martes, 13 de diciembre de 2011

BREVE  ENCUENTRO

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Mayte Tudea Busto

 

Se conocieron en un autobús. Ella reparó enseguida en aquella cabeza cana, de pelo abundante. Los ojos oscuros y vivos destacaban en el rostro atezado. Le agradó su aspecto pulcro y la mirada franca.

 

El, le confesaría después, que al verla, le había llamado la atención  su aspecto elegante y la agilidad de sus movimientos, su desenvoltura casi juvenil.

 

El hombre le ofreció el asiento que había quedado libre junto al suyo, y ella aceptó dando las gracias.

 

Él la observaba de soslayo, mientras la veía escribir con soltura y rapidez en un block cuadriculado. Sentía curiosidad por conocer el contenido de la escritura, pero no se atrevía a mirar abiertamente por temor a resultar indiscreto.

 

Un brusco frenazo, les permitió iniciar la conversación. -"¡Qué forma de conducir!"- -"¡Parece que transportaran ganado!"- -"La he visto en otras ocasiones, ¿siempre coge el autobús de las cuatro?"-     "Habitualmente, aunque a veces lo pierdo"-

 

Durante el trayecto intercambiaron frases más bien superficiales. A pesar de ello, pareció instalarse entre los dos una corriente de simpatía.

 

-Espero verla mañana. Me llamo Eduardo-, le dijo al acercarse a su parada.

 

Coincidieron durante varios días. Hablaron del tiempo, de sus       trabajos, de sus aficiones. Se quejaron de la suciedad en las calles, del escaso civismo de sus paisanos, y ¡como no! de la crisis. Sonreían al hacerlo, conscientes de lo inevitable y manido del tema, pero ¿quién se resistía a nombrarlo? Al fin, convinieron en tutearse.

 

         Una tarde, el hombre preguntó: "¿A qué hora terminas? Podía recogerte y tomar algo juntos". Como en un flash, la mujer observó la pálida y redonda huella en el dedo anular de su acompañante. Y mientras se excusaba ante la invitación con tono educado, pensaba "¡Qué coraje! A partir de mañana tendré que hacer este recorrido en mi coche".

                

2 comentarios:

Angel dijo...

Y lo peor es que allí donde ella iba no había forma de conseguir una plaza de aparcamiento.
Y no iba a dejar los estudios...

Besos

Tomás Morales dijo...

¿Por qué renunciar a un admirador, con lo difíciles que están los tiempos?.