domingo, 8 de noviembre de 2015



PENSAMIENTOS

Ángel Pulla Dijort/Málaga

 

"Yo perseguía la gloria de Cervantes, y heme aquí situado en la glorieta de Quevedo..."

Esto lo decía alguien, no me preguntes quién fue porque no lo recuerdo. Pero es gracioso y tiene su "aquel".

Tengo un amigo filósofo, aristotélico dice él, catedrático de filosofía con quien tengo mis discusiones y tengo mis encuentros. La verdad es que hay más cosas en las que esté de acuerdo que en desacuerdo, y además me convence, los filósofos tienen esa facilidad, nos llevan al huerto a los que no amamos la filosofía.

La Lógica, La Crítica, hay que ver qué cantidad de tiempo perdido en cosas que o no tienen aprovechamiento, o nosotros no hemos sabido dárselo. Claro, que con profesores como los que hemos conocido y sistemas como los experimentados creo que poco más podía esperarse.

Pues como digo, tengo un amigo, excelente amigo y magnífico filósofo, que tiene un arsenal de hechos y dichos y que además, siempre tiene a mano quien, cuando y donde se han dado. Y aporta sus datos. Tiene ahora un artículo, "Razón y Fe" creo que se titula, que no he querido comentárselo, porque hay partes que suscribo, otras que rebato. Pero como yo, que iba buscando la gloria y me quedé en la glorieta de las finanzas, mis apuntes de filosofía no me sacan del "sí a todo" o "no a todo", como decía aquella esclarecida compañera de Tamayo cuando le dieron el portazo al Psoe de Madrid en unas elecciones autonómicas.

En este artículo de mi amigo el filósofo habla de varios asuntos, todos ellos muy interesantes, y como comentaba anteriormente, los hay que suscribo en su totalidad y los hay que no son de mi conformidad, en todo o en parte. Para eso cada cual tiene y defiende sus ideas.

Pero sí hay un tema sobre el que siempre he defendido las ideas que expone y que además nunca he llegado a entender las razones en que sus defensores basan para hacerlo: el celibato de los sacerdotes.

Soy incapaz de entender en qué basa la iglesia - sus dirigentes - la cerrazón tan fuera de toda lógica de que unos señores que ejercen el sacerdocio deben abstenerse de algo tan natural y necesario en cualquier persona, como es saciar sus necesidades sexuales, como cualquier ser vivo.

¿Esos señores se han planteado alguna vez la cantidad de problemas de todo tipo - incluidos los de conciencia - que hubieran ahorrado al personal por el simple hecho de admitir lo que todos los humanos pensamos sobre este asunto?

Supongo que los señores dignatarios que rigen  los destinos de la iglesia católica, véase el Papa, los Cardenales, el Sacro colegio de  lo que sea, pero que tiene el mando de la Santa Sede, en fin todos estos señores se habrán dado cuenta de que últimamente hay una cantidad enorme de sacerdotes que cuelgan los hábitos y se van con las componentes del género opuesto - con el enemigo carnal -. ¡Es lógico! si lo que no es normal es lo que ellos pretenden.

Cuando uno era un angelito, y se creía todo lo que te decían el páter y demás, pues es que no te lo planteabas, sencillamente porque no tenías ni idea de aquello de lo que te hablaban. Lo malo era cuando empezabas a ver qué era lo que proponían para toda tu vida aquella gente. ¡Pero es que estamos locos!

Y para qué vamos a hablar de toda la descendencia ¡sin apellidos! que esto ha conllevado...

Conozco a varios curas que se han casado o lo que sea, no sé ni me importa lo que hagan con su vida privada, pero que han tenido que retirarse de su función sacerdotal porque a alguien en la iglesia, con mando en plaza, se le ocurrió  condenarlos a rechazar aquellos "apetitos insanos" que les insuflaba el demonio y... ¡cuantas tonterías, señor!

Y uno aquí buscando la gloria de Cervantes para encontrarse con estas locuras, que cuando eras un niño y te intentabas  civilizar e instruir con los curas, lo encontrabas como lo más normal, algo que a los pocos años te aparecía como una enorme tomadura de pelo.

Más o menos como la que pretende hacerle el señor Arturo Mas a los catalanes.