jueves, 9 de junio de 2011

MÁS DE DOS CARAS…

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

L

a vida tiene varias caras.

Suele decirse que tiene dos. No es cierto. Tiene varias.

Hay veces que descubrimos una, hay otras en que presenta varias. Y no es fácil distinguir si realmente corresponden a una o a distintas vidas, aunque sean de una misma persona.

Tú mismo te encuentras con situaciones en que no estás seguro de que ese sea tu comportamiento, si esa es tu propia reacción  o no.

En unas situaciones, te comportas de tal manera. En otras, tu reacción es otra totalmente distinta y además, dejándote un poso de diferente motivación. No Te Reconoces En Esa Tu Postura.

Esa es otra cara de tu vida.

Ocurre a veces que eres incapaz de entender alguna de tus actitudes. Has mostrado una pose o un aspecto de tu personalidad, de la que estás convencido que no es propiamente tuya. No eres tú quien ha propiciado esa respuesta. No te reconoces ni la admites como propia.

O quizá sí. Pero es posible que en momentos de distinto tipo de sensibilización, percibamos nuestra propia actuación con unos tonos diferentes a como lo hubiéramos hecho (o hubiéramos intentado hacerlo) nosotros mismos. Es un simple cambio de tono vital.

Te ocurre a veces una reacción, un dicho, unas palabras, o un simple saludo, que lo has hecho de tal forma, o con tal tono, que tú mismo te extrañas de que ese haya sido tu estilo. No está dentro de tu "catálogo", pero por las causas que sean, ese día, en ese momento, esa ha sido tu actuación.

Y posiblemente después, dará lugar a petición de excusas, a otras explicaciones que incluso tú encuentras extrañas, no convincentes, pero no hay otro tipo de explicación, que no sea una reacción no habitual, otra "cara de tu vida", que hasta tú mismo no entiendes.

¿Qué pensar cuando esas sensaciones ocurren con alguien distinto a ti, otra persona es quien actúa con tics distintos a los habituales en ella?

Dado que pensamos que los otros siempre tienden a ofrecer distintas facetas de su vida frente a los demás, en cualquier momento encontramos esas otras "caras" en sus actuaciones, por otra parte las más naturales del mundo, aunque a nuestro parecer no lo sean. Es nuestra propia ansia de verlos la que nos fuerza a su real/falso descubrimiento.

La trayectoria personal de cada cual, aun sin pretenderlo, siempre queda marcada a lo largo del tiempo en la actuación convencional individual.

Y te sorprende cuando otra persona se asombra de encontrar en ti esta u otra cualidad, que al parecer desconocía de tu perfil personal.

¿Cuántas veces has descubierto tú en otra persona, un amigo, un conocido, incluso alguien más  allegado, un detalle o un rasgo particular que nunca habías imaginado que pudiera tener escondido?

 

"El hombre es el más misterioso y el más desconcertante de los objetos descubiertos por la ciencia." (Ángel Ganivet)

 

Es precisamente por ese misterio que le rodea por lo que en multitud de ocasiones encontramos esa multiplicidad de aspectos – o caras – en nosotros mismos. Eso mismo hace que nos sorprenda la actitud de otras personas, cuando mantienen una reacción inesperada, no porque sea mejor o peor, sino por ser descubierta en ese preciso momento.

 

"No existe nada bueno ni malo, es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así", decía W. Shakespeare.

Mucho más claro queda expresado así el motivo de nuestros titubeos en la contemplación de nuestras actitudes y las de nuestros semejantes. Es el pensamiento el que nos lo hace parecer así.

No es que tenga dos caras la vida, somos nosotros los que la enfocamos desde distintos ángulos.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Conócete a tí mismo" aconsejaba el filósofo. Siempre hay en nosotros una cara oculta, un lado oscuro o nó que se nos escapa, y que nos sorprende cuándo aparece; por eso nos resulta tan difícil lograr el conocimiento total de nuestra propia personalidad.

Ahora bien, yo creo que es en la norma y no en la excepción, dónde uno manifiesta su verdadero ser,
su yo más auténtico.

Si noventa y nueve veces una persona se comporta amablemente,
por una sóla ocasión en que lo haga de manera desagradable, entiendo que no debería acusársele
de ineducada o desatenta. "Lapsus"
tenemos todos. ¿O nó?

Un abrazo,

Mayte