viernes, 22 de octubre de 2010

YO TAMBIEN TUVE UN PADRE

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

Es cierto. Yo también tuve un padre, aunque desgraciadamente, casi he estado convencido de que fue un padre desperdiciado.

 

No pude aprovecharlo.

 

Pero sí, lo tuve y además se llamaba Pablo. Precioso el nombre. No me parece tan apropiado el personaje a quien se le debe, pero el nombre sí. Suena bien.

 

La verdad es que siempre he echado de  menos al padre.

 

Yo tenía seis años cuando murió. No sabía nada. Nadie me dijo nada. No sabía que estaba enfermo.

 

Un día empezó a faltar en casa. Mi madre también estuvo fuera. Madrid, allí estaban los dos. Una para acompañar y ayudar, el otro para morir.

 

Al parecer en casa todo el mundo sabía cómo andaba la enfermedad. Menos yo, que era el pequeño de la casa.

 

Un día, al salir a recreo en la escuela, alguien me dijo que mi padre había muerto. Nadie puede imaginar lo que aquello significó para mí. Jamás le den una noticia así a un niño, si antes no sabe que esa es una posibilidad y que él lo haya aceptado como tal.

 

Para mí fue un mazazo. Me peleé con quien me lo dijo. Vino mi hermana María a recogerme y, por supuesto que yo le conté lo que me había pasado y por eso estaba llorando. Vi que ella también lloraba y me llevó a casa.

 

A partir de ahí sí comencé a darme cuenta de que algo realmente grave había ocurrido. Creo que cometieron un error con la falta de información de la enfermedad de mi padre. Fue un error que me costó bastante olvidar y superar. No cometáis ese error con los menores. Deben conocer las cosas, a su nivel, pero conocerlas.

 

Tuve la fortuna de, a parte del resto de la familia, contar con mi cuñado Marino. Un padre para mí. Y además como tal lo catalogué yo, a falta de Pablo, el verdadero.

 

 

A pesar de todo, yo también tuve un padre. Y lo malo de todo es que soy incapaz de recordar apenas  algo de él. No lo recuerdo físicamente. No tengo ningún recuerdo, ninguna anécdota, nada que me recuerde nítidamente a mi padre. Nada.

 

Todo después va cambiando. Cambian las jerarquías. Faltan opciones y cometidos.

 

En general todo se disimula, se sustituye una deficiencia por otra u otras eventuales situaciones.

 

A nadie convencen. No tienen la fuerza de la original. Ni siquiera cuando ya eres más mayor (digamos que tú te consideras mayor ¡con diez años!).

 

Me refugié en mis profesores. Estaba interno, con los curas, y esa fue mi forma de sustitución de padre por "padres". Y sí, funcionó durante un tiempo. 

 

El inconveniente de estas soluciones eventuales es que normalmente decepcionan a la persona que espera recibir de las mismas el mismo cariño y trato personal que recibiría de su propio padre.

 

No esas ñoñerías y pamplinas destinadas a paliar la falta de un padre, ¡un padre!, no un sustituto.

 

A mí realmente nunca me hecho falta, en mi formación, ese padre. Bueno, digamos que me hubiera venido bien su aportación financiera, pero… tampoco hubiera podido ser grande. En lo demás, lo han suplido el resto de la familia y los educadores.

 

Te das cuenta de lo que habría podido  significar en tu vida un padre, cuando eres tu el padre y ves a tu familia, tus hijos, y ves lo que haces con ellos, tus juegos, tus problemas, tus disgustos, todo esto es lo que se ha perdido tu padre, y tu no has disfrutado… ¡lástima!  

 

Me vino muy bien también mi cuñado Mariano, a quien, como además yo le veía con el pelo canoso, le consideraba más mayor de lo que era. Para mí fue una suerte poder contar con él. Incluso ahora, que ya vamos para mayores los dos (él un poco más que yo), sigo manteniendo con Mariano el mismo cariño y respeto que tuve desde hace mucho tiempo.

