sábado, 19 de octubre de 2013



¡QUE DURO ARREGLO TIENE ESTO!

Ángel Pulla Dijort/Málaga

Voy a robarle su última frase al escritor D. Javier Pérez Reverte  en su artículo publicado en la Revista Semanal número 1353: "Nos va sacar del agujero nuestra puta madre". Según suena.

Actualmente y refiriéndome a España, soy absolutamente pesimista. Pesimista total, es decir, optimista muy bien informado.

Políticamente, no tenemos solución, no hay forma de ver o encontrar en ese panorama nada salvable. El gobierno, infumable. La oposición, no existe. El pueblo, ausente. ¿Sigo?

La corrupción domina todo, lo divino y lo humano. No hay nada, absolutamente nada, que toques, que no esté corrompido o contaminado. No hay Autonomía que no huela mal.

En consecuencia, no hay posibilidad de desterrar ese vicio, no hay nadie que pueda ejercer de "hombre bueno", o justo, que sea capaz de arrancar a esos personajes corruptos que nos rodean y sustituirlos por otros incontaminados.

Porque esa es otra, ¿quien de este país confía en la Justicia? Cómo vamos a poder creer que alguien que elige como presidente del Tribunal Supremo a una persona que se gasta la pasta en viajes privados, en hoteles de lujo privados, en vivir la buena vida a costa del presupuesto del estado, o del Tribunal Constitucional que ve normal que ese presidente sea militante y cotizante de un partido político, pueda ejercer y departir justicia - justicia justa - al resto del pueblo. Si estamos hartos de ver cómo se comporta ese cuerpo que todos queremos y deseamos que sea realmente justo.

Y empiezas a ver casos de personas que por una u otra causa se da lugar a continuas "prescripciones" por el tiempo transcurrido. ¡Y siempre les favorece a los mismos!

Si te encuentras con casos como "el Urdangarín", "los Eres", "el caso Fabra" - 10 años y nueve jueces ¡por dios! -, "el  Gurtel", bueno no sigo porque sería un sinfín de casos. Y ahora resulta que el Tribunal Constitucional se ha dividido, lógico, es que afortunadamente hay algunos que sienten vergüenza de defender la sospechosa imparcialidad de su jefe.

La iglesia. Es de risa, oír hablar al papa Francisco - hombre justo, al parecer no contaminado por la curia inviable que rige la iglesia - y por  otra parte oír al jefe de la iglesia española, Rouco Varela, insigne donde los haya. Yo hace tiempo que voy diciendo que este papa está durando demasiado, teniendo en cuenta lo que duró Juan Pablo I.   

A menudo, cuando contemplas el panorama del estado de las cosas en este país, piensas que realmente esto no tiene remedio.  Produce asco, pánico, vergüenza, etcétera, el solo hecho de escuchar las noticias o leerlas en el periódico. Esto no puede ser verdad.

Y te pones a ver el desarrollo de la reunión en las Cortes, hablando del control al gobierno... ¡menos mal que nos alegraron la vista y el rato las señoras que gritaron al ministro Gallardón!

Escuchas a este ministro, al gracioso Montoro diciendo sandeces, al presidente defendiéndose con el "más eres tú", a Rubalcaba que no sabe qué decir ni qué hacer...

Estoy convencido de que nosotros no tenemos arreglo. Esto solo tiene una solución, disolvernos como país y que nos sustituyan a todos los dirigentes  - de concejal para arriba y así en todos los ramos de poder - , por otros vacunados contra todo tipo de corrupción.   

Hace unos días venía una viñeta de El Roto, genial como siempre.

En la viñeta se veía un túnel con una luz al final. Y se oía una voz que gritaba: ¡¡¡no salgáis, no salgáis!!!

Ya no sé si pensar que salir de esto nos va a afectar demasiado o no.   

 

jueves, 10 de octubre de 2013


LA HEROICIDAD OBLIGATORIA.

Tomás Morales Cañedo

 

¿Sacrificar tu bienestar, tu vida, incluso la vida de tu familia, por el bienestar y la vida de los demás?

Eso sería ser un héroe.

