquilamente la trama y dilucidar quién es el bueno y quién el malo, sin problema.

Terminada la película, por supuesto ha ganado el que yo sabía que ganaría, me he puesto mi ropa de andar y a Antonio Martín.

Todo esto no tiene ninguna historia, claro. Después viene la vuelta por el paseo marítimo, hasta llegar al Restaurante el Merlo, donde me salgo del paseo marítimo y me subo por la carreterita el dirección a mi casa.

En esa acera hay un lugar que a alguien se le ha ocurrido por un contenedor de basura encima de la acera, produciendo un estrechamiento que deja apenas medio metro libre.

Y aquí comienza la historia. Lógicamente al llegar al estrechamiento, me voy por el escaso medio metro que nos han dejado libre, con tal mala fortuna que la misma idea ha tenido un chico que venía en una bicicleta detrás de mí. Los dos no cabíamos y me ha atropellado. Por supuesto que no me herido ni ha ocurrido nada desagradable. Él se ha disculpado y me dice que como yo iba por el otro lado, él ha intentado pasar y ...

Yo le digo "mira, esto es una acera y es para andar los peatones que tienen preferencia sobre el resto", y él me dice que también consiente el ayuntamiento que se circule en bici por ella. En ese caso, le replico, como tú me has atropellado yo te voy a denunciar a ti, y tú en justa correspondencia denuncias al alcalde.

No ha llegado la cosa a más, porque estábamos hablando sin más, no discutiendo ni mucho menos. Y así quedó la cosa.

Sigo mi andadura, y poco más allá, encuentro en la misma acera a tres señoras hablando. Dos de espaldas a mí y otra frente a ellas a unos metros.

No había hueco por donde pasar. Las dos eran de buen volumen corporal, una de ellas de - digamos - de más que buen volumen, y claro, no quedaba sitio. Por la parte de esta última, pegada a la pared, era posible meterse con cuidado. Y por allí me voy a colar.

Coincidiendo con mi desplazamiento lateral se revuelve la señora más corpulenta con tal ímpetu, que me suelta el brazo contra el pecho y la mano, con la rabalera que llevaba, en mis partes nobles ¡ahhhh!

La buena señora sin pedir ningún tipo de disculpa, me dice muy en su punto, "ay qué susto me ha dado usted". Eso ya terminó de subirme la bilirrubina, y le contesto "que muy bien, encima de estrellarme contra la pared y pegarme un derechazo allí mismo, ni siquiera pide perdón y encima la he asustado".

Bueno, me marché de allí con un "mosqueo" considerable y un dolorcillo en ciertas partes bastante molesto.

Unos metros más allá había otra señora del mismo tipo que las anteriores, pero vestida más alegre y con la cara más tuneada que las otras. Yo pensaba que iba sola, pero vi que formaba parte del grupo anterior. Y cuál es mi sorpresa que cuando paso a su lado se arranca por lo bajini y me canta aquello de "si tú me dices ven, lo dejo todo".

Esto no puede ser El Palo, esto debe ser otra cosa, o es El Palo muy cambiado.

Vaya tarde la del domingo 20 de octubre. Además en un recorrido que lo tengo tantas veces hecho, que ya resulta aburrido de ser siempre igual, las mismas personas, o parecidas, cada uno a su rollo y nada fuera de lo normal.

Cuando ya iba llegando a casa y no volvió a salirse nada de sus casillas, vi que efectivamente sí era El Palo - ¡el palo, el palo! - y pensé que eso era producto de la película del oeste que acaba de ver entre sueños.

Y si por último la cantaora hubiera sido la Malú...