 

En fin, que en realidad lo único que quería decir es que yo también tuve un padre. Quizá desaprovechado, como dije al principio, por el hecho de no haber podido disfrutar de él, pero así son las cosas.

 

Me hubiera gustado poder hablar con él de su experiencia en tres años de guerra, en el lado de los perdedores, y sobre todo, el gran esfuerzo de los años "del hambre" como los conocían después. Eso eran gigantes, héroes… Supieron hacer comer a sus familias sin tener comida, medios, dinero, ni conocimientos… ¡Eso sí son milagros!

 

No me digan que no es una lástima no haber podido disfrutar de ello.

 

 

miércoles, 13 de octubre de 2010

TÚ, YO, NOSOTROS.

Mayte Tudea

12-10-2010

 

 

Hay experiencias vividas y experiencias asimiladas. Y en ocasiones, éstas últimas quedan incorporadas a nuestro acerbo personal de un modo tan intenso, que terminan pareciéndonos más nuestras que las que se han producido en carne propia.

 

De igual modo ocurre cuando se convive con alguien muchos años. Si existe un auténtico sentimiento de unión, una voluntad decidida de compartir, de participar en los avatares del otro, todo aquello que le suceda nos pasa también a nosotros, nos alegra, nos duele, nos preocupa, somos protagonistas de esa vida por asimilación.

 

(Un inciso. Hace pocos días, un amigo me llamó para decirme que no podía asistir a la comida de grupo que teníamos prevista, porque a su mujer iban a realizarle varios implantes dentales). Deducción: Si ella no puede comer, él tampoco.

 

El caldo de cultivo idóneo para que se produzca esta simbiosis, suele ser el matrimonio, o la pareja. En ocasiones excepcionales también se desarrolla entre amigos, pero ello requiere de una convivencia permanente y constante y resulta más difícil de mantener.

 

Con los hijos –quizá en una medida aún mayor-  se vive, de forma vicaria, todo cuanto les acontece, pero no existe esa reciprocidad, esa vía de comunicación tan efectiva, tan real como en la pareja. Los hijos no son –no hemos sido-, tan proclives a desnudarnos ante los padres, a mostrarnos tan como realmente somos, bien por temor a defraudarlos, a preocuparlos, o sencillamente por evitar que sufran, sobre todo, cuando no están en condiciones de solucionar el problema que nos aqueja.

 

Alguien muy querido me dijo un día que cuando dos personas están unidas por ese lazo etéreo, inaprensible, quizá inexplicable,

del amor compartido, sedimentado, decantado, sometido a pruebas, fortalecido en ellas, llegan a elaborar pensamientos afines y acaban expresándose en términos similares. Incluso conozco un caso en que llegaron a soñar la misma pesadilla.  Y  además de esposos, amantes, compañeros y amigos, se convierten en cómplices. Y esta última categoría, creo yo, es el nexo de unión más potente, más sólido entre una pareja.

 

Aunque todo esto es muy hermoso, desgraciadamente resulta muy poco frecuente. 

 

Lo habitual es observar a una mayoría de los que han convivido juntos durante treinta, cuarenta o más años, sumergidos en una especie de "limbo" donde impera el aburrimiento, y donde la resignación es el pan nuestro de cada día.

 

"No hay manera de que hagamos nada de cuanto le propongo, cada vez resulta más difícil convivir con él", escucho en versión femenina. "Nunca está dispuesta para seguirme en lo que me gusta. En nuestra vida sólo existen los nietos", oigo decir a los varones.

 

Y se van enredando en esa sutil tela de araña de incomprensión   hasta que terminan mirándose como extraños, o lo que es mucho peor, como enemigos.

 

Sin embargo, cuando la inteligencia aplicada a las relaciones humanas se hace presente, y la pareja sabe deslindar los gustos e intereses comunes de los privados, cuando son capaces de concederse un espacio personal sin interferir en él ni tratar de controlarlo, resulta mucho más fácil disfrutar de aquellos otros que son mutuos y deben ser compartidos.