Pero la heroicidad ¿debe ser voluntaria u obligatoria?

A cualquiera se le puede exigir que obre humanamente ¿pero un esfuerzo sobrehumano, incluso con pérdidas y pérdida de la vida propia?

 

Mutando el dicho de "primum vivere, deinde philosophare", podríamos decir hoy: "los primero es sobrevivir, después el heroísmo", lo que conllevaría una peor calidad de vida, al dar parte o todo de lo poco que tienes en benefició de los demás.

 

Se puede/se debe exigir el deber ciudadano para cooperar al bien social, ¿pero un superdeber o un deber añadido?, ¿un deber extraordinario, superior, al deber normal y ordinario?

 

Hoy nos presentan a un héroe y, muchas veces, en vez de causarnos admiración mostramos reticencia y nos causa sospecha sobre la intención oculta de ese esfuerzo sobrehumano.

Los que somos "normales" sospechamos de los "supranormales", porque los medimos con nuestro propio rasero, así que desconfiamos de ellos y de su actuación heroica.

 

¿Sacrificar satisfacciones individuales y/o familiares que me ha costado conseguirlas, en vista a objetivos colectivos a conseguir?

Justificaremos nuestra negativa a imitarlo y /o nuestra cobardía con subterfugios varios.

Si somos capaces de sospechar y de negar la pretendida altura moral del héroe justificaríamos  nuestra "normal moralidad" y podríamos quedarnos tranquilos, sin remordimientos de conciencia.

Si creemos poder desenmascarar, bajo las grandes palabras que encubren una causa colectiva el porqué de quien ello defiende, dormiremos tranquilos.

"Eso lo dice porque….." pero no es que sea verdad.

 

¿Pondrías tu vida en peligro por defender el Derecho de las mujeres en una sociedad altamente androcéntrica?

Y quien dice "el Derecho de las mujeres" dice "la libertad religiosa", "la eliminación de la pena de muerte por ser homosexual o por adulterio de la mujer",… ¿Debería ser, en estos casos, obligatorio un acto de heroísmo?, ¿o sólo optativo?

 

Aunque veamos al héroe como una persona merecedora de alabanza, al no considerar la heroicidad como obligatoria, no será, al menos, merecedora de reproche la conducta no heroica.

Lo supranormal admirable no debe llevar al desprecio de la normalidad, porque "ésta es la norma".

 

Todos "debemos obrar correctamente", pero es que la heroicidad es un supradeber, por lo tanto no exigible. Admirable sí, pero no obligatorio.

Los actos "excepcionales" son eso, "excepciones" a la norma, a la regla. ¿No solemos decir que "la excepción confirma la regla"?, pues los que cumplimos con la regla…

"Dar lo que debe darse" es la norma, "dar más de lo que debe darse" es la excepción. Además, si todos fuésemos "excepcionales", "excepciones", no habría regla.

¿Debemos sentir remordimientos de conciencia cuando no cumplimos lo que no es obligatorio, ni exigible?

¿Se le puede exigir, en ciertos casos, al "normal" un plus más allá de esa normalidad obligatoria?

¿Sería injusto exigirle a alguien que vaya más allá de los límites de la justicia?

 

"Cumplir con el deber" es lo normal, esa es la "persona cumplidora", pero la "persona virtuosa" va más allá de cumplir lo obligatorio. El virtuoso estira más la goma, "da más de sí".

 

Mientras la Ética del Deber se centra en la Norma, la Ética de la Virtud hace referencia al carácter excepcional del sujeto.

Mientras la "persona cumplidora" cumplirá con su deber, la "persona virtuosa", además de cumplir con la norma, traspasa su límite.

 

A quien cumple con su deber, pero sólo con su deber, no se le puede llamar "inmoral", pero sí se le puede calificar como "poco virtuoso" por  lo que, en situaciones extraordinarias, deja de hacer, sin ser exigible ni obligatorio que lo haga.

Ser una "buena persona" no implica que no se pueda ser "mejor persona" todavía.

Eso es lo que es el héroe, la persona virtuosa, una "mejor persona"