(Este artículo fue publicado en la rervista de AMADUMA del mes de Octubre de 2016)
LA AGONÍA DEL EURO
Ángel Pulla Dijort/Málaga
Hace unos días, escuché en una tertulia de la Sexta a un profesor de la Universidad Complutense hablar sobre una aseveración de un famoso experto en economía y finanzas a nivel mundial, cuyo nombre desgraciadamente no recuerdo, que al euro le quedaba un máximo de cuatro años para su muerte.
Hasta aquí diríamos que, salvo la fecha de caducidad, casi estamos de acuerdo. O se toman las medidas que desde hace mucho tiempo venimos pidiendo los que dedicamos nuestros ratos libres a mirar los temas europeos entre otros, o en un tiempo más bien corto la Europa que deseábamos, unida en sociedad, política, libertad y economía no se podría ver realizada.
Pero la crisis del euro no ha nacido ahora, esta tiene ya varios años y viene arrastrándose desde, me atrevería a decir, 1992 cuando se firmó el famoso Tratado de Maastricht, con la limitación del déficit público, donde empezó el enmascaramiento de sus niveles con complejos instrumentos financieros que algunos bancos de inversión estadounidenses, con sus servicios de crédito, con muy importantes comisiones por sus servicios y muy reducidas cantidades de riesgo de crédito facilitaron entre otros a Grecia e Italia soslayar las reglas del déficit y la deuda con asuntos del crédito y la divisa.
No obstante actualmente esa crisis afecta a la deuda soberana, al sistema bancario y al sistema económico general.
Estos problemas y el desequilibrio de varios de estos países que forman el área del euro pretenden solucionarse con la mejora de la solidez fiscal y la competitividad de sus miembros, mediante la austeridad para reducir el déficit y el nivel de deuda.
Tras una serie de medidas políticas, se decidió incrementar los fondos del Banco Europeo de Inversiones, que sirviera para apoyar proyectos de infraestructura y apoyar el préstamo al sector privado. Y al no ser posible una devaluación de la moneda, como se hacía anteriormente, se inventó la devaluación interna, es decir, se bajó el coste de producción. Y eso se consigue bajando los salarios a los productores.
El mayor incremento y una de las causas de la actual crisis comenzó en el periodo que va del año 2000 al 2008 por el importante incremento del ahorro, aumentando los activos en circulación en el mundo en más 30 billones de dólares.
Esta situación dio lugar a la primera y subsiguientes burbujas económicas a nivel mundial.
Seguimos manteniendo un sistema del euro con una estructura contradictoria indefendible. Una unión monetaria, el euro, sin unión fiscal. Una serie de países donde aunque se exige un patrón fiscal similar, no un Tesoro común que rija los impuestos, las pensiones ni sus funciones, todos tienen libertad para sus políticas fiscales y sus imposiciones y gastos.
En principio, antes de desarrollarse la crisis, se asumía que la deuda soberana de la zona euro era segura, manejando los bancos carteras de bonos de todos los países sin riesgo, pero una vez desarrollada la crisis se demostró que la deuda de algunos de los socios ofrecía tal riesgo, que dio lugar al conflicto de interés entre diversos bancos beneficiados en su emisión de bonos. Y se perdió la confianza en la capacidad de resolución del crédito de los países afectados.
El banco que rige en los países del euro es el Banco Central Europeo, pero este banco tiene como mandato exclusivo el control de la inflación, sin referencia al empleo, como sí lo hace la Reserva Federal.
Como comentábamos anteriormente y de acuerdo con The Economist la "crisis es tan política como económica", en consecuencia en la zona euro faltan las estructuras correspondientes a un estado normal.
En los países más débiles, Grecia, España, etc, se han dado retirada masiva de fondos y aunque los depósitos bancarios están asegurados, han de hacerlo siempre agencias pertenecientes a cada uno de esos gobiernos.
De esta forma, siempre serán más seguros los depósitos en bancos de países como Holanda, Alemania o Austria, que en bancos portugueses, griegos o españoles.
Al depender siempre el valor del riesgo de cada país de la cantidad de bonos adquiridos, y a qué porcentaje se haya hecho, de la deuda de cada uno de ellos, siempre continuará existiendo como valor de medida el del mercado alemán sirviendo como baremo a cualquier banco del resto de países correspondientes a la periferia de la zona euro, Grecia, Portugal, España, Italia, etc.
Esta crisis de la zona euro, afectando a la deuda soberana, al sistema bancario y al sistema económico en general, hace preconizar que una nueva recaída de los países débiles, apoyados por la reciente "Brexit", con el correspondiente desplome de Bolsas en todo el mundo, hace suponer que de no llevarse a cabo un arreglo suficientemente político, social y económico en la Unión Europea, en un tiempo corto no pasaríamos de los cuatro años que nos anuncia este economista al que hacía alusión al principio de mi artículo.
Afortunadamente, los mismos ingleses que han votado la salida de la Unión Europea, han comprendido y han iniciado su intento de "vuelta atrás" de su primera decisión, porque se han dado cuenta de que sus componentes más jóvenes no están por esa salida, y porque la misma no conviene para nada a sus intereses ni a los de Europa. Esperemos a que no se cumpla el título de mi artículo.
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