 

Todos necesitamos un lugar nuestro y sentirlo propio. La sensación de libertad nos resulta tan necesaria como el aire que respiramos, incluso aunque ésta sea sólo condicional.

 

 

jueves, 7 de octubre de 2010

MEDIEVALIZACIÓN DE OCCIDENTE.

Tomás Morales Cañedo

 

Desde mis tiempos de estudiante yo conocía a Nicolás Berdiaeff  por dos de sus obras, entonces en boga: "El cristianismo y el problema del comunismo" y "El cristianismo y la lucha de clases" (los tengo llenos de polvo archivados en el cuarto trastero). Pero no conocía "Hacia una nueva edad media".

Estamos hablando de los años 30, de un ruso, anticomunista, expatriado, marxista en un principio, porque sólo veía en él el aspecto pragmático, la defensa del obrero esclavizado por el capital,…., antizarista, con un espíritu crítico y libre, que le pega puyazos a la iglesia ortodoxa rusa, pero que, después, critica al bolchevismo, contra el que publica "Filosofía de la desigualdad", desterrado a Siberia, obligado a errar por Europa y que morirá en París.

Ideológica y filosóficamente queda inscrito en lo que pudiéramos llamar "existencialismo personalista cristiano"

 

Ya en los años 30 avisa de la medievalización de la sociedad.

Lo mismo que hará Umberto Ecco en los años 70, previniendo a la sociedad de lo que le está viniendo encima, una nueva Edad Media. La nueva embestida de los países islámicos, provenientes de oriente y del sur, religiosos fanáticos, que emprenden una nueva cruzada, pero, en este caso, al revés, contra el Occidente laico, científico y tecnológico.

 

¿Estamos en trance de asistir a una nueva medievalización del mundo Occidental? ¿Corremos el peligro de volver a tiempos pasados, de descorrer el camino recorrido desde la Edad Media, tras haber pasado por la fase de ruptura renacentista y haber proclamado el triunfo de la Diosa Razón sobre el Dios de la Creencia y haber desarrollado todo el potencial revolucionario, de todo tipo, que nos ha traído hasta el ahora mismo de nuestra civilización?

 

De un tiempo a esta parte se nos están desarmando, tambaleando, los esquemas mentales, racionales, laicos, occidentales, ante la llegada de pueblos con mentalidades muy distintas.

 

Cuando hablamos de Edad Media estamos hablando de ella, pero desde fuera de ella. Nadie dice "estoy en la Edad media". Todos afirman estar en la Edad Contemporánea.

Nosotros, los occidentales europeos, miramos hacia atrás, tomamos en nuestras mentes todo el tiempo histórico recorrido y lo compartimentamos en edades. Llamamos Edad Antigua a nuestro pasado fenicio, griego y romano; llamamos Edad Media al período transcurrido entre la invasión de los bárbaros y la consiguiente desmembración del Imperio Romano de Occidente y el siglo XV, en el que se produce una ruptura con la mentalidad religiosa desde dentro con la Reforma, y desde fuera, con la racionalidad científica, como explicación de este mundo y ruptura o superación de la sociedad feudal, con la aparición de las nuevas monarquías. El fruto de todo esto lo llamamos Edad Moderna, hasta desembocar en la Edad Contemporánea.

 

Cada cultura y/o civilización ha pasado por etapas. Cuando Europa estaba en la Edad Antigua, Egipto, Asiría-Babilonia, China,… estaban en niveles superiores.

 

Hoy mismo, nosotros estamos donde estamos y vemos culturas africanas que están donde están.

 

Podemos hacer un estudio comparativo y ver ciertos paralelismos entre lo que ocurrió en la Edad Media y lo que está ocurriendo/acaba de ocurrir en nuestro mundo occidental.

 

1.- Por ejemplo, la Pax Romana, vigente durante tanto tiempo, se vino abajo cuando la presión de los pueblos bárbaros irrumpieron por la frontera Rhin-Danubio, unos, que ya estaban dentro, decidieron quedarse y otros, que estaban fuera, "saltaron la valla" y la pax romana se difumina y desaparece. Lo que viene después es ya otra cosa.

La llamada "pax americana" o "guerra fría" mantenía el equilibrio, por miedo y temor a una guerra nuclear, entre dos grandes bloques: el mundo occidental y el bloque soviético, con su telón de acero como frontera (para que "no salgan", decíamos nosotros; para que "no entren", decían ellos). Dos mundos y dos concepciones políticas, sociales y económicas distintas, el capitalismo occidental, con el lema de la "libertad" (política, económica, social, de expresión, de religión,……) y el capitalismo de estado, todo centralizado y programado, sin espacios para la libertad, con ideología única, mano de hierro,…

 

La caída del muro de Berlín y la occidentalización de muchos, (si no todos) los países del lado de allá del telón de acero, es como la llegada y la estancia definitiva entre nosotros de los antiguos bárbaros.

 

Europa es ya mucho más que la Europa antes de la caída del muro, como la Europa medieval es ya otra Europa distinta a la de la pax romana.

Ni que decir tiene la Europa actual, la Comunidad Económica Europea, sin fronteras políticas y económicas de casi todas las naciones.

 

2.- Invasiones e inmigración. Si el limes romano, para impedir la entrada de los pueblos bárbaros, medía unos 874 kilómetros, como frontera entre dos civilizaciones, el Telón de Acero, entre la Europa Oriental y la Occidental, en el siglo XX, medía 3.600 Kilómetros, del Báltico al Adriático, que también se vendría abajo ante los intentos interiores (Hungría y Checoslovaquia ("la primavera de Praga) y la presión occidental, externa, siendo la caída del muro de Berlín (ciudad, también, dividida) el comienzo del fin del Bloque Oriental.

Todavía hoy se levantan muros físicos entre Israel y Palestina, entre Estados Unidos y Méjico… y muros de papel, con pasaportes, aduanas…

A pesar de ello, tanto entre los romanos como entre nosotros, las inmigraciones, legales o ilegales, no saben de fronteras cuando se les presentan las hambrunas y hay que echar a correr allí donde hay comida.

A los alamanos, suevos, vándalos, godos…. los suceden, hoy, los turcos, los orientales, los iberoamericanos, los chinos, los árabes y africanos,…que se establecen, trabajando (si pueden) para comer y disfrutando de las ventajas de todo tipo (sanitarias, educativas, sociales…) de los países de acogida, como en otro tiempo lo fueron las ciudades romanas.

El hambre y la muerte empujan para saltar los muros o derribarlos, antes y ahora.

 

3.- La descentralización de la estructura social y la crisis del control central. Fue el surgimiento de las nuevas naciones surgidas por los asentamientos bárbaros y lo son hoy las descentralizaciones del poder central, bien por el federalismo de algunas naciones, bien por el estado de las autonomías.

El antiguo feudalismo y los señores feudales, con sus prerrogativas, se encuentra hoy materializados en los parlamentos federales y autonómicos.

 

4.- La fragmentación de las ciudades, que daría lugar a los "Burgos", son los equivalentes a nuestros barrios, con su mayor o menor idiosincrasia, como territorios casi privados, convertidos (muchos de ellos) en lugares peligrosos, sobre todo para los de fuera, donde las mafias locales, la violencia y el salvajismo campan a sus anchas, donde las bandas armadas controlan y permiten o prohíben, con hacinamiento, con problemas de espacio y de comunicación, con una vida diaria tan distinta a la del centro de las ciudades.

Si de aquellos "burgos" saldría la burguesía económica, industrial, financiera,… en estos barrios abunda el dinero negro, los negocios ilegales,…

En las grandes ciudades (Londres, París, Madrid,…) hay barrios chinos, turcos, griegos, rumanos, rusos, marroquíes, subsaharianos,… desgajados, marginados, con vida y funcionamiento propio.

 

5.- La inseguridad física y económica, sin proyectos de futuro, vida de supervivencia diaria. Ausencia de vigilancia. Reservando el centro de la ciudad, bien vigilado, como lugar de visita y de compras.

 

6.- Tendencia a traducir el saber y el poder en imágenes, para que, al entrar por los ojos, puedan ser consumidos. La publicidad y la propaganda, atractivas, con colores y sonidos, que puedan ser captadas al momento y atraigan a compradores.

Como en otros tiempos, con un analfabetismo generalizado, el pueblo necesitaba ver y oír los mensajes religiosos. Las catedrales, con sus vidrieras, su imaginería, su púlpito, sus cánticos, su olor a incienso, su boato y parafernalia… eran la publicidad del mensaje religioso que entraba por la vista, el olfato y el oído (ya que no podía entrar por la mente).

Hoy también se intenta que no se piense, pero que se consuma. La propaganda subliminal, inconsciente, como estrategia de la compra/venta.

 

7.-  Gusto por la recopilación y el inventario. El coleccionismo.  Acumulación de objetos, lo que conlleva su conservación. La Iglesia y el poder económico se lanzan a la recopilación de elementos culturales que instalan, conservan y copian libros, miniaturas, imaginería religiosa, arquitectura religiosa y civil,….

En los antiguos monasterios se busca todo y se guarda todo. La importancia de un monasterio está en relación a sus archivos e inventarios.

Igualmente hoy con la dosificación cultural en volúmenes, separatas, fascículos, entregas varias,… a veces para rellenar espacios de estanterías. El placer de poder decirlo y que pueda ser visto, contemplado, envidiado por los demás.

 

8.- Cultura de transición permanente. En este mundo todo es confuso. Se busca a Dios y éste se encuentra en el otro mundo. Hay que llegar allí y, aunque la iglesia marque los caminos por los que llegar, siempre queda la conciencia y sus remordimientos para la intranquilidad. Deseo, por una parte, pero confusión.

 

9.- El deterioro de las calzadas romanas, que te obliga a permanecer en el mismo lugar, por no haber caminos o, si los hubiera, su peligrosidad.

Hoy, demasiados caminos.

 

10.- Escasez de alimentos para las masas, sólo unos cuantos no carecen de ellos.

Hoy son países y casi continentes enteros: países superpoblados del tercer mundo. Muchas bocas y poco alimento que llevarse a la boca. Al tiempo que sobra y se desperdician alimentos en el primer mundo.

 

11.- Peregrinaciones y viajes, los más por motivos religiosos, los menos por objetivos políticos y económicos.

Hoy: el turismo de masas, por motivos lúdicos y vacacionales. Jerusalén, Tierra Santa, Santiago de Compostela,…. Son sustituidos por El Caribe, la costa mediterránea, países exóticos,…

 

12.- Misticismo y las órdenes mendicantes, que prometen el cielo eterno…

Hoy: sectas religiosas que te prometen el oro y el moro, que te captan y se quedan con tu conciencia y con tu cartera,…

 

13.- Epidemias y muertes en masa, negocio con las misas, oraciones,…

Hoy: epidemias o pandemias (vacas locas, aviar, porcina,…) negocio con los medicamentos.

 

14.- Pobreza oficial individual (hasta voto de pobreza) pero riqueza colectiva.

Hoy: pobreza real colectiva pero riqueza individual de sociedades anónimas (pero con nombre y apellidos). Paraísos fiscales.

 

15.- Lengua común (el latín) necesario tanto para la iglesia como para el comercio.

Hoy: lengua común y necesaria, en la "aldea global", del inglés, convertido en la lengua de entendimiento universal, para la tecnología (hasta las instrucciones de uso o montaje de un instrumento "made in China o Tailandia o Japón o….), para la ciencia, para el turismo, para viajar,…

 

16.- La amenaza del Islam (antes y ahora) pero este tema merece un estudio aparte, sobre todo la facción más peligrosa del mismo (el integrismo radical islámico), en poder de armamento avanzado, de fabricación occidental, gracias a su petróleo.

Occidente montó toda su industria sobre una fuente de energía barata, de países atrasados, y ahora nos tienen cogidos por los huevos. Dependemos de ellos, al tiempo que ellos quieren destruirnos, fanatizados por ideas religiosas medievales.

 

17.- Las justas y los torneos, por motivos amorosos, políticos, bélicos, lúdicos,…

Hoy: acontecimientos deportivos en todo tiempo y lugar. Uno se alinea con un bando, se enamora de unos colores (como antes se enamoraba de una dama de la alta sociedad) y es capaz hasta de morir y matar por ellos. Odio entre bandos rivales, que, a veces, se politizan. Los centralistas contra los periféricos (o al revés). Identificarse con ellos.

 

18.- Descenso de la población (por hambre y epidemias).

Hoy: es contradictorio, los más ricos ni pasan hambre ni mueren por epidemias, pero tienen muy bajos sus índices de natalidad, al tiempo que los más pobres, pasando hambre y sufriendo enfermedades, se multiplican, reproduciendo el modelo antiguo de que dos manos más son más trabajo, son más riqueza, es más seguridad de futuro para los progenitores,…

Crecimiento demográfico donde no debería haberlo (en los países no desarrollados), por motivos religiosos, de ignorancia, por tradición,….

 

19.- Saturación de las ciudades romanas (al haber más servicios, hay más trabajo, existen más oportunidades, hacen falta más manos,…)

Hoy: emigración desde el campo a la ciudad, tanto por la mecanización del campo y la poca mano de obra necesaria, como por la cantidad de servicios que la ciudad necesita y oferta.

Estas ciudades, con tanta aglomeración, quedan convertidas en trampas, con problemas de todo tipo (de movilidad, circulatorios, de contaminación, psicológicos, escasez de servicios,…).

 

20.- Las dificultades de la comunicación, la tardanza en la llegada de información….

Hoy. Exceso de comunicación, saturación, agobio en la aldea global, todo lo que ocurre en cualquier parte del mundo es en vivo y en directo, y te afecta al momento, lo bueno y lo malo.

Es tanta la información que no da tiempo a digerirla, se va amontonando

 

21.- La artesanía y la poca especialización. Uno podía hacer casi todo.

Hoy: todo tiene que estar especializado para que sea avanzado. Exceso de especialización. Cada uno a lo suyo, "zapatero, a tus zapatos".

 

22.- Pocos problemas, el de la supervivencia, individual y familiar, el de la comida, el de la enfermedad.

Hoy: los problemas son múltiples y tan variados que no existe UNA solución, ni económica, ni cultural, ni religiosa. Hay MUCHAS soluciones, pero para salir del paso, soluciones muy concretas, válidas sólo para ciertos problemas.

Acostumbrarse a vivir con los problemas, nunca totalmente resueltos.

Intentar detectar, desarrollar e incrementar las coincidencias, al tiempo que habrá que aparcar o pasar por encima de las diferencias, respetándolas, aunque no sean aceptadas. Tolerancia de todo lo que pueda ser tolerable, aunque respeto a la persona, siempre.

 

23.- Cada civilización ha tenido su Edad Media. La nuestra ha sido sólo nuestra. Mientras estábamos en ella, otras civilizaciones estaban mucho más avanzadas. Hoy, muchas se encuentran en su Edad Media.

Aunque toda Edad Media está preñada de Modernidad, que tardará más o menos en llegar. Hoy, culturas pretecnológicas acceden fácilmente a las tecnologías más avanzadas sin estar, a veces, preparadas para ello.

Mayor velocidad en la llegada de la modernidad, aprovechándose de los que ya están allí.

 

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